ENTREVISTA

Pablo Hermoso: “Tenía claro que no me iba a despedir sin torear en la Plaza México”

José Ignacio Galcerá
domingo 04 de febrero de 2024
El navarro está recibiendo el cariño de toda una vida en un país que lo siente como si fuera el suyo. En muchas de las plazas acaba el papel con semanas de antelación

Desde que llegara en octubre a México, Pablo Hermoso de Mendoza anda subido en una rueda de emociones. Está recorriendo el país de arriba abajo en un viaje que lo va a llevar hasta el mes de marzo, cuando enlace su adiós a las ferias europeas. En muchas de las plazas acaba el papel con semanas de antelación, en todas lo reciben con honores y le piden alguna fecha que tenga libre para sumar un compromiso más a los setenta con los que va a completar este adiós al país azteca. Cuenta que desde la esponsorización de Telmex, que le hizo ganar una gran popularidad allí, no recordaba tal pasión a su alrededor. El mérito, ahora, es desbordarla tras cuatro décadas en la cumbre y sin publicidad alguna, solo con el simple hecho de anunciarse en los carteles. El navarro está recibiendo el cariño de toda una vida en un país que lo siente como si fuera el suyo. Ha surgido el chispazo de nuevo entre Pablo Hermoso y México, tanto que ahora son los hijos y los nietos de quienes fueron a verle por primera vez los que acuden estos días a despedirlo. “Se acercan muchos padres con sus niños y me cuentan lo mismo: que a ellos también les llevó su padre a verme y se hicieron aficionados, y ahora vienen con sus hijos para ver mi despedida. Me llena de orgullo”, confiesa.

-¿Cómo está viviendo este principio del fin?

-Estoy reviviendo mis primeras temporadas en México, los mismos números, las mismas sensaciones, las mismas pasiones. Pensaba que sería una mezcla de alegrías, tristezas y nostalgia, pero cada momento es de una emoción tremenda.

-¿Se lo imaginaba así?

-No, para nada. La temporada de despedida se programó con el objetivo de que fuera parecida a como está siendo, pero siempre estaba latente la duda de si iba a encontrar la respuesta que estoy encontrando. Quería que mi despedida sirviera para inyectar un chute de entusiasmo a la Fiesta en México como en su día sirvió mi presentación aquí, quería volver a llevar gente a las plazas, movilizar ganaderías y, en definitiva, que se reactivara el engranaje del toreo, esa era la idea del proyecto pero tenía dudas de si lo iba a conseguir.

-¿Y ya ha despejado las dudas?

-Sí, absolutamente. Está siendo un adiós perfecto.

Pablo Hermoso de Mendoza llevaba tres años sin torear en México, pandemia de por medio, un país que conoce a la perfección, y, por tanto, es una voz autorizada para hablar de la situación taurina que vive con una clase política que está atacando la tauromaquia en los grandes escenarios como la Plaza México, ahora de nuevo con la esperanza de su reapertura en las próximas semanas, o Guadalajara. El rejoneador navarro ha vivido desde el apogeo taurino del país americano hasta la actual situación. “El político que quiere utilizar la tauromaquia como herramienta electoral la utiliza en los lugares más débiles de la Fiesta. Y en México se había debilitado por falta de afluencia de público, eso ha hecho que el enemigo se pusiera fuerte y estuviera más presente. Precisamente en esta despedida estoy viendo una gran y apasionada respuesta de un público que quiere vivir las emociones del toreo y esa es la mejor manera de defenderse”.

Pablo Hermoso, antes de poner una banderilla en Madrid.

-¿La irrupción y consolidación de su hijo ha precipidado su adiós?

-He pensado en la despedida casi desde que empecé. Recuerdo que una vez le dije a José Antonio Chopera: “A los cuarenta años, me retiro”. Y él me contestó: “No he visto a ningún torero que se retire mientras le den el billete”. Fue como una sentencia. La idea de la retirada ha ido evolucionando en mi carrera, desde esa fase inicial de la que hablo a otra en la que llegó un momento que me apasionaba tanto lo que hacía que no quería dejar de hacerlo adaptando mis temporadas a mi edad y condición física. Ese era mi otro planteamiento que cambió con la llegada de Guillermo. Sabía que no podíamos acaparar carteles y para la propia familia era una saturación, eso me llevó a decidir que había que dejar camino para él y para los jóvenes. Tenía que volver a disfrutar del Pablo Hermoso de Mendoza persona.

“Estoy reviviendo mis primeras temporadas en México, los mismos números, las mismas sensaciones, las mismas pasiones…”

-Por cierto, ¿cómo ve a Guillermo?

-Dicen que la pasión de padre hace ver las cosas mejor de lo que son pero en mi caso es al revés. Soy muy exigente y creo que le falta mucho por aprender pero tiene algo que no se enseña, que es la conexión del artista con el público y el saber estar en la plaza, eso lo tiene innato. Es un apasionado del toro, lo entiende mejor que yo. Cuando yo había toreado los toros que lleva él, a mí me faltaban muchas más cosas por aprender que las que le quedan a él.

-Se va a ir tras treinta y cinco años de alternativa y más de cinco mil toros lidiados. ¿Qué rejoneo se encontró y qué rejoneo deja ahora?

-Cuando llegué había un nivel de toreo muy importante, estaban los maestros Moura, Vidrié, Alvarito, los Peralta… había una remesa de toreros de mi época que le habían dado una vuelta al espectáculo, los hermanos Domecq, por un lado, y Ginés Cartagena, por otro. Ginés trajo una manera de hacer las cosas fuera de método que enamoró al público; y los Domecq, dentro de un clasicismo, aportaron exigencia, llevaban mejores corridas de toros y subieron la cotización queriéndose parecer a cualquier torero de a pie. Cuando llegué yo siempre pensé que para triunfar en esto tenía que hacer algo que ellos no hicieran porque me llevaban de adelanto que tenían nombre y yo era un desconocido que venía del norte. Intenté llevar el rejoneo a un nivel de emoción alto, siempre desde el clasicismo, busqué que las suertes fueran más ajustadas, quise llevar más cosido el toro al caballo, que las secuencias de las suertes fueran conectadas, pero sobre todo busqué que mi equitación se despegara de la de ese momento, que siempre había sido un poquito dura. Había sido una equitación de sometimiento, de bocados más grandes, de escuelas más agresivas… Yo había montado en equitación clásica y en salto, donde todo eso no estaba permitido, entonces adapté esa equitación donde el caballo era más libre, donde al caballo lo ganabas por convencimiento y no por sometimiento. Esa creo que fue mi gran revolución, el gran cambio. Luego, claro, me ha tocado renovarme, porque ha llegado gente más joven apretando.

-En los despachos también ha sido un revolucionario.

-Esa fue la guerra más complicada y que menos me gustaba, pero había que librarla. Enfrentarme a un sistema que estaba oxidado y maltratado pero nadie, ni de un lado ni de otro, hacía por darle la categoría que podía tener. Me tocó quedarme fuera de muchas ferias importantes, enfrentarme a las grandes casas, siempre desde el respeto, pero basándome en que lo que yo estaba generando se correspondía con lo de otras figuras de a pie, y quería las mismas condiciones y reconocimientos. Lo que pedía era justo porque al final se me dio. Ese camino ahora ya está asfaltado y abierto para los que sean capaces y puedan.

Pablo Hermoso de Mendoza, en su última actuación en Las Ventas.

-¿Cuáles han sido los tres caballos de su vida?

-Cagancho, Chenel y Berlín. ¿Puedo decir otro?

-Sí, claro.

-Disparate.

-¿Por qué?

-Son los caballos con los que más me he identificado. Dentro de la plaza sentía que con ellos podía ser creativo, con ninguno de ellos llevaba nada preparado, no tenía ningún límite, no cabía la opción de decir “esto no lo puedo hacer o por aquí no puedo ir”. Al contrario, dejaba volar la inspiración y me decía: “Ahora vamos a crear juntos”. Y llegaban adonde yo quería llegar. Y eso lo consigues con muy pocos caballos en tu vida.

“Sé cómo será mi retiro y es montando a caballo, creando nuevas estrellas, dándoles formas e interfiriendo en ellos”

-¿Cómo va a ser el planteamiento de la campaña europea?

-La idea es hacer algo más selectivo en España. En México siento que lo que podía hacer por la Fiesta era importante y lo quería hacer. En España la Fiesta tiene su ritmo y hay compañeros que pueden mantenerlo. Quiero despedirme del público, claro, hay una parte de cortesía y de gratitud.

-¿Algo especial?

-Soy malo para las celebraciones pero en España me gustaría hacer algo especial, sí, juntarme con compañeros especiales e incluso alguna reaparición puntual para rememorar algunos de los momentos más importantes de mi vida.

-¿Qué va a echar más de menos?

-Creo que no voy a echar de menos tanto, porque montar a caballo no voy a dejar de hacerlo mientras mantenga la condición física, la adrenalina, el miedo y la tensión de la plaza la voy a seguir viviendo a través de Guillermo y la ilusión por hacer cosas nuevas, la tengo, porque hay algún proyecto en mente para 2025 -no es ninguna reaparición-, algo que siempre he querido hacer pero que no he podido. Sé cómo quiero verme en ese retiro y me quiero ver haciendo lo que hago, teniendo más tiempo para atender a personas cercanas a las que he arrastrado conmigo todos estos años, pero quiero montar a caballo, sentir que creo caballos, que les doy forma, que hago caballos toreros, de doma, desde potros, sentir que puedes interferir en su crecimiento, en su movimiento, en su educación y crear una gran estrella, eso quiero seguir haciéndolo. 

 

Adiós a la Plaza México
La noticia de la reapertura de la Plaza México ha colmado de alegría a Pablo Hermoso de Mendoza. La despedida de aquel país del torero navarro no hubiera sido redonda sin su presencia en el coso de Insurgentes: “Era una espina que traía en lo más hondo de mi corazón. No me puedo ir del toreo sin pisar de nuevo la Plaza México, una de las más importantes del país y de las trascendentales en mi vida. México me ha hecho sentir momentos de una intensidad y emoción que es difícil relatar y sentir en cualquier otra situación de tu vida. Además, vivir lo que estoy viviendo aquí sin culminarlo en la catedral, en el templo del toreo del país, no terminaba de asumirlo. Y en varias entrevistas, de hecho, antes de la noticia de la reapertura, había dicho que si tenía que reaparecer de aquí a cuatro o cinco años para torear en la México, lo habría hecho. Tenía claro que no me iba a despedir sin torear allí”. El rejoneador estellés acredita, entre otros logros en Insurgentes, el corte de cuatro rabos. Pero por encima de todo posee el más difícil y preciado de los reconocimientos entre aquella afición, ser uno de los consentidos: “Los rabos, las orejas… saben a gloria pero todo pasa; el cariño y ser consentido, eso no caduca y está latente”.

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