La Revolera
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De puyas va la cosa…

Paco Mora
viernes 03 de enero de 2020

Puede que sea cierto. Que es necesario revalorizar el tercio de puyas, digo. Que en otros tiempos fue tan importante, y que en la vecina Francia lo sigue siendo… Resulta paradójica tal realidad. Tengo un amigo picador, y de los buenos, Dani se llama, y cada vez que regresa de torear del país vecino por la parte de arriba, cuenta y no acaba del respeto que allí se les tiene a los piqueros, y con qué atención se siguen sus actuaciones. Vamos, que los franceses están por la lidia total mientras aquí nos perdemos en los vericuetos del sí pero no y el ya te veré si te veo. Claro que así les va a ellos y así nos luce el pelo a nosotros…

Que los españoles tenemos un carácter difícil, y que ponernos de acuerdo en cualquier cosa, por mucho que nos vaya en ello, nos cuesta más que cargar con un gorrino al hombro cuesta arriba, es una realidad que nos viene de raza. Hombre, si hasta en las procesiones de Semana Santa se arma la de Dios con los blancos, los azules y los negros, no ya en Lorca o en Sevilla sino en cualquier villorrio de trescientos habitantes… Si nos cuesta tanto ponernos de acuerdo en algo así, figúrense en un asunto tan lábil y sujeto a opiniones tan diversas como es la lidia del toro bravo.

Esos reportajes sobre el campo bravo con que nos está obsequiando nuestro director cada semana, ofrecen un amplio muestrario de la diversidad de planteamientos existentes con respecto al toro de lidia y sus circunstancias actuales. Ganadero ha habido, que incluso se ha manifestado a favor de la abolición de cualquier clase de reglamento sobre la cría y la lidia del toro, aduciendo algo así como “la guitarra es nuestra y sabemos muy bien cómo tocarla, sin que nadie nos lleve la mano”. Dios nos libre de semejante desatino, porque si a cada cual se dejara en el toreo libre de toda norma reguladora de su función, en poco tiempo la Fiesta acabaría en un sainete cómico-taurino-musical que ríanse ustedes de Llapisera, El Empaste y el Bombero Torero. Que tenían su gracia, pero en lo suyo, que era “hacer de reír” al personal.

Eso sí, de algo se quejan los criadores en lo que tienen más razón que un santo: las puyas son exageradamente crueles y destrozan a los animales, que en ocasiones quedan incapacitados para llegar al último tercio con las fuerzas que permitan pergeñarles las faenas de muleta que hoy exigen los públicos. Sobre todo cuando se les machaca estando debajo del caballo de tal manera que salen de la suerte –es un decir- con menos fuerza que una gaseosa. En cuanto al primer tercio de la lidia haríamos bien en aprender de los franceses y acostumbrarnos a entusiasmarnos cuando un varilarguero le echa la vara a un toro y lo pica en las péndolas sin dejarle llegar al equino. Para eso hacen falta caballistas de brazo fuerte, y conscientes de que el tercio de puyas forma parte importante del desarrollo de la lidia y tiene mucho que ver con lo que el matador pueda hacer con el toro en la faena de muleta. Eso sería revalorizar el primer tercio. Amén de un serio estudio sobre las puyas, que no se crearon para matar a los toros sino para calibrar sus fuerzas y su bravura.

Meterle hasta las cuerdas a un toro empleado bravamente en el peto del caballo, es una crueldad innecesaria y una posibilidad que se le quita al matador de lucirse y al público de divertirse. Y una falta de respeto para el ganadero, que le ha costado cuatro o cinco años de trabajo poner un toro en condiciones de ser lidiado en una plaza.

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