Por Emilio Miranda Sanz

Don Ángel en el recuerdo

martes 28 de septiembre de 2010

La fiesta de los toros, tan denostada hoy en día, tiene entre sus muchas virtudes, la de poner en el camino de tu vida a personas que, con el transcurrir del tiempo se convierten en referencia…

La fiesta de los toros, tan denostada hoy en día, tiene entre sus muchas virtudes, la de poner en el camino de tu vida a personas que, con el transcurrir del tiempo se convierten en referencia tanto en tu modo de actuar como de afrontar las situaciones por peliagudas que sean. Una de ellas, pocas, es, no puedo decir era, Ángel García Molina, don Ángel. Su enjuta figura de cabellos y bigote blanco se  hacía inconfundible cuando el calendario se  arrimaba al Corpus y Granada huele a fiesta y toros. No podía ser de otro modo, en quien prestó sus servicios en la Plaza de Toros de Granada durante más de cuarenta años. Y la mayoría de ellos  junto a la familia Miranda. Porque don Ángel era un hombre de la familia Miranda. Cuando mi abuelo Luis comenzó a gestionar el coso granadino ya don Ángel trabajaba para la anterior empresa, y tuvo el acierto de contar con sus servicios. A partir de ese momento contó la empresa con un fiel colaborador y don Luis con un entrañable amigo, con el que llevar la Plaza de toros de Granada a las más altas cotas. Eficaz, serio, solvente, cariñoso pero tambíén con carácter, don Ángel conseguía que toda la documentación, acreditaciones y permisos necesarios para la celebración de un festejo estuviesen en orden. Pero don Ángel era más que eso. Acompañaba a don Luis a repasar las corridas de toros en el campo, recibía y atendía a los participantes en el festejo taurino, acabando la jornada con la autoridad gubernativa y veterinarios cerrando el papeleo correspondiente.Todo ello con la discreción que denota elegancia. Esta labor la siguió desempeñando, cuando fallecido don Luis continuó la gestión mi padre, que con frecuencia recurría a la opinión de don Ángel a la hora de tomar decisiones en una relación cercana a la paterno filial, criterio éste que seguí cuando me tocó gestionar la Plaza de toros en solitario. Don Ángel era la red de seguridad que me permitía una dedicación exclusiva a la gestión de los festejos taurinos sin preocuparme de la enorme burocracia necesaria para la celebración de los mismos. Ponía calma en los momentos de tensión que en ocasiones se plantean en las horas previas a las corridas. Pero sobre todo don Angel era la familia Miranda y Granada. Estoy seguro de que quien ahora pase por el monumental coso de la Avenida del Dr.Olóriz verá una lágrima resbalando por la Puerta Grande. Descanse en paz, Don Ángel

Firmado: Emilio Miranda Sanz

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