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Gracias Peter Jansen

Quisiera ver lo que le ocurriría en Holanda a un españolito de a pie si le diera un pronto y se pusiera a arrancar tulipanes a destajo. Pero seguro que no lo arreglaría con una hora de calabozo.

A Peter Jansen, ese joven de la tierra de los tulipanes, que también tiene la mejor ginebra del mundo, hay que agradecerle la resurrección de una figura ya olvidada en la Fiesta de los Toros: el espontáneo. No sé por qué los aficionados a los toros nos enfadamos por esa aportación tan literaria y arquetípica en el toreo, en vez de agradecerle al “holandés errante” que nos recuerde tan a menudo algo tan tradicional y romántico. ¡Ojalá en sus incursiones en las arenas españolas pusiera el mozo algún que otro par de banderillas de fuego o de aquellas fúnebres “viudas”, que también el tiempo se llevó!

Si el muchacho paisano de Rembrandt no se echara al ruedo cuando el toro está ya “kaput”, habría que erigirle una estatua en la puerta grande de cada plaza de toros. Sería una imagen imborrable ver como el tal Jansen le quita la muleta a Morante (pongo por caso) y se lía a darle naturales al burel y luego, consumada la faena, se perfila y lo tumba de un estoconazo. Sólo le falta eso para convertirse en el mejor propagandista del toreo en toda su historia. Pero claro, con el toro ya difunto y a punto de ser arrastrado por las mulillas, la cosa pierde cierto mérito.

No se quejará Peter de que se le trata con dureza por su irregular acción, porque con una horita detenido hace el gasto y se va tan campante a contárselo a los amigos, como Luis Miguel cuando yació por primera vez con Ava Gardner. Quisiera ver lo que le ocurriría en Holanda a un españolito de a pie si le diera un pronto y se pusiera a arrancar tulipanes a destajo. Pero seguro que no lo arreglaría con una hora de calabozo. Aunque claro, tampoco hay bancos españoles que pagan a desgarracolchas para que hagan el indio en la hermosa campiña holandesa. Aquí sí que hay un banco holandés que lo hace con Peter Jansen y sus homólogos. Debajo de mi casa hay uno. Al menos en la lista publicada de los “paganinis” del antitaurinismo figura. De todos modos, en el banco en cuestión no entran ni las moscas. En el pecado lleva la penitencia…