Cuando la moda es irracional, o sea borreguil, resulta insoportablemente estúpida. Y llevamos este año algunos acontecimientos que me están sacando de quicio. Ahora parece que si eres un figura, o similar, tienes que apuntarte por narices a Cuvillo o a Juan Pedro. Porque aquí funciona todo por imitación en lugar de por imaginación. Si José Tomás, que es más listo que la mayoría, se compra diez corridas de Cuvillo, porque ahí hay cosas buenas, la mayor parte de los toreros llamados figuras se van detrás de la cuerda por el simple prurito de matar “lo que más está de moda”. Con Juan Pedro, contra el que nada tengo personalmente; y con el que incluso me pego algunas charlas de lo más excitantes, es otro encoñamiento bovino que tampoco entiendo aunque se me enfade mi amigo Arévalo, porque piensa que me paso varios pueblos a la hora de juzgar al “más artista” de los ganaderos. Juro que no. Pero ni Juan Pedro está en buen momento, al menos hasta el día de hoy, ni los “restos de Cuvillo” están dando alegrías a los que se matan por apuntarse a la moda. La moda y las marcas. Ahora quieren marcas en lugar de ganaderías en buen momento.
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