26 de mayo de 2010

Rubén Pinar

Con moral tras el triunfo de Nimes
Rubén Pinar
lunes 31 de mayo de 2010

Todavía estoy disfrutando la tarde del otro día en Nimes. Un triunfo tan redondo en esa plaza, sobre todo después de que no salieran las cosas en Madrid como esperaba, sabe a gloria…

Todavía estoy disfrutando la tarde del otro día en Nimes. Un triunfo tan redondo en esa plaza, sobre todo después de que no salieran las cosas en Madrid como esperaba, sabe a gloria. Esas tres orejas me están sirviendo para entrenar con mucha moral y mucha ilusión de cara al compromiso que tengo en Las Ventas el lunes que viene.

Era la segunda vez que abría la Puerta de los Cónsules, porque ya salí por ella el día de mi alternativa, que también corté tres orejas. Es una plaza que se me da bien la verdad, porque el año pasado corté otros dos trofeos. Disfruto mucho toreando en el Coliseo. La plaza es muy grande y la afición es muy buena. Es uno de esos sitios en los que sales a gusto a torear.

En la corrida de Fuente Ymbro hubo de todo. En general salió buena, sobre todo mi lote, que fue extraordinario, pero hubo dos toros, el primero y el segundo, que fueron más complicados. Y todos fueron exigentes, bravos, no fáciles, muy del estilo de esa ganadería.

De lo que más orgulloso me siento de ese día es de mi actitud. Salí a la plaza queriendo hacer las cosas bien, pero muy asentado, muy relajado, muy para mí todo, queriendo disfrutar de lo que hacía. Y por fortuna disfruté, y triunfé. En Madrid voy a aplicar la misma fórmula. A ver si me da el mismo resultado…

Hasta que llegue el lunes voy a estar haciendo vida en el campo. De momento, mañana voy a un tentadero de machos en La Carolina, a casa de Apolinar Soriano. Allí estuve este invierno tentando y ahora me ha llamado para torear unos machos. Eso es que debí estar bien la otra vez… ¡jajaja!

Además, estoy entrenando en casa de Nazario Ibáñez, haciendo labores de campo con su hijo Jorge que, por cierto, el otro día me encerró una vaca vieja, de veintitantos años, con el hierro de Manolo González, que salió extraordinaria. Me gustan las retientas de vacas porque, si salen buenas, si se dejan, dan mucho sitio. Por dos motivos: el primero, porque tienen una embestida muy templada, muy similar a la del toro; y el segundo, porque tienen un volumen, unas caras y una seriedad que no tienen las becerras o las eralas de los tentaderos normales.

Ahora os dejo que voy a ver por la tele la corrida de Samuel en Madrid. A ver cómo sale el encierro de mi paisano… ¡Que haya suerte para todos!

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