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Hablan su padre, Boix, Alberto Elvira, Ramón Vila, Luisma Lozano y Santiago López

Redacción APLAUSOS
lunes 26 de abril de 2010

El apoderado de José Tomás, Salvador Boix, afirmaba en declaraciones a APLAUSOS, que el torero entró en la enfermería y “estuvo consciente y muy sereno, aguantando el dolor y la situación”. Alberto Elvira fue de los primeros en socorrer al torero y uno de los que lo llevó hasta la enfermería. Sus declaraciones a APLAUSOS son estremecedoras. “Enseguida tapamos la herida con las manos, pero la sangre nos saltaba entre los dedos. Era imposible parar la hemorragia. El que más tranquilo estaba era él. Cuando lo llevábamos por el callejón y hasta que perdió el conocimiento nos dijo, “tranquilos, tranquilos, despacio”. El apoderado de Castella, Luis Manuel Lozano, también se encontraba en la plaza la tarde del sábado. “Fue algo impresionante. Fueron unos momentos que se vivieron con mucha tensión y preocupación”. El padre del torero, José Tomás Román atendió los micrófonos del programa El Larguero de la SER, donde se quejó de las instalaciones de la enfermería. El padre afirmaba: “Esta situación no la olvidaré en toda mi vida”. Explicó cómo vivió esos momentos: “La enfermería era un caos. Allí nadie sabía lo que pasaba. Es un milagro que esté vivo”. Y concluía afirmando que nunca le dirá a su hijo que deje los toros porque de todas formas, no le haría caso, y está convencido de que “volverá con igual o más fuerza que antes”. El doctor Ramón Vila afirmaba a Mundotoro: “La cornada es la del tipo de Paquirri. El periodo de recuperación será de seis a siete meses”.

Santiago López vivió una situación parecida con José Tomás. Santiago López, que fue apoderado de José Tomás, vivió una situación semejante en Autlan de la Grana. “Aquella cornada del 18 de febrero de 1996 fue muy grave. No había sangre y yo tuve que darle mía. Recuerdo que cuando entré en la enfermería había una camilla y nada más. El médico decía que no era nada y yo me quería morir porque sabía que era la femoral. Entró otro médico, el doctor Del Toro, que afirmó que era la femoral y yo tomé la decisión de que lo operara él, aunque no era el cirujano de la plaza. Pero todo salió muy bien y cuando terminó la operación el doctoro me dijo, le hemos salvado la pierna y la vida. También me dijo que era la primera cornada que curaba, aunque me explicó que cada día atendía a diez heridos de puñaladas. Fueron momentos complicados, de incertidumbre, en las que se temió por la vida del torero”.

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