Julio de 2023, la Feria, la Fira de los retos. Mandan los argumentos sólidos, ya no valen los líquidos ni las múltiples monsergas entreguistas que se manejaron los últimos tiempos. Toca demostrar que uno de los activos históricos más importantes del toreo sigue teniendo sitio en el calendario de las grandes citas del planeta toro, donde estuvo siempre.
Los nuevos hábitos sociales, los intereses de las figuras que prefieren la tranquilidad del toro de segunda y/o la moneda colectiva que todo lo mide al céntimo y a corto plazo… esas y más cuestiones la tienen cogida por el pecho de la continuidad e intentan apearla sin tener en consideración que si se placa una feria como la Fira de Juliol (y llevan mucho adelantado en el derribo) es como placar una plaza en otras latitudes. Y si por una plaza pelean y se rasgan las vestiduras las fuerzas vivas (puro postureo) por una feria es evidente que no tanto y se encogen de hombros en una actitud de puro fatalismo o piden un imposible que ya saben (si me permiten la coña) es el colmo del realismo.
En este caso, el de la Fira, caminábamos en un proceso de muerte lenta a través de una reducción de espectáculos a riesgo de hacerla parecer invisible (medida que aun así se puede entender como razonable en un intento de concentrar la demanda) pero la amenaza venía sobre todo de una reducción de calidad (medida letal, esta sí) que este año se ha enmendado con energía y ahí surge el reto, el punto donde se juega el futuro. Si hay respuesta habrá continuidad en la postura de la calidad, si no la hay se acaban los argumentos y el futuro será definitivamente una lotería, puro albur.
CALIDAD E INTERÉS
La oferta de este año, reducida a la realidad actual, tiene calidad e interés: dos corridas de toros en las que concurren figuras de feria importante. Morante, Juli, Manzanares, Talavante, Cayetano, Roca, citadas por orden de aparición, son atractivo de primer orden; una corrida de Miura tiene su aquel para los amantes del torismo que en Valencia y su entorno tiene (se supone) atractivo y si no fuese así sería el momento de que tan respetable sector de la afición templase las reivindicaciones. Luego está la novillada con un cartel de lujo, top en términos modernos, con tres nombres punteros, Jorge Martínez, Mario Navas y Nek Romero, que tiene como valor añadido la valencianía de este último que tanta ilusión ha generado. Eso además de la desencajonada, obligada cita en las noches de julio que engancha con los mejores momentos históricos de la Fira.
Todos somos sabedores de lo engorroso que resulta este espectáculo con las instalaciones actuales tan deficitarias en corrales y espacios de manejo, pero en una fiesta en la que la tradición es factor clave hay que preservar citas como esta en la que se iniciaron los aficionados más jóvenes a la vez que hermanaba las aficiones de la calle y la plaza, binomio más necesario que nunca.
Y aunque no cuente para la taquilla, aunque sí para ganar futuro y ambientar la feria, se cuenta con tres festejos de promoción previos bajo la fórmula de clases prácticas por las que desfilará lo más destacado de las principales escuelas españolas y portuguesas.
