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El genuino arte y la gran cultura

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 07 de abril de 2018

En el artista anterior al siglo XVIII, sus trabajos se enraizaban naturalmente en el contexto sociohistórico de su época, en tanto la producción artística era entendida como una prolongación de la vida cotidiana. Según Peter Bürger (“Teoría de las Vanguardia”), uno de los principales objetivos de las vanguardias históricas en el arte, fue la rebelión humana y social a través del genio creativo. La frase “el arte por la gracia del arte” (del latín “ars gratia artis”) fue una rebelión contemplada por monstruos de la categoría de Edgard A. Poe (art for art’s sake) o Victor Cousin (l’art pour l’art).

El arte fuera de las normas, el arte fuera del poder, de las academias, liberado de tener que servir al orden estático/estético y al poder sociopolítico. Los artistas vanguardistas sintieron la necesidad de superar los estrechos límites de las instituciones tradicionales, diseñando un arte para un nuevo tipo de sociedad en el que las obras cumplirían un rol social y recompondrían el diálogo directo con la gente. Coinciden en las vanguardias toreros como Guerrita y, sobre todo, Gallito y Belmonte. Entre ellos se diseñaron las nuevas líneas evolucionadas, por donde podía abrirse camino el arte del toreo, en los albores del siglo XX.

En la producción contemporánea sucede al revés, la autonomía de la práctica artística (“el arte por el arte” de hoy) aparece ahora ligada a una sociedad de mercado, donde la separación de lo artístico respecto al universo cotidiano social es la garantía de su valor mercantil. El mercado del arte de hoy se sostiene en la separación: problema social/obra, ya que de esto depende la cotización de los productos. En el arte de hoy, menos en el toreo.

De otra manera, si las obras artísticas se implicaran en los problemas sociales, perderían su estatus de objetos excepcionales o de lujo, poniendo en entredicho la propia legalidad del circuito artístico. El único arte que continúa implicándose en la sociedad es el arte del toreo. Y su cultura. La obra más excelsa, el toro mejor cuajado, la inspiración más detenida del toreo, sigue siendo un arte humano comprometido con los valores sociales, comprometido aún con la vida y la muerte.

Esta es la gran aportación de lealtad de la Tauromaquia con los tiempos nuevos. Para el “ arte” de hoy , Fidias y su intento de expresar la democracia/humanidad o el Guernica de Picasso, que revela el horror de la guerra, no son obras de arte. Porque son obras hacia el ser humano. Como la obra del toreo , que continúa siendo hacia el ser humano en todos sus contenidos y valores: dolor, risa, llanto, emoción, drama, riesgo, fracaso, esfuerzo, sufrimiento, solidaridad, ayuda, expresión, intención de crear.

Creo que hoy llamamos “arte” (salvo excepciones) a un cúmulo de ocurrencias visuales al pairo del coleccionismo y de su mercado. Porque evitar mirar a nuestro complejo, desigual e inhumano contexto social, deshumaniza toda inteligencia evolutiva. Y sólo en esta nace el talento, la creatividad y la sensibilidad. Y creo que solo la Tauromaquia es hoy el lugar donde surge el arte con toda su implicación de valores sociales y la gran cultura humana de este país y de otros. Y creo que esta implicación con humanismo es lo que ya no se lleva y nos perjudica. Hoy el “arte” es una cagada de ocurrencias. Y la mayoría de pésimo gusto. ARCO, en Madrid, es un Carrefour de endogámicos y gentes de paso que pasean entre ocurrencias. Ni Juli ni Morante ni Picasso estarían en ARCO.

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