Fotos: LUIS BARBERO
En el ecuador de la primavera, acompañado por el compás del silencio que invade su finca, y teniendo como fondo el rico patrimonio histórico-artístico de su pueblo natal, Calatayud (Zaragoza), Mario Pérez Langa, concentra todo su esfuerzo en poner a punto su cuadra, pensando en la confirmación de su alternativa, que tendrá lugar el próximo 26 de mayo, en Madrid. Mario vive su profesión con una pasión excepcional. Se levanta pensando en sus caballos. Durante todo el día, corrige sus defectos, ensaya minuciosamente sus evoluciones técnicas. Y, aún en su tiempo de descanso nocturno, continúa proyectando y soñando en cuajar esa faena redonda que le permita torear con cierta continuidad para reflejar su tauromaquia.
Pérez Langa es buen equitador, profundo conocedor de los terrenos del toro y del caballo, además de un consumado lidiador. A lo largo de las dos temporadas que lleva como profesional, Mario ha conseguido notables triunfos, al tiempo que ha demostrado una gran regularidad. Pese a ello, es consciente que necesita un triunfo incontestable en Las Ventas para que su carrera consiga el impulso definitivo.
-Por fin llegó el momento de cumplir un sueño: torear en Madrid.
-Así es. Llevo años preparándome y trabajando duro por abrirme paso en el cada vez más difícil ámbito del toreo a caballo. He pasado muchas horas domando mis caballos. He tenido que superar numerosas dificultades y vivir momentos y circunstancias realmente duras. Torear en Madrid era uno de mis sueños. Ahora, afortunadamente se va a hacer realidad. Es el premio a un gran esfuerzo y a mi capacidad de superación. Estoy muy ilusionado, y a parte de la satisfacción personal, espero que sirva como trampolín para lanzar mi carrera.
-Pese a que ha toreado en plazas de primera y tiene notable experiencia, ¿crece el miedo escénico cuando se está anunciado en Las Ventas?
-Más que el escenario me afecta la responsabilidad. Desde que comencé a torear, lo he hecho en cosos que no reunían las mínimas condiciones para enfrentarse a un toro. Otras veces he actuado en plazas de tercera y segunda categoría, amplias, con notable aforo. Y, también he tenido la suerte de torear en plazas de primera como Zaragoza. Por lo tanto, insisto, más que el marco, me preocupa la tremenda presión que me obliga a estar bien para aprovechar la oportunidad que tengo. Por otra parte, como me esfuerzo al máximo en la preparación, confío plenamente en mí, y estoy convencido que cuando salga el toro, me voy a concentrar en su lidia y lo voy a cuajar.
-Riesgo y peligro. Técnica y temple. Suavidad y plasticidad. Emoción y vibración. Toreo, en definitiva, es lo que se necesita para triunfar en Madrid. ¿Cree que actualmente reúne los mencionados requisitos?
-Sinceramente, creo que sí. Como decía, llevo años trabajando y luchando por abrirme paso. Tras superar grandes dificultades, me siento curtido y con la experiencia y madurez suficiente para resolver los problemas que puedan plantearme los toros. Hay que tener en cuenta que torear en pueblos, enfrentarte a toros grandes, desrazados, complicados y muy peligrosos, te obliga a espabilar, venirte arriba y salir airoso. Si a ello unimos que actualmente cuento con una cuadra variada y competitiva, estoy convencido de que es el momento idóneo para confirmar mi alternativa en Madrid. Lo único que pido es que el toro que me corresponda, al menos se deje, y me permita demostrar que tengo condiciones y capacidad para entrar en ferias importantes.
-Supongamos que abre la puerta grande. ¿Cómo lo celebraría?
-Ojalá. Es muy difícil, pero no imposible. Lo celebraría con sencillez junto a mi familia y amigos más allegados. Vivo con humildad y me siento feliz en ambientes sencillos y humildes. Sin duda, la celebración sería más emocional que material.
-Torear a caballo consiste en establecer un continuo diálogo entre caballero, toro y caballo. ¿Cómo es su diálogo con el toro y con el caballo?
-Intento que sea lo más puro y emotivo posible. He bebido en la fuente del maestro Hermoso de Mendoza. Con él he compartido varios periodos, y de él he aprendido técnica, estrategias y comportamientos del toro y del caballo. Pero mi concepto del toreo es exclusivamente personal. Ni sé imitar, ni quiero imitar. Para bien o para mal, delante del toro actúo como lo siento. Eso sí, mi corte es clásico. De ponerme de frente, ir de frente, cuanto más despacio, mejor. Y permitir embroques ajustados. Además, tengo muy en cuenta el temple, la limpieza y la ligazón. Es cierto que a medida que maduro, compruebo que lo voy consiguiendo, y ello me está ayudando a convencerme que con tiempo podré conseguirlo.
-A veces, por distintos motivos, el caballo torero se excita en demasía y resulta imprescindible calmarlo. ¿Qué recursos utiliza para conseguirlo?
-Para mí es fundamental conocerlos en profundidad, pasar muchas horas con ellos, compartiendo situaciones distintas y observando sus reacciones. También es importante analizar el estado anímico y circunstancias en las que se encuentran. Los caballos, como las personas, tienen días mejores y peores. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta. Aparte, contagiarle ánimo con la voz, acariciarlo, trasmitirle confianza e intentar convencerlo mediante diferentes estímulos. En definitiva, establecer un diálogo encaminado a incrementar su confianza y autoestima. Hay caballos que por su excesivo carácter se ponen muy nerviosos, hasta el punto de presentar problemas para montarlos. Cuando esto ocurre, en la mayoría de los casos, la dificultad se supera actuando con paciencia y serenidad. Por el contrario, si se actúa con violencia, aunque sea verbal, el caballo incrementará su nerviosismo y lejos de sosegarlo, lo que se conseguirá es irritarlo más.
-¿Sueña poder torear alguna vez, no para levantar aplausos, sino para abandonarse y disfrutar de todas las connotaciones emocionales y plásticas que conlleva la lidia ecuestre?
-Lo hago con alguna frecuencia. Cuando el toro y las circunstancias lo permiten no dudo en llevarlo a la práctica, y puedo decir que se convierte en una experiencia única. Te olvidas de todo, te relajas, te rompes y todo se inunda de magia. Hasta ahora ésta vivencia la he experimentado en plazas de menor relevancia, hacerlo en una plaza de máxima responsabilidad debe ser mucho más intenso.
-Uno de sus caballos lleva por nombre Algemesi, una ciudad en la que ha toreado en varias ocasiones y siempre ha triunfado.
-Cierto. En Algemesí me siento muy motivado y muy cómodo al mismo tiempo. No es una plaza fácil, puesto que su forma rectangular y reducidas dimensiones complica bastante la lidia, y sobre todo, la lidia a caballo. Pero, pese a las mencionadas complicaciones, la personalidad de la plaza y el ambiente que se vive, invita a entregarse. Además, en Algemesí tengo muchos seguidores y espero seguir toreando muchos años más.
-Es obvio que Madrid será determinante para su futuro profesional. Pero, a parte de lo que suceda en Madrid, ¿cómo espera que se desarrolle su temporada?
-Creo que torearé bastante. De momento tengo un festival y la feria de Soria. Estoy convencido que agosto y septiembre van a ser meses donde tendré que cumplir numerosos compromisos. Supongo que sobre una treintena de corridas.
Trío de ases para confirmar
Pérez Langa dispone de varios caballos confirmados y con garantías para la presente temporada, a los que ha preparado el propio rejoneador: “Mi pasión por el caballo hace que tenga en casa bastantes caballos. Me entusiasma la doma y disfruto domando. Por ello, todos los caballos que tengo toreando los he preparado yo. Suelo comprarlos de potros y, poco a poco, los voy poniendo a torear”.
Entre ellos destaca un trío de ases sobre los que asentará su tarde en Madrid. “De los que viajarán a Las Ventas, Roncal será el encargado de parar al toro de salida. Se trata de un caballo lusitano, hijo de Roncal, de Hermoso de Mendoza y de una hija de Chicuelo, también propiedad de Pablo. Es un caballo tordo, con ocho años, poderoso, con mucho carácter, muy valiente y con gran personalidad. Con él paro a los toros a portagayola. Una suerte muy complicada y de máximo riesgo, pero que la interpreta francamente bien, porque la siente con máxima intensidad. Los dos nos compenetramos a la perfección y la disfrutamos. En el tercio de banderillas utilizaré a Garibaldi, un caballo lusitano, tordo, de siete años, muy poderoso, flexible, con mucho corazón y gran personalidad. Es muy joven y ha toreado poco, pero tiene tanta calidad y confío tanto en él que va a debutar en Madrid. Para banderillas a dos manos, banderillas cortas y último tercio voy a contar con Algemesí, un caballo elástico, con valor natural, que deja llegar muy cerca a los toros, y pese a las dificultades que presenten, siempre cumple. La verdad es que ayuda mucho a rematar las faenas. Es muy regular, y parte de mis triunfos se deben a su eficacia y seguridad”.