Finito de Córdoba, un clásico entre los clásicos, por concepto y longevidad profesional, se encuentra en trance de cruzar el charco rumbo a Ecuador, donde está anunciado este domingo 27 de febrero en Ambato, y el 1 de marzo en Autlán de la Grana (México), respectivamente.
Y no es que a Juan Serrano le haga excesiva falta, pero nunca está de más ponerse delante de antagonistas con volumen de cara a estos compromisos americanos. Por ello, el pasado lunes, el ganadero Apolinar Soriano, amigo del torero, le brindó las embestidas de dos becerras y dos toros de su propiedad.
Los cuatro animales de la ganadería jienense se dejaron en mayor o menor medida, aunque sin alcanzar la excelencia de, por ejemplo, el gran novillo lidiado el pasado año en Miguelturra por Carlos Aranda, con corte de dos orejas incluido.
Ante los cuatro oponentes Finito anduvo con las ganas de un novillero -créannos que así fue- y con la elegancia privativa de los elegidos -él lo sigue siendo-, con el añadido de su contrastado compromiso con la cantera.
Juan, quien en contra de costumbres modernas siempre reserva embestidas de sus antagonistas para incipientes toreros ilusionados por la ocasión, en esta cita anduvo acompañado, además de por su propio hijo Juan Rodrigo, por el novillero cordobés Javier Moreno “Lagartijo” y una alumna de la Escuela Taurina de Córdoba, quienes observaron primero y escucharon después lo hecho y dicho por Finito. Palabras mayores.