CORRIDAS GENERALES

La entrega de Escribano en el regreso del héroe Roca a Bilbao

José Ignacio Galcerá
jueves 24 de agosto de 2023
De la desrazada corrida de Puerto de San Lorenzo destacó el encastado segundo; Morante, sensacional con el capote, de nuevo sin toros

Las apreturas en la entrada eran un buen calibre del ambientazo que esperaba en Vista Alegre. Al reclamo de los dos pilares de la feria, Morante y Roca Rey, la plaza lució esplendorosa. Prácticamente llenos los tendidos. Con esa expectación desbordada desde el inicio, Bilbao sacó a saludar a los toreros. Solo dos, Manuel Escribano y Roca Rey, asomaron por el burladero para agradecer la bienvenida. En el recuerdo, la tarde heroica e histórica del peruano hace un año en este mismo ruedo. Morante invitó a salir a los dos compañeros pero él se resguardó en el callejón tras el enfado del día anterior.

El sevillano, más allá del mosqueo y de los gritos impertinentes que ha aguantado desde el tendido, ha vivido una feria difícil. Porque de los cuatro toros, no le ha embestido ni uno. En realidad, ni medio, que en el caso de Morante hubiera sido suficiente. Como si de un calco se tratara, la faena al toro que abrió plaza fue idéntica a la de su primer juampedro el miércoles. Y el toro casi también. Muletazos por alto, actitud de desgana, resignación ante la mala fortuna y a por la espada. Un visto y no visto.

Y el otro, el otro se rajó en cuanto pudo. En realidad en cuanto Morante le cuajó una serie a derechas de ritmo y temple exquisitos entre las dos rayas y sin probaturas. A partir de ahí, se puso protestón, a la defensiva y a huir. Recorrió todo el ruedo antes de doblar. En lo poco que le permitió el toro, Morante lo bordó. Tres monumentos en forma de verónicas para reconciliarse con el público de Bilbao, que cayó rendido. Por el pitón derecho las mejores. El sevillano toreó con todo el cuerpo, cintura, muñecas, pecho y hasta el mentón hundido toreaba. La media fue extraordinaria, enganchada adelante y muriendo detrás de la cadera. Lenta, lenta, lenta… No quedó ahí la cosa porque el quite por chicuelinas fue una danza preciosa. De nuevo por el pitón derecho las tres, garbosas, voladas, reunidas. Soberbio el compás.

LA ENTREGA DE ESCRIBANO Y ROCA REY

Manuel Escribano encaró una de las tardes de su vida. Anunciado entre dos figuras en cartel estelar, no desentonó. Se vació, puso toda la carne en el asador, hizo de todo, siempre con la entrega por bandera. A sus dos toros los recibió a portagayola, aunque la de su segundo, con el toro frenado antes de la primera raya y haciendo caso omiso al torero, no la pudo librar. Se la pegó en el tercio. Le daba igual. Puso hasta siete pares de banderillas, tres y cuatro, en una exhibición de facultades. Muy celebrados los de su primer toro y muy poderosos los de su segundo. Con el segundo, un par al quiebro y al violín notable, y en el quinto, uno sentado en el estribo, de nuevo al quiebro, de una exposición enorme y ajuste milimétrico. Se escapó por los pelos. estuvo providencial Felipe Proenza para cortar el serio arreón del toro.

Ese segundo toro fue el mejor de la desigual corrida de Puerto de San Lorenzo, pareja, armónica, bien hecha, pero de justo fondo y raza. El encastado Cubilón tuvo por encima de otras virtudes la de galopar, la alegría en el tranco y la emotividad. Un toro vibrante, de los que llega arriba su importancia. Nada fácil. Sin apuros la larga cambiada ni tampoco otra en el tercio. A la verónica y ganando terreno, el remate del saludo fue en la misma boca de riego. Escribano estuvo muy generoso con el toro, que tras un primer puyazo al relance y empujando, lo puso largo en el siguiente. Se arrancó con alegría, la misma que tendría durante toda la lidia, donde no paró de moverse. El derecho fue el pitón del toro, con humillado recorrido, y por ahí el sevillano se explayó en una faena ligada, de notable asiento y ejecutada en los medios. Por la otra mano, una colada, como una anterior en el capote. Más complejo por esa mano. La estocada, trasera y caída, hizo que Matías solo asomara un pañuelo.

La faena al quinto la brindó Manuel a un niño enfermo sentado en la primera barrera de sombra. Precioso el gesto y atronadora la ovación de la plaza. Fue este un toro engañador, que parecía una cosa y luego fue otra bien distinta. Con una nobleza sin poder, le costaba salirse de los muletazos. Le cambió incluso los terrenos pero tampoco así hubo manera. Lo despachó de un gran espadazo.

Roca Rey saldó con una oreja su primera comparecencia en el abono. La cortó a su primero tras una faena de notable ajuste. Dos series ligadas en redondo tras un prólogo clásico, con dos pases por alto antes del cambiado por la espalda, y luego otro tras otro pase por arriba. Y ya encendida la plaza. Como un poste se clavó el peruano, un eje sobre el que giraba el noble toro del Puerto. Roca Rey le apretó al natural en una tanda muy lograda, de trazo largo los muletazos. Con el toro apagadito, no faltaron los golpes de sorpresa que entusiasman al público que le adora como un cambiado por detrás ligado al de pecho. Mató de una estocada arriba.

Rebrincado, corretón y mansito, apenas le pegaron capotazos en la brega al sexto. La faena fue una pelea entre uno que quería, el peruano, y otro, el toro, que no quería saber nada de aquella batalla, No iba con él. La disposición de Roca Rey quedó fuera de toda duda, no le reprocharon la insistencia de una labor en la que su firmeza se impuso a las tarascadas y la aspereza del toro.

Bilbao, jueves 24 de agosto de 2023. Toros de Puerto de San Lorenzo, bien presentados y de juego desigual, de justo fondo y raza. Destacó el encastado segundo y el noble aunque a menos segundo. Morante de la Puebla, pitos y ovación con saludos; Manuel Escribano, oreja con petición de la segunda y ovación con saludos; Roca Rey, oreja y silencio tras aviso. Entrada: Casi lleno.

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