BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Ponce, en la encrucijada (¡paren que me bajo!)

José Luis Benlloch
lunes 05 de julio de 2021
En las especulaciones sobre los motivos de su retirada cabe todo: los anímicos, después de treinta años está cansado; los sentimentales, de inescrutable influencia, le tienen agobiado; y los profesionales, entre los que hay muy claras señales que apuntan a que el entramado empresarial últimamente no le estaba tratando justamente

La noticia de la retirada de Enrique Ponce ha sido un calambrazo en los medios de comunicación sin distinción alguna, taurinos y no taurinos, de derechas y de izquierdas, escritos, hablados, televisivos, no hay magazín que no le haya dado espacio de noche, de día y al mediodía, más aún, diría que por tierra, mar y aire, y ya no digamos las redes sociales, Ponce es el prota, lo viene siendo desde que se conociese su ruptura con Paloma Cuevas y su nueva relación. Todo agrandado estos días por la decisión del maestro, que ha decidido hacer mutis por el foro, en este caso por entrebarreras, con apenas un escueto y nada brillante comunicado, así que los colegas y no colegas se han lanzado al mar de las especulaciones. A las puertas del verano, que tanta salsa rosa consume, se buscan porqués para tan drástica decisión y se mezclan a voleo, no hay más criterio, motivos profesionales, anímicos, amorosos, económicos… lo mismo apuntan al estado de buena esperanza de su pareja, Anasoria así todo seguido o, simplemente, Ana para el mundo entero, que a una ruptura con la misma. Y en toda esa playa informativa se habla del toreo con una ligereza que ofende a los aficionados.

Se trata sin duda de la cara B de la tauromaquia, que sigue teniendo grandes adeptos en la sociedad incluso en estos momentos de bajón. Y no es de ahora: Luis Miguel, Lucía, Ava, Lauren Bacall, etcétera, etcétera, Paquirri, Carmina, Pantoja, Litri, Carolina, otra vez Litri y ahora una princesa, aquello sí fue una historia real propia de las mil y una noches que se le escapó a los medios e incluso a los responsables de la diplomacia de Estado a la que el discreto Miguel les hubiese podido sacar ahora de apuros… y así hasta el infinito, Cayetano, Francisco, Eugenia, Eva González, Ortega, Rocío… El torero y la dama, antes artistas o aristócratas y ahora influencers, fue y es yesca sentimental y comidilla mediática de alto consumo.

Nada es nuevo. El juego de las retiradas y los amoríos es la cara B del toreo y la de más calado popular

Amores en el franquismo

Eso sin remontarnos a los tiempos de Rafael el Gallo y Pastora Imperio cuyo matrimonio apenas duró unos días sin que la prensa de la época, ya especialmente interesada con tales cuestiones, acertase a descifrar más allá de la rumorología los motivos de la ruptura entre el gitano y la bailaora tras la noche de bodas. O a la trilogía del rey Alfonso XII, el torero mexicano Rodolfo Gaona y la actriz Carmen Ruiz Moragas con un hijo de por medio que peleó hasta su reciente muerte por ser reconocido por la Casa Real. O el caso del gran Ignacio con Lorca de intermediario y la Argentinita como apasionada amante. Y ya no les digo del caso de Manolete y Lupe Sino, de la que el diestro cordobés se enamoró perdidamente desde que otro torero, el valenciano Vicente Barrera, los presentase en la barra del Chicote, aquel centro de espías, estraperlo, lujo y vicio de la Gran Vía madrileña en los años potentes del franquismo cuya censura apenas logró acallar la resaca de sus amoríos, que en este caso solo interrumpió la cogida mortal del Monstruo en Linares que les dejó compuestos y sin boda. De ese tiempo fue también el romance de Doña Concha Piquer, que nadie le apee el tratamiento, con Antonio Márquez, apuesto y gran torero, entonces casado, al que conocían como el Belmonte Rubio, historia contra el que nada pudo ni el establishment ni la moral del momento y de cuya unión nació Conchita Márquez.

La retirada de Ordóñez en San Sebastián (1971) tan imprevista como la de Ponce es el antecedente más sonado

Tampoco es extraño

Con esos antecedentes no puede extrañar el interés, en muchos momentos excesivamente morboso, por la vida personal del maestro Ponce que ha llegado a invadir decisiones tan relevantes desde el punto de vista profesional como la interrupción de la trayectoria más longeva en la historia del arte de Cúchares: nadie hasta ahora había logrado permanecer treinta años en activo al máximo nivel. Desde la perspectiva de la longevidad su retirada entra dentro de la lógica, lo que ha llamado la atención ha sido la forma abrupta en la que se ha producido después de que le hubiésemos preguntado los periodistas una y mil veces cuándo diría adiós o cuándo se cortaría la coleta sin obtener respuesta -“cada día por lógica está más cerca”, era lo más concreto que respondía-; ahora con un escueto comunicado ha puesto el punto final, por el momento, entiendo, en lo que tiene algo de contradicción en alguien tan respetuoso con la liturgia del toreo y las formas como él, del que se esperaba solemnes, es lo que corresponde, adioses incluso ceremonias de corte de coleta.

Foto cedida por Paco Laguna

Tan sorprendente ha sido la decisión, que cuando saltó a la luz el tema su cuadrilla y también su apoderado, Juan Ruiz, hombre de su máxima confianza, ya habían llegado a Burgos, donde toreaban ese día como se ha repetido hasta la saciedad. Una llamada telefónica les obligó a hacer de nuevo los equipajes y volver a casa tan sorprendidos como desolados. A la pena como aficionados había que añadir la necesidad de buscarse de inmediato nuevos jefes de cuadrilla y trabajo para esta misma temporada. El propio apoderado, quien asegura que tenía firmadas cuarenta corridas de toros para esta temporada, no acertaba a dar explicación.

Retiradas sonadas

Si la inclinación a maridar romances y toreo no es nada nuevo, las despedidas inesperadas tampoco lo son, algunas fueron definitivas pero muchas de ellas tuvieron un trasfondo estratégico a la espera de mejores coyunturas económicas. Un juego, el de irse y volver, que los toreros de ahora prácticamente habían abandonado con José Tomás como excepción más notable. Caso parecido al del Ponce, por lo inesperado, fue el de Antonio Ordóñez en 1971, cuando tras una mala racha una tarde en la plaza de San Sebastián le brindó el toro al empresario y a la vez su apoderado, el diplomático José María Jardón, y con el vuelo de la montera le anunciaba que aquel era el último toro que estoqueaba entre la desolación general. Fue un adiós a medias por cuanto el año siguiente torearía la goyesca de Ronda mano a mano con Antonio Bienvenida. No fue aquella la primera retirada del rondeño que diez años antes había tomado la misma decisión tras torear en Lima, a lo que siguió dos años de descanso. La fórmula Ordóñez de estar retirado y torear solo la Goyesca de Ronda, tarde a la que procesionaban anualmente todos sus fieles, sería una buena fórmula para mantener encendida la llama del poncismo si es que no le apetece la guerra de la temporada oficial compitiendo con los jóvenes.

Manolete y Lupe Sino, Márquez y Doña Concha, Luis Miguel y Ava… fueron parejas que también desafiaron las normas

Hubo más retiradas inesperadas en la historia del toreo. El gran Litri, tan ligado a nuestra tierra, por nacimiento y devoción, tomó la alternativa el 12 de octubre de 1950 en Valencia y se retiró el 12 de octubre de 1952 en la misma plaza para volver dos años después. Y en ese juego de buscar el mejor momento se fue y volvió en varias ocasiones, descansos en los que aprovechó para casarse con su esposa de siempre, la aristócrata Concha Spínola. Pero la retirada más mediática de todas fue la de Manuel Benítez “El Cordobés”, que ante la presión de los empresarios que no estaban acostumbrados a que un torero les exigiese tanto, anunció que tras haber consultado con la almohada en su finca de Villalobillos dejaba los ruedos. La decisión tuvo tal impacto que los mismos empresarios que le habían presionado viajaron en comandita hasta la mítica finca para decirle que recapacitase y lo hizo: puso el precio que él consideró, les dejó que fueran ellos los que se repartiesen las sesenta corridas que quería torear y firmaron todos en la dichosa almohada.

Manolete no escapó a la tentación de las retiradas y en la temporada de 1946 se dijo que por cansancio y en pleno romance con Lupe Sino, agotado física y mentalmente, solo torea una corrida en España y lo hace en Madrid en lo que fue un suceso nacional a la vez que la consagración de Luis Miguel.

Motivos Ponce

Con todos esos antecedentes y ante el silencio del maestro de Chiva, en las especulaciones sobre los motivos de su retirada cabe todo: los anímicos, después de treinta años está cansado; los sentimentales, de inescrutable influencia, le tienen agobiado; y los profesionales, entre los que hay muy claras señales que apuntan a que el entramado empresarial últimamente no le estaba tratando justamente. Después de haber sido la única figura que en 2020, en plena pandemia, toreó sin condiciones hasta encabezar el escalafón con escasa recompensa económica, en este 2021 no le estaban dando el sitio en las ferias que se merecía en correspondencia a su postura del año anterior ni tampoco por su cartel de figura histórica con Sevilla como ejemplo más sangrante. Así que se ha debido decir, paren que me bajo. Igual tiene razón y era el momento.

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