BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS
Foto: Antonio ViguerasFoto: Antonio Vigueras

Paco Ramos cuaja la faena de la feria

José Luis Benlloch
lunes 24 de julio de 2023
El castellonense se cerró la puerta grande con un clamoroso fallo a espadas; la tarde de los miuras se convirtió en un choque de culturas

El cierre ferial fue para Paco Ramos y para un toro de sangre domecq con el hierro de El Parralejo. Esa es la grandeza de la Fiesta, el factor de imprevisibilidad que rompe quinielas y da esperanza a los desesperados. Cuando uno está de verdad, Ramos es un ejemplo de ello, no hay que rendirse, esa es la lectura de la tarde. En feria de primerísimas figuras y divisas de máxima cotización, llega uno de Onda, exilado en plazas de las sierras peruanas, honorable jornalero en los inviernos y hace el toreo como debe hacerse, ligado, rítmico, por abajo y pone la plaza como no la habían puesto las figuras de ringorrango. Y si no hubo puerta grande fue porque nunca es fácil escapar de los círculos más duros. No me digan fatalista, pero es así y al bueno de Paco Ramos en el momento culminante, cuando montó la espada le abandonaron los hados de la fortuna, se le nublaron las ideas y le cayó el mundo encima. Le pasó con el de El Parralejo, sobrero de un miura descuajeringado, y ya le había pasado con otro de Miura al que toreó con cabeza y corazón. A ese le aguantó miradas, probaturas, le consintió en momentos claves y tragó quina en pasajes de los que valen un potosí. Llega a meter la espada y se le hubiese abierto la puerta grande de Valencia de par en par y quién sabe si también las de muchas ferias.

Los miuras, leyenda grande de la tauromaquia a lo largo de los siglos, eran el argumento del cierre de feria. Y vista la entrada hay que admitir que había despertado interés. Dos tercios de aforo en jornada calurosa y electoral y en el universo opuesto a las figuras, tiene su mérito y merece tenerse en cuenta. Luego el transcurrir de la tarde, con la aparición de un sobrero de sangre domecq, se convirtió en un choque de culturas. La tauromaquia defensiva y aguerrida, poco menos que decimonónica, frente al toreo de este tiempo, de templanza y mano baja. Lo bueno es que no hay que elegir, pueden convivir los dos modelos. La miurada estuvo bien presentada, lo que son los miuras, altos, largos, imponentes y singulares. Hicieron salidas muy propias, no remataban y acuchillaban el aire con sus testas, pelearon con las plazas montadas con aparatosidad y cobraron de lo lindo. No hubo ninguna fiera corrupia de las que le dieron fama, pero tampoco saltó el miura de triunfo que siempre se espera. El conjunto, viniendo de donde venían, se puede decir que tuvo una aceptable dosis de nobleza y una clara falta de clase. El segundo, el más armónico de todos, comenzó embistiendo por abajo y bien, hasta que se acordó de sus apellidos y se puso cazador.

Robleño, que comparecía como el maestro especialista, no acabó de encontrarse a gusto. No es que desperdiciase ningún toro, pero no pudo aprovechar la oportunidad de asomarse a ferias como Valencia. De Ramos está dicho todo, se lució en los dos bandos, con el miura y con el domecq, y deja todas las expectativas abiertas. Desde ayer un triunfo grande del castellonense dejará de ser sorpresa. Chover derrochó voluntad, entró en quites y buscó la espectacularidad. Banderilleó a su primero destacando un par al quiebro y le anduvo animoso con la muleta. No se confió con el sexto.

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