CRÓNICA FERIA DE LA MAGDALENA

Pinceladas de Juan Ortega en tarde de poca inspiración en Castellón

Jorge Casals
sábado 09 de marzo de 2024
Juan Ortega dejó todo un recital capotero que, literalmente, levantó al público de sus asientos

La corrida comenzó con una fuerte ovación a una pancarta en tendido de sol que flameaba bajo el lema: “Cataluña es taurina”. Tras el chaparrón de mediodía, el agua dio una tregua a la hora de los toros y quedó una buena tarde. Dos toros de Álvaro Núñez remendaron el encierro de Domingo Hernández. El primero de ellos cayó en manos de Morante, un toro tan bajo de raza como de poder que dejó inédito a Morante. Un trincherazo en el inicio de faena fue lo único destacable de una faena sin más historia. Pobre debut del ganadero Álvaro Núñez en esta plaza.

De nuevo quedó inédito Morante frente al cuarto, un toro justo de trapío y muy bajo de raza. El sevillano se mostró excesivamente apático, castigó al toro en demasía y lo macheteó de primeras en la muleta sin ningún convencimiento. Mal con espada y descabello y enfado del público. Pasó de puntillas el sevillano por esta Magdalena.

Cuando asomó el segundo por toriles salió el sol a la vez, como algo premonitorio de lo que iba a suceder. Juan Ortega dejó todo un recital capotero que, literalmente, levantó al público de sus asientos. Genuflexo primero, erguido después, todo muy reunido y encajado, bajando las manos, con el de Domingo Hernández repitiendo con celo. La media, un cartel de toros. Vino después un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo y un quite por verónicas.

El inicio de faena resultó sensacional, de ricos matices y sabor antiguo. A los ayudados a dos manos le sucedieron dos cambios de mano de una despaciosidad sublime, se durmió en el muletazo que pareció no tener final. Un calambrazo en el alma. Lo que se presagiaba como una faena grande ante un toro de sabrosa embestida quedó solo en una labor de detalles, pues luego llegaron las intermitencias, la falta de acople al natural por donde el toro humillaba superior. Coitus interruptus. No remontó ya la faena y se apoderó la decepción, como un jarro de agua fría. Mató de dos pinchazos y una estocada desprendida, siendo ovacionado.

Un marmolillo fue el segundo remiendo de Álvaro Núñez. Aplomado y desrazado, Juan Ortega lo despachó pronto, no sin antes dejar otro inicio de faena de mucho empaque, con algunos cambios de mano deletreados.

El segundo embistió a media altura pero no le importó a Pablo Aguado para dejar algunas verónicas de relajada expresión. Hubo naturalidad y verticalidad en un quite por chicuelinas. El de Domingo Hernández ya nunca humilló, pero Aguado lo entendió bien, lo provocó, le dejó la muleta adelante y tiró de su embestida con la figura hierática, relajada. Algún gañafón defensivo embruteció ciertos pasajes. Faena paciente de Aguado en la que no se aburrió. Tras dos pinchazos se tumbó el toro y el sevillano fue ovacionado.

El sexto fue el de más cuajo y volumen de la tarde. El padre de los anteriores. Muy parado el de Domingo Hernández, Pablo Aguado se empeñó en sacar partido en una labor afanosa pero carente de emoción.

Plaza de toros de Castellón. Sexto festejo de la Feria de La Magdalena. Cuatro toros de Domingo Hernández y dos de Álvaro Núñez (1º y 5º), desiguales de presentación y de poco juego. Morante de la Puebla, silencio y pitos; Juan Ortega, ovación con saludos tras aviso y ovación con saludos; y Pablo Aguado, ovación con saludos y silencio tras aviso. Entrada: Tres cuartos.

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