El tema de los últimos días son los percances de Roca Rey. Admiración y preocupación a partes iguales. Sus cinco cogidas seguidas se han llevado todos los titulares y han puesto a los empresarios de los nervios. Con el peruano en la enfermería las taquillas entraron en pánico. Demasiadas cogidas, coinciden todos, empresarios y afición deseosos de verle en plaza. Algo parecido sucedió con El Cordobés al que de novillero cogían a diario y los empresarios esperaban ansiosos cada noche las noticias de lo que entonces llamaban el parte, que no era otra cosa que el informativo de Radio Nacional. Tal era el ambiente que se creó que el Paris Match envió a un fotógrafo a seguirle. Por si acaso. El elegido fue el valenciano Finezas. Dispare sin reservas fue la recomendación junto al encargo en un momento en el que los carretes valían una pasta y los fotógrafos medían los disparos. Cada voltereta incrementaba la leyenda del torero. Nada ha cambiado en ese aspecto. Felizmente, visto lo visto, toco madera, nadie tumba a Roca como nadie tumbó a Benítez. Esas cinco cogidas son rachas que los grandes con la ayuda de la santa providencia acaban dejando atrás. Ahí está la diferencia, en que unos desisten y otros insisten y crecen. Es el momento crucial, el parteaguas en la carrera de los toreros de arrebato.
Roca Rey es un tipo duro como el pedernal, encomendado a su técnica y a su buena estrella
Por las cornadas se va el valor, se suele decir; el valor hay que administrarlo dicen otros… todo tiene su sentido y su verdad. De la misma forma que las cogidas sin consecuencias graves dan confianza, que es la versión más racional del valor y entonces… entonces los agraciados aún se ponen más firmes, es como si le ganasen la moral y el sitio a los toros, y aunque a sabiendas de que esa victoria nunca es definitiva vuelven al frente y entonces las leyendas como los cachés crecen y crecen. Ejemplos hay de sobra en los dos casos, más en los primeros y si no doy nombres es por no molestar, que bastante dolor tuvieron con la frustración; en el otro lado, en el batallón de los que lograron romper las malas rachas, habitan solo los elegidos, en la realidad menos que papas ha tenido la Iglesia.
En cualquier caso, las cornadas, incluso las volteretas, llámenle cogidas, por muy inocuas que sean, siempre son demasiadas y desde luego no deseadas por nadie. Fundamentalmente porque una vez en el aire y ya no digamos en el suelo estás a merced más que nunca de lo que Dios quiera. Siempre creí que si supiésemos que iban a coger a un torero no iríamos a la plaza, yo desde luego que no; de la misma manera que si garantizasen que no iba a haberlas seguramente tampoco. La esencia de la Fiesta está precisamente en la posibilidad de que llegue la cogida, la cornada, la… en esa realidad incontestable en la que el torero pone su vida en juego. De otra manera estaríamos en otro espectáculo. Me iría al teatro, al cine, al ballet, al circo…
MEDALLAS
Las cornadas son un capítulo mitificado en la carrera de los toreros, algunos las consideran medallas, las que en muchas ocasiones marcan la frontera no solo entre la vida y la muerte, también entre el éxito y el fiasco. Tanta importancia tiene, tan incrustada está en el imaginario popular, que muchos chicos empezando sus carreras andan expectantes y hasta deseando de que lleguen por ver cómo va a reaccionar su mente, cómo será el dolor, cuánta será su resistencia … para comprobar si van a ser capaces de superarlas. De los grandes nadie escapó nunca a ellas salvo Pepe Bienvenida que sin embargo no pudo esquivar la fatalidad y fue víctima de un infarto cuando ya retirado toreaba un festival benéfico en la plaza de Lima.
Las historias se repiten: el Paris Match envió a un fotógrafo a seguir a El Cordobés, por si acaso. Felizmente nadie tumbó a Benítez
Lo de Roca es una mala racha dentro de esa apuesta continua y total que practica el peruano que le ha permitido ser el que es. Un tipo duro como el pedernal, resistente, ambicioso… Lo suyo no es locura ni ignorancia, es mentalidad y corazón. Ya sabe lo que traen los toros, gloria y dolor, y aun así insiste. Sin administración ni reservas. Luego en toda esa realidad hay un factor importante, la profesionalidad, el saber dónde y cuándo, y en qué circunstancias hay que apostar. Es lo que recomiendan y sí, seguramente tengan razón y haya que medir el cuándo, el dónde y el cómo, pero cada uno es cada uno y con ese planteamiento racionalista Roca no sería Roca y él, visto lo visto, prefiere encomendarse a su técnica y sobre todo a la santa providencia y a su estrella. Lo dicho, cada uno es cada uno y de otra manera no sería uno.