BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Heroico Ferrera, llenó, creó, toreó y triunfó

José Luis Benlloch
domingo 25 de octubre de 2020
Esa lidia (la del sexto) fue un emocionante desorden que no dejaba tiempo a reponerse a los espectadores. ¿No pedíamos emoción?... ¿No gritábamos abajo la rutina?...

Era una tarde diseñada para Ferrera y a fe que la aprovechó. Llenó, creó, toreó ¡y cómo toreó! y triunfó. Seis toros, seis estocadas, un pinchazo y cinco orejas. Cuando arrastraron al segundo de la tarde ya tenía conquistada la puerta grande. Había estoqueado los dos toros desde una distancia inusitada, había mandado picar el toro segundo en los medios y le había hecho a cada toro justo lo que cabía hacerle, entre otras cosas aplicarle mando al primero y mimo al segundo. Seguidamente llegó una faena cargada de épica a un toro marrajo y viejo que le cogió dos veces sin que el matador se amilanase.

Es el nuevo Ferrera, en realidad el Ferrera de los tres últimos años. Del populismo y la ligereza del espectáculo banderillero al sosiego más clásico, de la burbuja light al sabor profundo de los buenos caldos, de los colorines al rojo rioja, del este me lo sé y el más de lo mismo a la creatividad más inesperada, todo ello dicho con todos los respetos a la etapa anterior que le trajo hasta aquí, eso y más ha sido la evolución artística y personal de Antonio Ferrera. Ayer en su Badajoz natal, hizo alarde de una tauromaquia propia y original capaz de maridar, ahora sí, el espectáculo y la ciencia, sentimiento y profesión. La estación término de semejante viaje es lograr, ¡oh milagro!, interesar al sol y a la sombra, a los recién llegados y a los popes del toreo tal como sucedió ayer.

La segunda parte de la corrida arrancó con otro torazo con el que desempolvó el quite de la mariposa antes de cuajarle una faena tan inteligente como apasionada que le permitió dibujar los momentos más redondos y hermosos de la tarde. Gran faena rematada de soberbia estocada en la suerte de su invención que le puso otras dos orejas en sus manos. Hizo otra buena faena al quinto, toro que fue a menos; y en el sexto, que recibió a portayagola en una exhibición de orgullo, banderilleó a cambio de una cogida espeluznante de la que nadie se explica cómo salió indemne   e hizo faena que entra de lleno en la catalogación de heroica. Esa lidia fue un emocionante desorden que no dejaba tiempo a reponerse a los espectadores. ¿No pedíamos emoción?… ¿No gritábamos abajo la rutina?…

Lo otro: se agotaron las localidades permitidas, más de cuatro mil; se lidiaron seis toros de Zalduendo, de excelente presentación, mucha edad, interesante juego y mucho, mucho que torear. Al final, tras mucho más de dos horas de espectáculo, el marcador de trofeos quedó así: oreja, oreja, ovación tras aviso, dos orejas, ovación tras aviso y oreja. Se fue de la plaza por su pie, todo un milagro, después de que las cuadrillas le paseasen en hombros.

Posdata.- Solo una pregunta ¿quién eligió la corrida?… ¿era amigo?

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