ENTREVISTA

Cayetano: “Si mi hijo me dijese que quiere ser torero le diría que está loco”

José Luis Benlloch
domingo 17 de marzo de 2024
El cartel de Valencia anuncia en tarde de la máxima tradición en la historia de las Fallas, 18 de marzo nada menos, al propio Cayetano, a Juan Ortega y a Borja Jiménez

-¿Aún te da miedo el miedo?

-Es lo que más miedo me da. No es una frase, es la realidad. Es como un virus. No te deja dar el paso adelante. O eso intenta y hay que hacerle frente. Ante una situación de riesgo te llena de dudas cuando en realidad no caben las dudas porque tienes que hacerlo sí o sí. Hay que tener cuidado con eso.

-¿En momentos del miedo hay que hablarte o hay que dejarte?

-Prefiero que me dejen. Sobre todo, porque la mayoría de gente no sabe de qué hablarte y puede que no diga lo más conveniente. Claro que, si alguien lo supiese, si supiese ser oportuno, bienvenido a tu tormenta. Pero hay que saber porque para decir cualquier cosa mejor estar callado.

Son palabras de Cayetano Rivera Ordóñez, el mayor cúmulo de apellidos toreros de la historia, que pese al freno familiar no resistió la llamada de la sangre y acabó vistiendo los hábitos de la familia, los mismos que adoptara el mítico Niño de la Palma, los Dominguín y los Rivera. Así que conoce como nadie la gloria y los sinsabores de la profesión y en ellos van incluidos los inevitables miedos, sin que ello suponga menoscabo alguno, que ya se sabe, a más miedo más valor. Solo hace falta superarlo.

Foto: Antonio Vigueras

-¿Y tú cómo llevas tan semejante virus?

-Es una gestión interna que uno trabaja a veces mejor y a veces peor. Tengo muy claro que mientras esté en activo corro un riesgo y estoy dispuesto a asumirlo. Si no fuese así no debería estar aquí y no es el caso, lo asumo.

-Temas como el miedo, el riesgo y la muerte me consta que los has tratado siempre con mucho realismo.

-Los he tenido siempre muy presentes. En mi caso, por la pérdida de mi padre, con más motivo. Eso es algo que no se olvida.

-Paquirri siempre al fondo… ¿Qué crees que diría de ti?

-Buena pregunta. No sé. Me gustaría preguntárselo algún día, espero que tarde muchos años, pero sí me gustaría.

“Fui torero por curiosidad. Necesitaba saber qué podían sentir para estar dispuestos a arriesgar la vida”

-¿Y si tu hijo te dijese que quiere ser torero?

-Le diría que está loco.

-En tu caso te mandaron a Suiza.

-Y luego a Los Ángeles. Lo que no sé es cómo acabé en esto. Yo le mandaría a Australia, lo más lejos posible.

-No vale, es táctica fallida, en tu caso objetivo imposible. Insististe.

-Me pudo la curiosidad. Necesitaba saber qué podía sentir alguien y de qué manera para estar dispuesto a arriesgar su vida en ello. Pensé que debía ser algo increíble.

-¿Y?…

-Que lo es. También pesó la curiosidad por conocer un poco mejor mis orígenes.

-¿Te arrepentiste alguna vez de no haber escuchado las voces más prudentes?

-La verdad es que no. Tampoco me arrepiento de no haber empezado antes. Aunque eso conlleva una serie de condicionantes que por otro lado me aportaron mucho. Tuve tiempo de formarme antes como persona que como torero.

Charlamos cuando alborea la temporada. Es el momento zen de los toreros. Las pretemporadas son ilusionantes y también duras. Responsabilidad obliga. Las sesiones intensivas de puesta a punto llenan los días. Campo, festivales, exclusividad, no caben más pensamientos en la cabeza que toros, toros, toros, temporada, temporada. Es tiempo de máximo compromiso. Lo exige el toreo, territorio en donde ya se sabe, todo es poco. No hacerlo te martilleará el subconsciente las tardes duras que llegar llegarán. Los festivales son un respiro al retiro campero, permiten entrar en contacto con el público, activar automatismos, comprobar avances y atender buenas causas, “las más benéficas”, me apunta Cayetano, que se ha tomado el invierno bajo ese prisma en el que combina relajo con entrega total. Atrás quedó una complicada y duradera lesión de muñeca, de agosto a diciembre, hasta que por fin pudo torear un festival en Quito.

Foto: Antonio Vigueras

-Lo de la muñeca quedó atrás, afortunadamente. Físicamente me estoy encontrando bien, pero sigo creciendo, todavía no estoy a tope.

A propósito de Quito, se muestra partidario de América, donde apunta que el toro tiene menos raza y menos clase que en España, pero todo se compensa con la disposición con la que la gente acude a la plaza: “Son muy toreristas, van a disfrutar de la tauromaquia y a emocionarse con los toreros”, y eso reconoce que le genera una predisposición muy positiva.

-La actitud del público intento que me estimule mucho cuando es positiva e intento que no me afecte cuando es negativa. Conseguirlo conlleva una preparación mental importante. Hay que saberlo lidiar. Como personas es inevitable que nos afecte lo que nos rodea y más que evadirte lo que haces es una aceptación de lo que sucede.

“Si mi hijo me dijese que quiere ser torero le diría que está loco”

-A propósito, ¿desde abajo, en las tardes enconadas, se escucha lo que dicen?

-Se escucha todo. Incluso reconoces a la persona. Al contrario de lo que alguna gente piensa que cree que el torero en la plaza está como metido en una burbuja, sucede todo lo contrario, en la plaza se agudizan todos los sentidos y estás mucho más despierto y atento que en circunstancias normales, con lo cual percibes todo, lo bueno y lo otro.

-Ponle un apellido a la temporada 2024.

-No sabría, no me atrevo. Sí te digo que para mí es importante porque me veo más cerca de mi final. Así que cualquier corrida de toros es una oportunidad para vivir una sensación única que intento disfrutar.

El cartel de Valencia anuncia en tarde de la máxima tradición en la historia de las Fallas, 18 de marzo nada menos, al propio Cayetano, a Juan Ortega, tan presente en los medios -por motivos personalísimos, pero también por méritos artísticos- y al emergente Borja Jiménez.

-Te toca abrir plaza, ¿te choca?

-Aunque ya he abierto en otras ocasiones me sigue chocando, aunque lo acepto. Lo considero inevitable para la continuidad de los toros. Los más veteranos debemos abrir plaza para dar entrada a los jóvenes que más estén destacando. Hay que hacer el esfuerzo porque es así, porque debe ser así y los aficionados lo demandan.

“Todos deberían pronunciarse políticamente, sean toreros o lo que sean. Uno debe ser fiel a sus principios, no a sus intereses”

-¿Esfuerzo dices?… ¿tan molesto es?

-Todavía más. Llegas en frío, el público también lo está, el primer contacto con el toro ya es el tuyo, no hay tiempo para situarte… No es fácil. Claro que si abres plaza es porque tienes experiencia y se supone que debes lidiar mejor esa presión. Por otra parte, eres director de lidia y eso supone, aunque no siempre se tiene en cuenta, una mayor responsabilidad

-También tiene, entiendo, su regusto de victoria, si después de tantos años has llegado hasta aquí…

-Sí, claro, es otra forma de verlo.

-Ya te hablarán de usted.

-Los chavales, los novilleros todos.

-¿Y no te mosqueas?

-Al revés. El respeto siempre es bueno y en el toreo abunda. Como dices es la prueba de que todavía seguimos aquí.

-¿Los años qué te han traído?… ¿acaso serenidad?

-Por lo menos intento buscarla. Es muy necesaria.

-¿Cuajo de torero?

-Siempre estamos en un cambio constante en función del momento de cada uno y de búsqueda de uno mismo. Eso nos hace tener la mente abierta, es un modo de búsqueda constante sobre todo los toreros que no somos muy técnicos.

-¿En ese orden de cosas los años te invitan a la prudencia?

-Simplemente hay más motivos por los que pensarte más las cosas.

-Estamos en Valencia, como quien dice, son vísperas de Fallas.

-Valencia y las Fallas son especiales para mí por muchos motivos, uno por ser la primera plaza en la que corté dos orejas ya siendo matador y eso por sí solo ya la hace algo especial en mis emociones. Y más allá de su importancia taurina y por el momento en el que celebra y el compromiso a que obliga, te recuerdo que he pasado mucho tiempo en Valencia, tengo grandes amistades y he podido sentir el cariño y el calor del público, y eso siempre lo hace especial.

“A la prensa del corazón no te acostumbras nunca, solo convives lo mejor posible”

A estas alturas del año ya ha pasado por el sastre para la nueva temporada. En su armario cuelgan una colección impresionante de vestidos, cuatro de ellos para estrenar, un lila y plata, inspirado en un terno del Niño de la Palma, o lo que es lo mismo, su bisabuelo Cayetano, aquel que deslumbrase a Hemingway en su primer viaje a España, un turquesa y azabache y finalmente un gris plomo también bordado en azabache… “El resto son de oro además de un goyesco…”, lo que significa que después de varios años ausente muy a su pesar, volverá a una plaza de tanta significación familiar como la de Ronda. Es una gran noticia.

Niega tener manías o supersticiones y si puede parecer alguna la define como costumbres, como es el llevar dos colonias que se aplica antes de torear.

-Una la usaba mi padre y la otra mi abuelo. Y dependiendo del día, antes de torear me pongo una u otra. La de mi padre se llama Brut y la de mi abuelo 1711. Es una forma de llevarles conmigo.

A su condición de torero valiente, un Rivera no podía ser de otra forma, añade la de personaje preferido de las páginas del cuché, un plus y una cruz que puede llegar a desvirtuar las primeras. ¿Te acostumbraste a la prensa del corazón?

-A eso no te acostumbras nunca. Convives lo mejor posible pero no es algo a lo que te acostumbres.

Foto: Arjona

-También tendrá alguna ventaja.

-También, lo reconozco. Sobre todo, por el cariño y el respeto con el que se te acerca mucha gente.

-Por cierto, si me lo permites, un torero sin un romance es poco menos que un jardín sin flores.

-¿Cómo, cómo…?, duda y se toma un tiempo antes de responder mientras le aseguro que no hay intención en la pregunta. Qué quieres que te diga… Un romance siempre es bonito.

-¿Qué crees que tienen los toreros para generar esa atracción?

-Misterio.

-Es algo que les hace diferente a otras actividades.

-Yo creo que sí. Es interesante. Al final lo que mueve a las personas son las diferencias.

“Todos deberían pronunciarse políticamente, sean toreros o lo que sean. Uno debe ser fiel a sus principios, no a sus intereses”

-¿Un torero crees que debería pronunciarse políticamente?

-Todas las personas deberían pronunciarse políticamente, sean toreros o lo que sean. Uno debe ser fiel a sus principios, no a sus intereses.

-En alguna ocasión se te vio en liderando las inquietudes profesionales de tus compañeros, ¿te has desencantado?

-Intentaba remar en la dirección que pensaba que iban los intereses de continuidad de la tauromaquia, eso es lo que pretendía, y sí, me desencanté, por cosas que se hacen y por otras que no se hacen y ahora no estoy implicado en la Fundación Toro de Lidia, no estoy como patrono.

-¿Si te calificamos de rebelde nos equivocamos?

-Si hay causa no te equivocas. Yo soy fiel a mis principios y muchas veces choco con otros que percibo que actúan por sus intereses. Y en esas circunstancias he tenido mis más y mis menos, algo que por otra parte considero normal. Yo siempre voy a defender aquello en lo que creo.

Cuando le preguntas por su hobby no tiene dudas, volar.

-Me sigo sacando la licencia de piloto. Ya me saqué el teórico y estoy con las prácticas.

-¿Tienes ídolos?

-Muchos. De mi familia todos y algunos más en los que me fijo y son fuente de inspiración.

-¿Si tuvieses que acercarte artísticamente a algún familiar a quién elegirías, con quién te ves?

-¿Comparado con ellos?… no creo que sea comparable. Son perfiles y tiempos muy distintos. Todo ha cambiado. Si tuviese que elegir, en cuanto a la forma o empaque me gusta mi abuelo. Me gusta mucho ver sus faenas. Luego me emociona la raza de mi padre. El carisma de Dominguín, su personalidad… Es que en casa tengo mucho en lo que fijarme.

-No lo ponen fácil.

-Imagina. Mi hermano también tuvo que enfrentarse a todos esos fantasmas de las comparativas, también le tocó pasar por ahí y dar la cara. Y lo hizo. Yo intento ser yo mismo, hacer honores a lo que ellos fueron, pero siempre fiel a mi interpretación y a mi forma de expresarla.

 

Los sí y los no

-¿Cuál es tu estado actual, sereno, atacado, feliz…?

-Sereno.

-¿En algún momento quisiste comerte el mundo?

-Sí. Y unas veces me lo comí y en otras ocasiones me comió él a mí.

-¿Te consideras un tipo incómodo?

-Sí, puede ser.

-¿Alguien te hizo callar?

-Nooo.

-¡Ah! ¿Ya aprendiste a decir no?

-Sí.

-¿Te costó mucho?

-No.

-¿El triunfo te sigue aplacando?

-Sí.

-¿El símbolo del triunfo es la pasta?

-No.

-Entonces cuál es?

-El orgullo, la satisfacción, el honor.

-En eso tienes mucho acumulado.

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