La revolera

Hay que apretarse el cinturón

Paco Mora
jueves 08 de julio de 2010

Habrá que poner mucha atención a estos tres meses fuertes de la temporada, en los que se celebran el grueso de las ferias taurinas de toda España…

Habrá que poner mucha atención a estos tres meses fuertes de la temporada, en los que se celebran el grueso de las ferias taurinas de toda España. Si lo ocurrido en la Feria de Hogueras de San Juan de Alicante se repite en otras ferias, la cosa puede exigir un “concilio vaticano segundo” entre todos los sectores que intervienen en la organización de la Fiesta como espectáculo de taquilla. Y se deberán adoptar medidas con la mayor diligencia, con el fin de afrontar la realidad e intentar evitar la debacle. Y ello, con espíritu de unidad y sin egoísmos suicidas.

No se puede actuar como si siguiéramos en época de vacas gordas. Todos deben estar dispuestos a apretarse el cinturón, si fuera necesario, para que el espectáculo taurino resista los embates de la crisis. La primera decisión a tomar para frenar la gran espantada a las taquillas es bajar el precio de las entradas. Para ello es necesario reducir el costo de las corridas, ya sabemos que es duro y difícil pero mejor eso que comerse con patatas la mitad de los toros de la camada. Los cachés de los toreros, me refiero a los que cobran cifras con muchos ceros, también deben ser revisados a no ser que aspiren a ganar en veinte corridas lo que solían ganar con cincuenta, caiga quien caiga y pase lo que pase. Y luego, al margen de otros flecos menores pero no menos importantes, como la exagerada fiscalidad que soporta el espectáculo taurino, hay que poner freno al carácter leonino de las adjudicaciones de los inmuebles en los que se escenifica la Fiesta Nacional, porque sino se ofrece cierta garantía de rentabilidad a las empresas, los alcaldes y los presidentes de las diputaciones tendrán que ir pensando en dedicar sus Plazas de Toros al cultivo del champiñón.

Hay que estudiar con realismo, y poner en práctica cuanto antes, cualquier medida que pueda servir para mantener la Fiesta en pie. Si estamos proclamando a voz en grito que el toreo forma parte de nuestro acervo cultural no parece lógico dejar que languidezca, porque unos y otros se empecinen en seguir forrándose a su costa. Sin pararse a pensar que todas las ubres acaban secándose, si se las ordeña sin orden ni concierto.

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