ALFARERO DE ORO

Temeridad de Aquilino Girón, oreja en el cierre de Villaseca

Dura novillada de Monteviejo, con la que Alejandro Fermín y Juan Carlos Carballo saludaron sendas ovaciones
Julio César Sánchez
lunes 10 de septiembre de 2018

Fotos: JULIÁN LÓPEZ

Alejandro Fermín ofreció firmeza de plantas y buenas intenciones al primero, un novillo que tuvo movilidad pero al que le faltó entrega y calidad en las telas. Mató a la primera con pulcritud.

Solvente anduvo Alejandro Fermín frente al cuarto, un novillo áspero que recibió dos duros y buenos puyazos de Mario Herrero. Fermín le ganó la acción al de Monteviejo en todo momento, dándoselos de uno en uno y cruzándose al pitón contrario, manteniendo la media distancia y, así, el celo del novillo. Curiosamente logró los muletazos más limpios manejando la mano izquierda; fue en dos meritorios naturales en la fase final del trasteo, siendo este lado el más complicado del novillo. Acabó con su oponente con diligencia.

El segundo de Monteviejo fue una prenda que, a pesar de recibir dos puyazos y medio, sembró el miedo en los tendidos al ver el peligro que desarrolló tras sus entradas al caballo. De una en una tuvieron que clavar las banderillas tanto José Antonio Prestel como Niño de Aravaca, con el novillo haciéndose el dueño del ruedo. La papeleta, de órdago, la solventó Juan Carlos Carballo con decisión, esquivando las tarascadas defensivas del de Monteviejo, que no pasaba por ningún pitón y giraba la cara con saña en busca de presa. Afortunadamente lo cazó al segundo intento, cosechando una merecida ovación con saludos. Lo incomprensible es que algunos aplaudieran al novillo en el arrastre.

No refrendó Juan Carlos Carballo con la espada una muy meritoria faena al quinto, en la que hizo un esfuerzo por sobreponerse al ambiente generado en el ruedo tras voltear aparatosamente el de Monteviejo a Aquilino Girón cuando éste se preparaba para hacer un quite con el capote a la espalda. Como consecuencia de la voltereta entró rígido a la enfermería, con el consiguiente revuelo en los tendidos. Afortunadamente, poco después recuperó la movilidad en brazos y piernas. Carballo basó su faena por el pitón izquierdo, el más potable del novillo, e instrumentó algunos muy aceptables naturales de uno en uno, si bien la faena no terminó de tomar vuelo, pues el novillo se fue orientando cada vez más.

Tampoco se prestó para hacer el toreo bonito el tercero, aunque no llegó, ni de lejos, a la peligrosidad del segundo. El de Monteviejo tuvo cierta nobleza, pero la raza y la fijeza muy justas, lo que, unido a la impericia a la hora elegir terrenos y de colocación de su matador, hizo que la impresión de que la voltereta estaba al caer fuera constante. De hecho, no se produjo porque Girón se quitó varias veces a tiempo, sobre todo al llevarlo por el pitón izquierdo, que presentó más dificultades que el derecho. Mató al cuarto intento.

El formidable espadazo arriba cobrado al primer intento, unido a la incuestionable actitud -a veces rayando la temeridad- mostrada por un Aquilino Girón tan verde técnicamente como osado en cuanto a valor, le pusieron en la mano la única oreja que se cortó este lunes en el cierre del Alfarero de Oro. Hubo entrega en una faena que tuvo el otro momento álgido en los tres puyazos recibidos por el utrero de Monteviejo, en el último de los cuales el novillo se arrancó a gran distancia. Mérito igualmente del picador Francisco Ortiz.

Villaseca de la Sagra (Toledo), lunes 10 de septiembre de 2018. Última del XIX Certamen “Alfarero de Oro”. Novillos de Monteviejo, muy bien presentados, ásperos y sin entrega en su comportamiento. Más noble resultó el tercero. Alejandro Fermín, palmas y ovación con saludos tras leve petición; Juan Carlos Carballo, ovación con saludos tras aviso y palmas; Aquilino Girón, silencio tras aviso y oreja. Entrada: Tres cuartos.

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