ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH.- EL PARRALEJO (y II)

Pepe Moya: “Se van aficionados y no entran nuevos, eso tendrá graves consecuencias”

José Luis Benlloch
jueves 02 de enero de 2020

“El toro debe transmitir. Si no transmite no mueve el corazón”, me ha repetido a lo largo de la mañana Pepe Moya, que tiene referencias constantes al romanticismo, al sentimiento y a los valores y obligaciones morales de los hombres, conceptos que afloran por encima de todo en su proyecto ganadero. Charlamos en los salones de Monte de San Miguel, sobremesa pausada antes de hacerles una visita a los toros de saca. Es nuevo en este oficio, al que llega desde el mundo de los negocios, se podría decir desde un mundo de tiburones en el que mandan los grandes números y sobre todo el color de los grandes números, rigen las planificaciones cuadriculadas y escasean los sentimentalismos. Tiene un léxico de alto ejecutivo, maneja conceptos urbanitas, se me antoja más habituado a la mesa de los consejos de administración que a las chimeneas de los cortijos, si le retrotrajésemos al tiempo de los ganaderos románticos vestiría chaqueta larga y gorra inglesa frente a la chaquetilla corta y el sombrero de ala ancha propios del oficio.

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, titular de incontables escaños en consejos de administración, con abundancia de másteres y reconocimientos en su currículo, el último el nombramiento de académico de la Academia de Ciencias Sociales de Andalucía, en cuanto se lo permite la agenda se oxigena en el campo, donde como dice el bolero dedica alma, corazón y vida a la cría del bravo.

Esta segunda parte de la visita a Monte de San Miguel comienza con un recorrido por los cercados de los toros que aparecen deslumbrantes. Los toros y los cercados. A estos les han reparado las paredes de piedra que acusaban el paso del tiempo, en algunos casos los han partido para mejorar el manejo, les han puesto cancelas nuevas, han utilizado para ello piedra, traviesas de tren y vigas de hierro, que son materiales de lo más nobles para menesteres tan artesanales. Todos tienen su nombre propio. El cerrado de la Huerta, el de la Noria, el del Olivar, el del Jardín, el de la Charca… y a todos hay que quitarles la hierba para que los toros acepten comer el pienso que es lo que les da el tono muscular que les permite afrontar la lidia con el vigor necesario. El agua de este otoño los ha convertido, más que nunca si cabe, en un paraíso para los sentidos. Nada nuevo dada la extraordinaria pluviometría de la zona, que en el tema que nos ocupa es pura bendición del cielo.

En ese escaparate los domecq de Pepe Moya lucen arrogantes y guapos como lucían antes los núñez, que al fin y a la postre son parientes y no tan lejanos. Han llegado recientemente desde El Parralejo, que siendo buena finca ganadera no tiene la calidad de Monte de San Miguel me asegura el amo. Ni tampoco el abolengo, añado de mi cosecha. Allí se quedaron las vacas madre por cuestiones de manejo. Aquí además de los machos hay unos lotes de mansas que tienen como misión rentabilizar la explotación.

“El gran objetivo de El Parralejo es tener una corrida de toros que lidiar en Sevilla, que no será este año ni el que viene pero sí en los cinco próximos si nos acompañan los éxitos y hacemos méritos”

Nos han ido enseñando cerrado por cerrado los toros de saca. Tres corridas entre la que se encuentra la que debe ser el debut de la divisa en San Isidro en festejo mayor y la de su vuelta a Logroño, donde tanto éxito alcanzó el año pasado, y tres novilladas con dos destinos asegurados, Las Ventas y Valencia, y un tercero que todavía no se conoce. Al llegar al cercado de la corrida fuerte, la de Madrid, se escuchan tambores de guerra. Entiéndase como un adelanto a lo que les espera. Es como si nuestra presencia hubiese desatado las hostilidades. En pocos segundos lo que parecía una pelea más se convierte en reyerta multitudinaria, un todos contra todos. Empezaron dos mozos negros y musculados, llevados por lo que se supone que era el hervor de la sangre joven y el duelo se fue extendiendo al resto. Los bramidos llamando a la guerra rebotaban en las laderas de los cercados multiplicando sus efectos intimidatorios. Tanto, que estremecían. Era como una llamada al combate. Y uno tras otro salían de sus querencias con un trote presuroso para sumarse a la gresca. Ninguno quería llegar tarde, ninguno se lo quería perder ni tenía un enemigo determinado, los primeros que se encontraban se enzarzaban hasta sembrar el cercado de pugilatos. El tableteo de los pitones al golpearse, los turreos ahora entrecortados, los bufidos de los contendientes, las voces de los vaqueros, el sonar de los cláxones, el golpeteo de la tierra hollada por las pezuñas cuando se querían agarrar al piso para no perder terreno que saltaba varios metros hasta golpear con violencia la chapa del cuatro por cuatro, se convirtió en la banda sonora que mezclaba tensión y temor, sobre todo temor a las bajas que pudiese provocar aquel zafarrancho que darían al traste con el sueño de debutar en Madrid, cita para la que los veedores exigen al ganadero que disponga al menos de diez, cuantos más mejor, toros con trapío para no tener problemas de última hora con las bajas

La gresca parecía no tener fin, ni las voces, ni los toques de claxon, ni las amenazas de atropello con el cuatro por cuatro que por momentos se los echábamos encima, parecían surgir efecto hasta que ¡oh providencia! se dio por terminado el pulso y cada cual volvió a su rincón turreando para sus adentros cual si quedasen cuitas pendientes para mejor ocasión. Hasta que el viento vuelva a cambiar, hasta que unos nuevos visitantes alteren el orden, hasta que otro macho alfa se sienta poderoso y reclame el mando que solo da las victorias en estas peleas. Se acabó el espectáculo que tanto asombra a los urbanitas y tanto acongoja a los camperos, que, sabiendo las consecuencias, nunca se acostumbran.

Dos ganaderos y un objetivo

Pepe Moya y su alter ego Rafael Molina, al que el primero le concede la prioridad en las decisiones. “Me consulta todo y a todo le digo que decida él”.

Pepe Moya se hizo ganadero como coronación a sus éxitos empresariales. Eso se nota apenas charlas con él. Que es un triunfador y que llega al toro con la idea de seguir triunfando. A diferencia de aquellos businessman que cuando superan el rubicón del éxito, es un fenómeno habitual, apuestan por la caza o el golf o el fútbol o el básquet pongo por caso, actividades complementarias que les sirvan de relax, Pepe Moya eligió la ganadería de bravo. Y visto el camino recorrido, el cómo, el cuándo y el cuánto, y los tiempos que se viven, hay que valorarle y reconocerle la ocurrencia.

-No fue una ocurrencia. Era un sueño de mucho tiempo.

-Dije ocurrencia como sinónimo de ingenioso o poco habitual. Ya suponía que no haces nada de manera inesperada o precipitada.

-Es cierto que llegado a un momento de gran desarrollo profesional los hombres necesitan romper por algún sitio y yo elegí la ganadería. Lo tuve siempre claro. Ser ganadero era mi ilusión. Desde mi posición de aficionado a los toros esa era la elección. Siempre vi en ello la posibilidad de hacer algo muy creativo y me seducía.

-Tenía pensado preguntarte qué hace un empresario de éxito como tú en un mundo como este.

-Pues además de por lo dicho, la cría de bravo es el complemento a una actividad bastante materialista y bastante cuadriculada como la mía. Mira, en el mundo de los negocios dos más dos suelen ser entre tres y medio y cuatro, mientras que en el mundo de los toros el dos más dos puede ser veintisiete o sesenta y dos y eso es muy complementario para mí. Enfrentarte todos los días a una actividad que no está programada, que no es tan materialista como la que vives habitualmente, resulta enriquecedor. Acostumbrarte a perder, aceptar que no puedes garantizar el éxito… tiene su aquel de enseñanza. En otros negocios pones los medios y suelen aparecer los resultados, aquí pones los medios y el toro embiste o no embiste en función de lo que decida él. Es un reto apasionante, en ocasiones incluso se produce contra la lógica y en ese aspecto es por lo que lo considero que es complementario a mi quehacer habitual, que responde de forma más directa al método. Esto es más artesanal, con más alma.

“Aquí se le tiene terror al cambio cuando en todos los sectores que entran en crisis el cambio es el motor del sistema. En el toro el cambio es un drama y sin cambiar las cosas no se sale de la crisis”

-¿Más caprichoso?

-Ese podía ser el término.

-Pero si pones los medios supongo que es más fácil que el toro acabe decidiendo/embistiendo en la buena dirección.

-Desde luego. Si planificas, si trabajas, si pones los medios, las posibilidades de que el dos más dos sean sesenta y dos como te dije, se reducen, aunque nunca desaparece ese componente de imprevisibilidad. A las cinco de la tarde te metes en un callejón sin tener la mínima certeza de lo que va a suceder.

-Dices que tu mundo empresarial es más materialista, ¿he querido entender que la cría de toros bravos es romanticismo?

-Tiene un componente de romanticismo absoluto. Ten en cuenta que no tiene un fin económico, todos sabemos que conduce a las pérdidas.

-¿Qué singularidades has encontrado en los business del toro o directamente no hay business?

-Me ha chocado la diferencia tan brutal que existe entre el mundo del aficionado de tendido del que vengo -cuarenta años espectador en la Maestranza- y el mundo profesional. Lo que tú creías que era algo muy consolidado, cuando llegas a este lado aprendes que no lo es, que tú no sabías nada. Yo me he llevado horas y horas con los compañeros de tendido discutiendo de toros, pensando que lo sabíamos todo y ahora me doy cuenta de que no sabíamos o sabíamos muy poco. Desde esta nueva situación he ido profundizando en el conocimiento del toro y cada día aprendo algo nuevo. Ha sido un gran encuentro. Eso es muy bonito cuando, como es mi caso, tienes verdadera afición. El enriquecimiento de tu afición que procede de tu contacto con los ganaderos, con los matadores, con los banderilleros, con los empresarios… es tremendo. Todo lo cual no quiere decir que obvie al aficionado. Al aficionado hay que atenderle como parte fundamental del toreo.

“Si planificas y pones los medios se reduce, aunque nunca desaparece, ese componente de imprevisibilidad que acompaña al ganadero. A las cinco de la tarde te metes en un callejón sin tener la mínima certeza de lo que va a suceder”

-Eso suena a cura de humildad.

-Claro, claro. Lo es. Por ese choque que supone el aterrizaje en una realidad que no conocías y sobre todo porque te puedes creer un genio y hasta serlo, pero al final de tu trabajo sale lo que decide el toro como hemos dicho.

-En realidad te había preguntado por los business. ¿Hay tanta ruina como aseguran tus colegas ganaderos?

-Sí.

-¿Sí sin paliativos, sí rotundo?

-Está peor de lo que incluso pensé en un principio. Al sector le falta visión estratégica. Aquí no se conduce con luces largas, siempre se va con las cortas y todos sabemos los peligros que se corre conduciendo así por una autopista como es el mundo actual. No se tiene visión de mercado, no se cuida al cliente. Se nos están yendo los espectadores y hablamos de multitud de cosas pero no abordamos el problema básico que no es otro que el que los nuevos posibles espectadores no van a las plazas de toros. Se van aficionados y no entran nuevos. Y eso, más bien antes que después, tendrá graves consecuencias. Es algo que no pasa en ningún otro sector, que cuando pierden un colectivo inmediatamente comienza a pensar cómo se le sustituye.

-El razonamiento por obvio provoca desazón.

-Hay motivos. Aquí se le tiene terror al cambio cuando en todos los sectores que entran en crisis el cambio es el motor del sistema. Aquí el cambio es un drama y sin cambiar las cosas no se sale de la crisis.

-Suena preocupante viniendo de un hombre de negocios como tú.

-Es la realidad. No pensar de verdad en el consumidor y tenerle horror al cambio hace mucho daño al desarrollo económico de un sector y en este sucede. Estamos mucho peor de lo que yo creí cuando lo veía desde fuera.

“Al sector le falta visión estratégica. Aquí no se conduce con luces largas, siempre se va con las cortas y todos sabemos los peligros que eso conlleva. No se tiene visión de mercado, no se cuida el cliente”

-¿Arrepentido pues de haber llegado?

-No. Yo no vine por cuestiones de negocio, no hay motivación económica. Lo sabes bien.

-Los hay que llegan al bravo en busca de posicionamiento social. Ha sucedido siempre.

-No es mi caso. A mí la vida ya me había dado muchos reconocimientos. No necesitaba el reconocimiento del callejón. No sé si suena a pedantería pero es verdad. La gloria que me pueda dar un callejón la obtengo en otras muchas facetas de mi proyecto vital.

-La gloria del callejón como dices tiene mucho atractivo y consecuentemente muchos aspirantes.

-Seguro, pero de verdad que no la necesito ni la busco. De verdad. Lo que sí necesito y lo que busco es la satisfacción que me da acertar en la planificación. Que Rafael y yo hagamos un lote de vacas, le echemos el semental que consideremos más adecuado y que salga lo que planificamos. Eso para mí es muy enriquecedor, eso me compensa de los sinsabores que pueda haber por el camino.

MONTE DE SAN MIGUEL

Este año arranca una nueva etapa de El Parralejo con la llegada a Monte de San Miguel, con todo el significado que conlleva.

-Para mí es un santuario del toreo y le doy el respeto que corresponde. Los que tenemos ciertos recursos económicos estamos obligados a conservar algo que de alguna manera es de todos por mucho que en el registro de la propiedad sea cien por cien nuestro. Una de las cuestiones que me llevó a comprarlo es que Monte de San Miguel es patrimonio de Andalucía y patrimonio de la fiesta nacional y yo estaba obligado a evitar que cayese en manos de alguien que lo pudiese convertir en un campo de golf como era uno de los proyectos que existían para él en esos momentos.

-¿Qué modelo de toro buscáis?

-El que permita hacer el toreo que a mí me gustaba como aficionado. Lo primero es que el toro debe transmitir. Si no transmite no mueve el corazón y por tanto el espectador ni se emociona ni se divierte, pero dentro de esa condición debe permitir esos cuarenta muletazos que vuelven locos a los aficionados y todos aspiramos a degustar. Ese es el toro que busco.

“No busco reconocimientos. No sé si suena a pedantería pero la gloria que me pueda dar un callejón la obtengo en otras muchas facetas de mi proyecto vital”

-No es fácil.

-Nada es fácil pero es lo que busco y lo que pretendo.

-¿Y qué es lo que te indujo a buscar en Ricardo Gallardo y Borja Domecq el arranque?

-La relación personal con los dos. Mi padre fue el abogado de Borja y nuestra relación viene de muchos años y a través de Borja vino la relación con Ricardo. A eso se le añadía que tenían el toro que reunía las cualidades de emocionar y permitía el toreo que yo buscaba. Además hice mía la idea de Ricardo, que cuando le compró a Borja aseguraba que la ganadería traía servicio post venta. Pues la mía con ellos tuvo un servicio post venta doble. Y lo sigo teniendo.

-¿Te refieres a su asesoramiento, al respaldo, a sementales…?

-Sí. A todo.

-Tú, tan andaluz, en realidad un andaluz practicante, resulta que tus grandes éxitos profesionales y ganaderos los has obtenido lejos de Andalucía.

-Los mercados hay que buscarlos donde estén y desgraciadamente esta tierra mía ofrece menos oportunidades de las que a mí me gustaría y en los toros también pasa un poco eso.

-Ahí iba, Pamplona, San Sebastián, Valencia, Castellón, Logroño…

-El pánico escénico que me da mi Maestranza tiene mucho que ver en el asunto. Yo me hice aficionado en sus tendidos, nunca fui de mucho viajar por otras ferias y ese escenario me provoca más que miedo, pánico, y quiero venir con las cosas muy atadas, así que he buscado foguearme fuera antes de anunciarme en lo que para mí será el culmen de mi carrera, triunfar en mi plaza, en donde me forjé como aficionado.

-Novilladas sí has lidiado.

-Y con éxito, y seguiremos, pero el gran objetivo de El Parralejo es tener una corrida de toros que lidiar en Sevilla, que no será este año ni el que viene pero sí en los cinco próximos si nos acompañan los éxitos y hacemos méritos.

“Se nos están yendo los espectadores y hablamos de multitud de cosas pero no abordamos el problema básico: los nuevos posibles espectadores no van a las plazas de toros. Se van aficionados y no entran nuevos. Eso tendrá graves consecuencias. En otros sectores cuando se pierde un colectivo inmediatamente se comienza a pensar en cómo sustituirlo”

Su primer gran éxito ganadero lo sitúa en Valencia en una novillada en la que le dieron la vuelta al ruedo a dos novillos en las Fallas de 2012, aquella tarde en la que Santiago López, en directo, ante las cámaras de televisión, le propuso a Román apoderarle, aunque para entonces, el año anterior, me recuerda, ya había lidiado con éxito en Castellón con otra vuelta al ruedo en lo que fue su primer festejo con picadores. Eso sin contar su debut como ganadero en Alicante, en este caso en festejo menor en el que hubo tal sucesión de novillos bravos que el propio Pepe Moya tuvo que dar una vuelta al ruedo con los matadores.

-Y en la primera corrida de toros también hubo una vuelta al ruedo con la particularidad de que fue en San Sebastián, que es plaza de primera. Eso lo puede decir poca gente. La cabeza de aquel toro, Rabanito se llamaba, en realidad se sigue llamando, preside el salón de Monte de San de Miguel como reseñamos la semana pasada.

Rafael Molina ha sido quien nos ha acompañado a darle una vuelta a los toros. Es ganadero de nacimiento, en su casa vivió el bravo desde siempre con la ganadería familiar, Javier Molina, y ahora está al lado de Pepe Moya tras una elección que no dejaba lugar a la duda desde el principio.

-¿Qué papel desempeña Rafael en esta historia?

-A mí la palabra que más respeto me produce en estos momentos es la de ganadero, pues bien, el ganadero actualmente en El Parralejo he de decir que es Rafael y mi puesto es el de aprendiz de ganadero. Él es quien toma todas las decisiones. En muchas ocasiones yo digo esa vaca deberíamos dejarla y él dice se hace lo que tú digas pero yo no la dejaría y hasta el día de hoy solo se ha quedado una vaca en la que hemos discrepado y he decidido yo. Se trataba de una hija de la Quirrita, a la que yo había bautizado así porque era como le llamábamos en casa a una hermana mía que falleció con cuarenta años. Él dijo que habría que quitarla y le dije Rafael, esta se va a quedar y la dejamos, pero salvo ese caso en que se impuso mi criterio por una cuestión como ves sentimental, el que ha tomado todas las decisiones siempre ha sido Rafael, del que puedo decirte que es inasequible al desaliento y tremendamente exigente. Me consulta todo lo que considera importante pero la última palabra siempre se la dejo a él.

INGENIERÍA GENÉTICA

En El Parralejo se hace ingeniería genética con el asesoramiento de una de las principales empresas españolas especializada en trasplantes de embriones en ganado de leche y carne. A pesar de contar con gran capacidad tecnológica, me dice que por ahora los resultados no han sido numéricamente muy buenos, pero están muy satisfechos por haber identificado muchos errores que han cometido por la diferencia que hay entre el bravo y el manso. Y aun así está contento porque razona que “en los grandes procesos de innovación no son tan importantes los resultados a corto plazo como el identificar los errores, que es lo que permite llegar al éxito”. Así que este año no solo van a insistir sino que le van a dedicar a este objetivo el doble de recursos que el anterior.

-Más allá del coste económico tengo la ilusión de que esto sea beneficioso para mí pero sobre todo que sea una de mis aportaciones a la fiesta nacional.

“Hemos inseminado con sementales que triunfaron hace treinta o cuarenta años pero estamos virando y ahora queremos inseminar con los toros más consolidados actuales siguiendo la teoría de Borja hijo que asegura que cualquier toro actual supera al gran crack de entonces”

-¿En esta práctica se trata de aprovechar mejor los sementales actuales o de recuperar antiguas estrellas?

-Existen las dos vías. En principio íbamos buscando la gran carga de calidad que había en los bancos de semen de Jandilla y Fuente Ymbro, y hemos inseminado con sementales que triunfaron hace treinta o cuarenta años pero estamos virando y ahora queremos inseminar con los toros más consolidados actuales siguiendo la teoría de Borja hijo, que asegura que cualquier toro actual supera al gran crack de hace treinta o cuarenta años. Él considera que el 35-Cobrador por ejemplo, que es ahora mismo el toro estrella de Jandilla, es muy superior al 82-Bramador de hace cuarenta años a pesar de que ese dio lugar a tres, cuatro o cinco sementales. Argumenta que aunque aquel diese tanto y tan bien, ha habido en ese tiempo una superación más que evidente, que es precisamente la gran aportación de los ganaderos en los últimos años, que, por cierto, no se acaba de valorar en lo que vale ni se reconoce la trascendencia que ha tenido. Gracias a esa labor el toro cada día es más perfecto.

Continuando en el territorio de la reproducción, digamos que en el tercio tradicional, toca hablar de los sementales, que este año prácticamente todos llevan el hierro de El Parralejo a diferencia de no hace tanto cuando la mayoría o todos eran de Fuente Ymbro y Jandilla.

-Es un logro. Los nuestros provienen de una selección rigurosa de sementales de esos dos hierros. Nos hemos beneficiado todos estos años de los muchos sementales que nos han dejado, sobre todo Ricardo Gallardo, que nos envió lo mejor de su casa, lo que nos ha permitido tener hijos por ejemplo del 74-Jupío, del 98-Jupío, del 128-Idealista… Nosotros hemos contado con los sementales que son el gran sostén de Fuente Ymbro y Jandilla.

-Siempre se habla mucho de los sementales y menos de las vacas.

-Yo creo tanto en unos como en otros. Te digo que el gran patrimonio de El Parralejo son las doscientas cincuenta vacas que tenemos. Esa carga genética es importantísima.

Esas doscientas cincuenta madres es cifra de la que no quiere alejarse porque asegura tenerla perfectamente calculada y decidida.

-Es el número ideal para tener una ganadería media que dé tres o cuatro corridas de toros y otras tantas novilladas. Ese es el estándar de ganadería que no voy a sobrepasar. Una ganadería mayor ya me quitaría un tiempo que en mi proyecto de vida sería excesivo teniendo en cuenta que hasta ahora he ido a todos los tentaderos y a todos los espectáculos que hemos lidiado incluidas las novilladas sin caballos y pienso seguir haciéndolo. Eso supone dedicar cada año treinta o cuarenta días a tentaderos, treinta o cuarenta días a gozar de los espectáculos en los que participemos y tengo claro que no puedo sustraer más días de mi proyecto empresarial ni de mi proyecto de vida familiar, así que nos plantamos en las doscientas cincuenta vacas.

-¿Ni una más?

-Digamos que ese es el número que conviene.

Fotos: ARJONA

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando