Ser aficionado a los toros en Pontevedra tiene el hándicap geográfico de que, al margen de la Feria, el pueblo taurino más cercano se encuentra a casi cuatro horas. Esa distancia kilométrica conlleva que visitar ganaderías y que presenciar tertulias taurinas se haga más difícil. No digamos ya intentar ser torero, que es casi un milagro. Si a todo eso se le une un ambiente antitaurino plagado de mentiras, parecería que para un aficionado, lo más fácil sería tirar la toalla.
Nada más lejos de la realidad, porque el aficionado taurino gallego defiende la Fiesta con uñas y dientes como el legado heredado de sus mayores y con el agradecimiento por bandera. Son los primeros en saber que todo cuesta más por la distancia pero los que más agradecen la más mínima muestra de cariño. Y de esa forma se entregan como contaban los antiguos a los toreros y los convierten en ídolos supliendo todas esas carencias y distancias.
Pontevedra es uno de los lugares más apetecibles de la temporada. Las peñas viven la fiesta con alegría y llenan de colorido las calles olvidando cualquier tipo de disputa o mentira de los antitaurinos. Pontevedra y sus toros son fiesta, color y alegría olvidando el rencor de los que sólo saben mentir.
En estos años se ha acrecentado el trato directo con la empresa, quien visita habitualmente la ciudad y se empapa de los deseos y gustos de la afición gallega. Juntos reman como se vio en la exitosa becerrada que recordó los tiempos de antaño en que muchos soñaron con ser torero.
El esfuerzo es máximo entre todos para que el fin de semana de La Peregrina sea un éxito y han convertido a la plaza en un lugar de tremendo ambiente y ganas de ver toros. Son constantes las actividades realizadas por las peñas para que todo el año se hable y viva el toreo.
Se han creado concursos de carteles, fotografía, becerradas, viajes… Y en los últimos años se han recuperado las tertulias taurinas de la mano de la empresa con Espartaco, Rincón o Tomás Rufo como protagonistas.
Para quien no conozca la Peregrina debe saber que va a una ciudad feliz donde el toreo es esencia de su vida y se vive todo el año. Para toda contrariedad, afición. Eso es ser taurino en Galicia.
