TAL DÍA ESTA SEMANA… 5 DE JUNIO DE 1988

El impacto de un pequeño gran torero: ¡Que viene Manili!

Alfonso Ávila
domingo 04 de junio de 2023
El diestro de Cantillana se convierte en el gran triunfador de San Isidro tras salir por partida doble por la puerta grande de Las Ventas

Con lleno en los tendidos se celebró la vigesimocuarta de abono del San Isidro de 1988. Se lidiaron cinco toros de Puerto de San Lorenzo, deslucidos salvo el aplaudido segundo, y un toro de Jiménez Pasquau, lidiado en cuarto lugar, muy bronco. Manuel Ruiz “Manili” (oreja, vuelta al ruedo y oreja), Curro Durán (palmas  y silencio tras aviso) y Paco Machado, que confirmaba la alternativa (silencio y cogido). Manili estoqueó tres toros por la cogida de Paco Machado.

Tras su exitosa actuación la tarde de los miuras cuando logró salir por la puerta grande al cortar una oreja a cada toro de su lote, le comentaba a nuestro compañero Luis García: “Tenía que llegar, no cabía otra solución. Sabía que tarde o temprano lo conseguiría. Tantos años de lucha y sacrificio, habían de dar su fruto. Cuando no toreaba seguía entrenándome con fe en que llegaría mi hora”.

Manuel Ruiz “Manili”, con un terno lila y oro, fue recibido con una ovación tras el paseíllo. Tras lucirse con el capote en su primero “comenzó su faena con una pedresina en el centro, aguantó en dos series de derechazos y le resultaron logradísimos los remates pectorales por dos veces. Mayor calidad hubo en los naturales, aunque no resultaron ligados, sobresaliendo, de nuevo, el de pecho. Volvió a la diestra con lucimiento y entusiasmó al público en un cambio de mano enlazado a un redondo, continuando con unos adornos torerísimos. Un pinchazo y una contundente estocada dieron paso a una merecida oreja”, escribía para Aplausos José Luis Suárez-Guanes.

Con el sobrero de Jiménez Pasquau, que resultó manso, Manili se peleó para enseñarle la senda de la embestida a un toro que embestía a oleadas, logrando muletazos de mérito. Al pinchar y utilizar doblemente el descabello, el premio quedó en una vuelta al ruedo.

Lo mejor vendría en el último de la tarde. Como relató nuestro compañero Ignacio Álvarez “Barquerito” en su libro Larga cambiada: “La puerta grande de Madrid se la abrió a Manili el toro de Puerto de San Lorenzo que cogió a Paco Machado en los medios. Al no poder continuar la lidia este diestro, se hizo cargo el de Cantillana, que estuvo sinceramente impresionante. Su tranquilidad para pararse y cruzarse con escalofriante valor y listísima habilidad; su derroche de técnica para obligar al toro por los dos pitones, especialmente por el izquierdo; su inspiración  para desplantarse en los cierres de tandas o su talento para echarse por delante el toro en pases de pecho obligados, sacados a pulso aunque el toro, por flojo, tan sólo se rebrincaba”.

“Su sangre fría para no descomponerse, sino venirse todavía más arriba en los derrotes, que aguantó con impavidez y gestos felices, sonrisas y guiños dirigidos a los espectadores que anónimamente habían entrado en la faena desde el primer momento. Era más alto el toro que Manili. Los alardes de valor, cuando Manili ganaba decididamente milímetros para cruzarse, se acogieron con ovaciones. No fue, desde luego, una faena de belleza tradicional, pero, por su dominio y su fuerza, sí una faena irrebatible. Entró por los ojos y entró por la cabeza. Éste fue el milagro de Manili, que cobró un estoconazo magistral del que rodó este toro, que se llamaba Dudoso y, sin duda alguna, va a hacer a Manili millonario”.

Tal y como escribió Filiberto Mira en Aplausos, “a los dos días, el 7 de junio, al mediodía alzado por todos, entra triunfador en su pueblo, el que acababa de salir dos tardes en hombros por la puerta grande de Madrid. Manili recibe el homenaje masivo de sus paisanos. Como decían los más viejos de la villa: esto no se ha visto jamás en Cantillana. Día inolvidable para un pueblo de calles blancas y verde campiña. Engalanados los balcones, banda de música, repiques de campanas y todos en la calle con un solo grito en el corazón: ¡torero! ¡torero!”.

“Manili es desde ahora, la alegría de Cantillana, la gloria de la villa y la fama del pueblo. Cuatro orejas en dos tardes, para él, la gloria del toreo. Tras la recepción en el consistorio, es izado nuevamente a hombros para llevarlo a la ermita de la Virgen de la Soledad, donde le es entregada la medalla de la virgen y se oficia una misa en acción de gracias”.

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