APLAUSOS ha ofrecido un adelanto de los carteles de Sevilla, si bien advirtiendo que a falta de confirmación oficial de los mismos. Este semanario, acreditado por gozar de buena información, resalta la ausencia de Enrique Ponce en el serial abrileño y en verdad no cabe pensar en otra cosa que la carencia de entendimiento entre empresa y torero, dada la indiscutible categoría del torero de Chiva y su buen cartel en la capital andaluza. Pero se echa de menos también otro nombre, que tiene en su historial méritos sobrados para figurar en la Feria de Abril, lo que resulta de más difícil explicación. Se trata del linarense Curro Díaz, al que arrancar la temporada con un triunfo en la Maestranza, dado el gran momento que atraviesa, podría allanarle mucho el camino.
Curro anduvo arrastrando una pierna durante varias temporadas a causa de la cruel cornada que le infirió un toro de Salvador Domecq. Pero es que, a mayor abundamiento, en la feria sevillana del pasado año de 2018 lidió una corrida de Las Ramblas con éxito, puesto que en los dos toros de su lote el público solicitó con insistencia la oreja, triunfo que la cicatería de la presidencia dejó reducido a sendas clamorosas vueltas al ruedo. El linarense merecía por derecho propio figurar en los carteles de la catedral del toreo.
Pero el ninguneo de Curro es menos comprensible teniendo en cuenta que la empresa de la Maestranza no se ha dignado a hablar con él ni con su apoderado, Joxín Iriarte. Silencio y “teléfonos en su lugar de descanso” es práctica habitual en la capital de La Giralda llegadas estas fechas. No descolgar el teléfono, para evitar dar la mínima explicación, no es un buen método empresarial. Parecía que con la desaparición de Canoera hijo acabarían tales maneras, pero ya se ve que el hijo de Diodoro ha hecho escuela. Con esos modos de actuar no resulta extraño que en determinado momento las figuras le volvieran la espalda al feudo de los decimonónicos maestrantes y ese “Smith, el silencioso” que regenta la plaza de la orilla del Betis. Y es que Ramón Valencia no parece haberse enterado todavía de la importancia para la comunicación entre los seres humanos que significó el invento de Thomas Edison.
Reconozco que escribo bajo la influencia de la indignación que me siguen produciendo las injusticias, a pesar de mi edad. Pero es que el día que no me irriten actitudes como las de la empresa de Sevilla, lo echo todo por la borda y me meto a cartujo. ¡Qué feliz debió ser Manuel Benítez poniendo de rodillas a todos los gerifaltes del toreo de su época!
