DESDE EL ARENAL

El toro de Santa Coloma

Carlos Crivell
jueves 12 de noviembre de 2020

De la discutida Gira de la Reconstrucción hay que destacar que ha sido capaz de mantener el ambiente taurino a un nivel inesperado hace tres meses. Se ha hablado de toros y toreros, a pesar de que la Gira se ha sustentado en plazas de tercera. No ha importado. Los toreros han mostrado una gran entrega todas las tardes. Sin embargo, este ciclo ha vuelto a demostrar que este desgraciado año 2020 ha sido el del toro bravo. En la mayoría de los festejos se han lidiado toros de nota alta, bien por su bravura, bien por su calidad en las embestidas.

En la que se celebró el día 7 de noviembre en Estepona hubo dos toros de La Quinta que vuelven a poner sobre la escena la importancia y necesidad del encaste Santa Coloma. Es un encaste que ha estado al borde de su desaparición, de hecho, aún hay quien tilda a esas reses como encaste minoritario. La familia Martínez Conradi, junto a otras, mantiene vivo el fuego del toro santacolomeño.

Se lidian relativamente pocos toros del encaste. Si los que mandan en los carteles y pueden exigir ganaderías se decantaran por ellos, seguro que habría más ganaderos dispuestos a criar en sus cerrados a estos bellísimos animales

Salió un toro bravo y encastado al que Morenito de Aranda logró meter en la muleta de forma admirable, lo que no era nada fácil porque un toro bravo nunca pude ser cómodo para el torero. El cuarto, también bravo, tuvo una embestida más pacífica y lo cuajó Emilio de Justo en una faena perfecta. Dos toros distintos, pero ambos bravos. De mejor condición para el toreo el que toreó Emilio, pero muy emocionante el que dominó Morenito. Fue uno de mejores placeres de este año taurino de tan escaso bagaje.

Decíamos que se lidian relativamente pocos toros del encaste. Así ocurre porque las camadas de las ganaderías que tienen sangre de Santa Coloma son cortas, algo que ocurre porque sus toros no son reclamados por las figuras. Si los que mandan en los carteles y pueden exigir ganaderías se decantaran por ellos, seguro que habría más ganaderos dispuestos a criar en sus cerrados a estos bellísimos animales.

La diversidad de encastes es una petición utópica que se reclama con insistencia. La Fiesta está necesitada de esta variedad. Lo que sería una verdadera reconstrucción es que las figuras mataran camadas enteras de otras ganaderías en el borde del precipicio

La diversidad de encastes es una petición utópica que se reclama con insistencia. La Fiesta está necesitada de esta variedad. Lo que sería una verdadera reconstrucción es que las figuras que matan camadas enteras de otras ganaderías, se decidieran a enfrentarse de forma cotidiana con los de Santa Coloma y otros encastes también en el borde del precipicio. El aficionado tiene pocas posibilidades de exigir a los toreros en los tiempos actuales. Hubo un tiempo en que a una figura no se le ocurriría apartar de su temporada a determinadas ganaderías. Esta diversidad sería algo maravilloso. Pero hay algo más. Con la desaparición de algunas ganaderías se están perdiendo joyas genéticas que serán irrecuperables en el futuro. Estos toros de Estepona de La Quinta han puesto de nuevo de moda al toro de Santa Coloma. Sería bueno que en el futuro, para salvaguardar esa sangre y para engrandecer al toreo, en las ferias de postín se lidiaran más toros de este encaste legendario.

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