La Pincelada

Crónica campera, de Linejo a Fuente Ymbro

José Luis Benlloch
sábado 17 de diciembre de 2016

Me apetecía. Años, lo siento, que no pisaba el Campo Charro donde siempre disfruté de buena acogida y descubrí a grandes personajes, a El Raboso el primero, al que por muchas leyendas y anécdotas de lo más rústicas y divertidas que le adjudicasen, costaba apearle del don, Don José, le llamábamos con veneración…

La semana de los puentes ha pacificado el ambiente. Incluyo los mundos de la política y de los toros que últimamente parecen los más alterables. Ha sido como un bálsamo. Se congelaron los teletipos, ¿he dicho teletipos?… ¡qué antigualla!, me refería a los portales, que apenas traían sobresaltos para salvar la primera, ni siquiera roturas de apoderamiento de las de mutuo acuerdo. Diría incluso que se pacificaron las redes aunque no sea del todo verdad, alguien me advierte, a menos trabajo más ira, más improperios, cualquier excusa vale para un linchamiento, como si en el mundo sólo cupiese una verdad. Si sirve de consuelo, esa no es actitud exclusiva del toro, en cualquier lado cuecen habas, como hemos visto en el divino y subvencionado mundillo del cine, a propósito, eso sí son subvenciones, eso sí son fullerías para cobrarle más y más a la mamá Administración sin que les importe un carajo a Coleta Morada y Cía, que hasta se revisten de gala para reírles las fiestas a los peliculeros. El último en sufrir la ira de las redes ha sido El Juli. No ha sido justo, más bien parece un ajuste de cuentas. Así que a la espera de la reactivación informativa me fui al campo, refugio que siempre reconforta, afición y curro, dos amores a la vez como cantaba el gran Bambino.

Los primeros reportajes de este invierno fueron para los serranos, Adolfo y Victoriano, Madrid al fondo, amores correspondidos con aquella afición, después vino Juan Pedro, también querido en Madrid por mucho que haya quien quiera olvidar de un día para otro los azulejos recientes que acreditan sus triunfos, tres nada menos en cinco años, entrevista reportajeada que encontrarán paginas más adelante, y seguí camino a Salamanca. Me apetecía. Años, lo siento, que no pisaba el Campo Charro donde siempre disfruté de buena acogida y descubrí a grandes personajes, a El Raboso el primero, al que por muchas leyendas y anécdotas de lo más rústicas y divertidas que le adjudicasen, costaba apearle del don, Don José, le llamábamos con veneración. Fue figura de los ganaderos sin ordenador y sin notas con dos encastes tan distintos como los coquilla y los domecq de María Antonia Fonseca que con el tiempo han dado paso a los toros de El Pilar y tantas otras divisas de gran predicamento en la actualidad, en una de las versiones más y mejor aceptada del encaste. Llegué de la mano de Pedrés, manchego injertado de los mejores valores charros, un grande en lo personal y en lo profesional, al que quiero enviarle mis mejores deseos de mejoría en unos días en los que no lo está pasando bien. Hacían tertulia en El Cruce de Ciudad Rodrigo con otros personajes de leyenda, Atanasio, Juanmari y Andrés Ramos, entre otros, ante los que no cabía otra cosa que escuchar, más que por educación y respeto que también, por placer. De aquellos días guardo recuerdos memorables de tentaderos en Cilleruelo, donde muchas tardes había que colear las becerras para sacarlas del caballo antes de pararlas con el capote y en Los Labraos donde el maestro Pedrés, prolongación ganadera de don José, ligaba el natural con el de pecho sin moverse, sin escantillarse decíamos, muy cerca, muy entre los pitones, por un lado y por otro en lo que era un adelanto del toreo que iba a venir.

Esta vez comencé por Garcigrande, la antigua finca del Vizconde de ídem, donde Justo Hernández le ha impuesto su apasionada personalidad a sus domecq, en términos modernos cabría decir que los ha tuneado de tal manera que siendo lo mismo son distintos y hasta fáciles de reconocer. Los ves crecerse en banderillas y seguir la muleta codiciosos incluso después de no verlos nada claros en los primeros tercios, y ves la mano de Justo que asegura que antes que ganadero es torero y hasta tengo la sensación que no considera, de corazón, que pueda haber triunfo ganadero si no hay triunfo del torero. Este año piensa volver a Madrid después de ocho años de ausencia, no porque no se los pidiesen en ese tiempo sino porque antepuso su orgullo tras considerar un atropello lo que le hicieron…. Para la ocasión tiene en un cercado una docena de cinqueños a los que a día de hoy no cabe ponerles un pero, así que todo hace pensar que en la nueva etapa de Las Ventas habrá ocasión para ver a Justo comerse los nervios en el callejón.

De Garcigrande a Linejo, historia grande, hospitalidad larga, respeto a las tradiciones, los cabestros de Miura, los duelos familiares sin música de esquilas, Don Antonio en el principio de todo, Manolete al fondo, Juanmari como referencia, ganadero y matador de alternativa, siempre revestido de caballerosidad y respeto, jamás levantó la voz ante una crítica por ácida que fuese, por injusta que la creyese y ahora Juan Ignacio, punto y seguido, este año con una camada de toros espectacular. Se lo contaré con mucho gusto en los Extra próximos.

Del frío charro a la Baja Andalucía. Al pie de los picos de Dos Hermanas, poco más allá de San José, camino de Algar, Fuente Ymbro, donde Ricardo Gallardo, mi amigo, tiene setenta toros para plazas de primera ya puestos, un tesoro y un espectáculo que los veedores más acreditados tienen reseñados número a número. Al llegar, dos buitres en vuelo de reconocimiento buscan el alimento que la Administración les ha quitado con tanto remilgo burocrático obligando a retirar los animales muertos y media docena de capas esperan atentos. Por esta vez los grajos vuelan alto como señal de buen tiempo y Balbino el de Sanlúcar, la mejor barra de tapas en la tierra de Pepe Limeño, avisa que a la vera del pantano ha encontrado un chorro de zorzales que no necesitan salir de allí ni buscar donde dormir.

Poco antes me encontré a los Chopera, Pablo y Manuel, pisando el campo en primera persona. Han sido noticia los últimos días y aparecen muy rearmados en el mundo empresarial tras el acuerdo con Bailleres, que ha encontrado por fin la marca que le puede dar solidez y rango en el mercado español. Bilbao, Morante y Hermoso quedan al margen y Pablo tendrá máxima responsabilidad en el elemento toro del grupo y en la programación de las que siempre fueron sus plazas. Un subidón que aún puede crecer más.

Por la tarde vi tentar a Manolo Escribano, cada día que pasa siente el pie más obediente a sus órdenes. No significa otra cosa que la recuperación de vasos y nervios anda por buen camino. Toreó templado, despacito, con mimo, buscando nuevos registros y nuevas sensaciones en su toreo. Y toreó Román, un torbellino de sonrisas y frescura, a la búsqueda en este caso de la obediencia de su capote que tanto ha perseguido y tanto se le ha resistido, y tan firme como siempre con la muleta. Será cuestión de insistir, la constancia y el valor son armas de lo más fiable. Me cuenta, la noticia es la noticia, que estará en la feria de La Brede, en Arles, en las Azores y da por sentado, con bastante realismo, que también estará en Valencia y Madrid, así que su alegría congénita es todavía mayor. Aquí mismo remato esta crónica viajera camino de mi Valencia que tampoco es mal sitio. La semana que viene les contaré los avances de la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana en sus negociaciones con la Administración. Sin presidentes áulicos, sin grandes sofisticaciones, poniendo curro al curro, avanzan y avanzan. Vienen de la calle pero están con la plaza y con el toreo en general sin mirar estatutos ni conveniencias.

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