Desde mi exilio

Tauromaquia, el arte de las artes

Juan Soto Viñolo
martes 26 de abril de 2011

Partiendo del sacrificio necesario y público, lidia y muerte del bicorne (el bos taurus relacionado con el uro salvaje de los bosques lituanos en 1620), la Tauromaquia se transforma en arte efímero y evanescente aunque perdurable en la retina y en la memoria del aficionado.

Las grandes faenas se archivan entre nuestros más íntimos recuerdos sentimentales y estéticos. La Tauromaquia en sí misma es un arte deslumbrante como un rayo a través de las faenas de determinados diestros, los que en argot se llaman figuras. ¿Quiénes son figuras? Aquellos que dan la vuelta a España, de feria en feria porque son reclamados por el público de España, Francia, y América Latina. Se me ocurren ahora, en 2011, tres nombres que están en el candelero: El Juli, Manzanares y Morante de la Puebla. La Tauromaquia inspira y genera arte cuando la res y el torero en perfecta comunión alcanzan el orgasmo estético que también lo sufren ciertos espectadores dueños de una sensibilidad sublime. Incluso el llanto puede aparecer en determinados momentos de la corrida.

Las bellas artes son la Arquitectura, la Escultura, la Pintura, la Música, la Declamación (que incluye a la Literatura en general) y la Danza (que incluye al teatro) La corrida produce literatura (recordemos “Sangre y arena”, de Vicente Blasco Ibáñez, “…o llevarás luto por mí”, la biografía de El Cordobés y su tiempo, escrita por Dominique Lapierre y Larry Collins, también la pasión taurina de Ernest Hemingway, “Los bestiarios”, de Henry de Montherlant). ¿Y qué decir de la música? Basta recordar la ópera “Carmen”, de Bizet, que se desarrolla en Sevilla, los pasodobles airosos; en la Pintura (Goya, Picasso, Fortuna, Casas); en la Escultura (la estocada de la tarde, Mariano Benlliure): poesía sublime: (Federico García Lorca),

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana

A las cinco de la tarde.

Una espuerta de cal ya prevenida

A las cinco de la tarde

Lo demás era muerte y sólo muerte

A las cinco de la tarde.

Ignacio Sánchez Mejías, miembro de la generación del 27, al que Lorca dedicó esta famosa elegía tras su muerte, fue asimismo autor teatral. Su obra más brillante fue “Sinrazón”.

La Tauromaquia se ha reflejado en el cine sin demasiado éxito. Quizá las películas más logradas sean “Tarde de toros”, de Ladislao Vajda y “Torero”, la biografía del diestro mexicano Luis Procuna, dirigida por Carlos Velo. No olvidemos la película “La hora de la verdad”, de Francesco Rossi, ni las tres versiones de “El niño de las monjas”.

Danza, flamenco y teatro tienen evidentes connotaciones taurinas por no hablar de la riqueza lingüística del argot taurino. José Carlos de Torres, es el autor de una recomendable obra titulada “Léxico español en los toros”, publicada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto de Filología.

“Fragoso, apretada, urgente,

la ovación se vuelve loca,

y ruge y rabia la roca,

revolviendo el terremoto

de sus volcánicos huesos,

alzando al cielo el exvoto

de los dos palos ilesos” (Gerardo Diego.)

Otro libro recomendable se titula “Los toros en el arte”, de José Luís Morales y Martín, de Espasa-Calpe, publicado en Madrid en 1987, de lectura imprescindible para conocer en que manera ha influido la Tauromaquia en la Pintura. De la paleta de Goya en el siglo XVIII surge una amplísima obra referida a la Tauromaquia recogida en las tauromaquias. En el XIX es Eugenio de Lucas el que, posiblemente, destaque entre otros pintores. Y en el XX, Picasso realiza una obra basada en la tauromaquia similar a la de Goya en sus dimensiones. Y la tauromaquia inspira al francés Edouard Mané.

Tampoco quiero olvidar a la escritora Muriel Feiner, autora de una obra sobre el cine taurino titulada ¡Torero! donde se analiza las incursiones cinematográficas en la Tauromaquia. Como las anteriores obras su lectura es recomendable. Lo ha publicado Alianza Editorial en 2004.

Sólo un grupo de políticos nacionalistas guiados exclusivamente por la erótica del poder, prebendas y regalías, sin el menor sentido estético ni moral, ignorando la cultura que emana de la Tauromaquia –también la catalana- han conseguido abolir una fiesta con 600 años de antigüedad en Catalunya.

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