La revolera

Hasta siempre Enrique

Paco Mora
sábado 11 de abril de 2020

Hasta siempre Enrique. Y digo hasta siempre porque no me cabe en la cabeza que en el más allá no haya un rincón para el reencuentro con la gente que hemos querido en nuestro problemático paso por este mundo. No hablaré de su historial porque ahí queda explicado con claridad en el artículo de José Luis Benlloch, a través del cual he tenido noticia de que también a él se lo ha llevado por delante el miserable coronavirus. Lo que no pudieron la dictadura franquista ni el maximalismo comunista lo ha podido un virus que ha hecho el viaje de Marco Polo al revés como si quisiera vengarse de algo o de alguien. O simplemente tratara de reescribir la Historia con un Oriente triunfante y un Occidente sufriente.

Pero es que da la casualidad de que Enrique ha sido uno de los pocos políticos que puedo congratularme de haber tenido por amigo, para lo bueno y para lo malo, desde el primer día que asomé la nariz, por imperativo de mi profesión, a esa política que los que viven del cordero han convertido en un pestilente agujero negro. Por eso necesito hablar de Múgica. Era un hombre bueno y cabal, socialista hasta la médula pero sin ningún tipo de radicalismo y capaz de entender y respetar las ideas y posiciones de los demás. Y a mayor abundamiento para que me cayera bien; era un gran aficionado a la fiesta de los toros. Recuerdo cómo siguió la última reaparición de Manolo Vázquez, nuestros encuentros en la Feria de Albacete a la que no faltaba ningún año, en la Monumental de Barcelona a la que fuimos juntos muchas veces después de tomar un café en el Hotel Ritz. Lo visité también en su despacho de Defensor del Pueblo, y tuve a su hijo, escritor, en Interviú durante mi dirección en aquella publicación irrepetible.

Enrique era socialista de verdad, y por eso sufrió pena de prisión bajo el franquismo, era culto hasta la pared de enfrente, era buena persona, y mire usted señora Montero, pese a todas esas virtudes era un magnífico aficionado al arte de Cúchares. ¿Me entiende señora? Bueno, pues a buenos entendedores con pocas palabras bastan…

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