Ser un tonto no es peyorativo. En la España sana, la España tolerante y menos idiota que la de ahora, se hacía un humor inteligente en el que el vasco salía de sobrado, el maño de tozudo, el andaluz de poco dado a currar, chulapo el madrileño, pesimista el gallego, el catalán un tacaño… Y, que yo sepa, ninguna comunidad o región se alzaba en armas reivindicativas, acusando al resto de sectarismo o discriminación por razón de geografía naciente. Era humor. España ha tenido dos grandes virtudes, una, enterrar bien a sus muertos, blanqueando a un cabrón para hacerlo buena gente si hace falta. Y, otra, saber reírse de uno mismo.
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