Capítulo 1

Sé lo que quiero y cómo conseguirlo

miércoles 24 de septiembre de 2014

Y ahora llega Valencia. Otra vez Valencia, siempre Valencia. La plaza que tantas veces dibujé como la meta de todo. Ya no tengo más vida que esa tarde porque de esa tarde vuelve a depender todo. Yo soy de esos jóvenes aficionados que ha crecido, en mi vida y en mi afición, leyendo las páginas de Aplausos. Seguro que a través de ellas me envenené también de esta pasión irrefrenable que es el toreo. Leyendo sus crónicas, sus reportajes, bebiendo en la vida y en las vivencias de los toreros que Aplausos me contaba, terminé queriendo ser uno de ellos. Hoy lo soy. Y en el camino de serlo y de serlo cada vez más importante sigo. En ese camino que es callado y que es continuo, que exige tanto y que absorbe por entero. Un camino cargado de sueños. Algunos se van cumpliendo, otros quedan aún por delante. Y en ellos tengo mi motivación y la fuerza para seguir por más que a veces la luz en el horizonte se adivine lejana… Pero está ahí. Mi lema es “sé lo que quiero y cómo conseguirlo” y en ello estoy.

Y ahora llega Valencia. Otra vez Valencia, siempre Valencia. La plaza que tantas veces dibujé como la meta de todo. La que siempre se coló en esos mismos sueños que me alimentan el día a día. Valencia como aquella tarde de 2005. Y como la del año pasado. Y como la del próximo día 9. Otra vez la tarde más importante de mi vida. A ella todo mi tiempo ya de la mañana a la noche. Ya no tengo más vida que esa tarde porque de esa tarde vuelve a depender todo. Es el sino de quienes estamos a esta parte del toreo: cada día hay que prepararse como si torearas cien y cada tarde es la única porque no hay más hasta Dios sabe cuándo… Pero, al fin y al cabo, es lo que hacen las figuras: estar siempre a tope, dando el máximo, jugándoselo todo. ¿Cómo no voy a hacerlo yo si quiero ser uno de ellos y ganarme ser uno de ellos?

Valencia… No paro de hablarle de ella a José Ramón y a El Dani -mis cómplices- desde el minuto uno en que nos encontramos en Catarroja y empezamos a desplegar los trastos. Y a calentar. Y a ir a más. Y a torear como si el picadero fuera ya la plaza. Pienso en Valencia y me arden las entrañas. Es mucho tiempo esperándola, demasiado tiempo pensando sólo en ella. No han ayudado las circunstancias tampoco este año. Benidorm, Cascante y pare usted de contar. Dos citas sólo por ahora. Pero es que un torero, además del chispeante, o con él, está obligado a vestirse también con el traje de la dignidad. No todo vale por torear porque torear, ante todo, es un ejercicio tan pleno, tan grande, tan libre que no merece robársele la plenitud, ni la grandeza ni la libertad. Y todo ello hay en la dignidad. Igual que yo, lo piensa Pepe, mi apoderado. Y de ello me refugio en Irene, mi par, mi alma gemela. Si no fuera por ella tantas veces… ¡Qué entusiasmo el suyo! ¡Y cuánta fe! Como la de Mari Carmen y Gumersindo, mis padres y mi primer apoyo. Y como la de Laura, mi hermana, la mejor partidaria que nunca tuvo un torero. Con ellos todo es más fácil. Caminar y esperar. Pero toda espera tiene un sentido y un destino. El mío es Valencia el próximo día 9. Otra vez la plaza y la tarde de la que depende todo. Lo sé y no lo olvido. He elegido la profesión más difícil del mundo y en ello va también el alto precio que todo cuesta. Ya sabéis mi lema: sé lo que quiero y cómo conseguirlo.

Me ha venido bien lo de Cascante el domingo pasado para soltar músculos, tensiones y hasta dudas. Verme otra vez delante del toro, comprobar que soy capaz de resolver, sentir que mi corazón y mi cabeza están en sintonía, que se comprenden y compenetran, que llego bien, que el camino recorrido sirve… Al fondo está Valencia y los días corren ya a mi favor. A ella todo mi tiempo ya de la mañana a la noche. Entrenar, entrenar, entrenar, torear, soñar… y contároslo a vosotros en éste que es el Diario de mi Sueño. Gracias a todos por entrar en él conmigo. Ya os voy contando…

ALBERTO GÓMEZ
Torero

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