La Venta del Batán ha vuelto en este inicio de San Isidro con la exposición de las corridas de José Escolar, Montalvo, El Parralejo, El Capea, Luis Algarra y las novilladas de Los Maños y de Montealto. No ha sido del agrado de los ganaderos a quienes se les ha impuesto llevar sus reses a la Casa de Campo mientras que a otros compañeros ni se lo han propuesto. Esta circunstancia ha molestado a muchos de ellos que, además de la preocupación propia de lidiar en Madrid, se han sentido agraviados por el trato.
Dicho esto, la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia ha dirigido una dura carta al Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid solicitando la suspensión de la exposición de los toros en la Venta del Batán. Drástica solución para un hervidero de aficionados. La Unión -y resto de asociaciones- tendrá que aclarar con la empresa quién debe ir o no a exponer sus toros para cumplir el 50% del mínimo de ganaderías que exige el pliego a la empresa de Las Ventas.
Uno de los argumentos es que hay deficiencias técnicas aunque hay un informe favorable de los veterinarios de la Comunidad de Madrid. En estos tiempos en los que el manejo está a la orden del día, en que los toros se meten en la manga habitualmente para desparasitar, para enfundar, para desenfundar o para operar incluso para hacer simulaciones de embarque, entre otras cosas. Llama poderosamente la atención que el colectivo mayor de los ganaderos argumente que el Batán no cumple los requisitos técnicos necesarios cuando sus antepasados acudían al mismo lugar, con las mismas características cuando el “manoseo” del toro era mucho menor.
Bien es cierto que en esa época los reconocimientos no tenían ni punto de comparación con los de la actualidad. Piden que el primer reconocimiento se realice en el Batán, antes de que los toros puedan perder peso o lastimarse de alguna forma. No es mala propuesta, aunque hay ganaderías que acusan más el doble embarque que otras. Por ejemplo, de los novillos de Montealto hay dos que tras pasar por el Batán se les desechó en el reconocimiento por exceso de peso. A otras ganaderías el estrés de los viajes y la adaptación les afecta más impidiéndoles comer o beber provocando que se queden escurridos con la desaprobación posterior de los veterinarios en Las Ventas.
La solución no es fácil pero desde luego no pasa por el cierre del Batán. Los que nos hemos acercado en los últimos días a contemplar los toros hemos descubierto la emoción que provoca en tantos niños que acuden con sus familias a conocer al rey de la fiesta. Las tres veces que he asistido me he encontrado a los animales echados, algún novillo díscolo se encampanaba cuando pasaba algún curioso pero no he visto ninguna carrera, ni derrote, ni provocación por parte de las personas que acuden. Los toros están protegidos por sus mayorales y por seguridad privada contratada por la empresa.
Es importante preservar esta tradición que con la excusa de la lengua azul se cerró para meterlo en el cajón del olvido como se hizo con la Venta de Antequera en Sevilla. Ha costado mucho volver a abrir el Batán como para cerrarlo ahora a las primeras quejas. Es importante buscar soluciones, generar más contenido en la finca municipal, hacerlo atractivo para taurinos y para no taurinos. Plaza 1 está cumpliendo con su obligación de exponer, al menos, el 50% de las ganaderías que se lidian en Las Ventas pero se debe promocionar más porque es fundamental para el futuro de la fiesta.
No es momento de mirarse el ombligo. Es momento de buscar soluciones y dar garantías.
