Gil Cabrera y Julio Fernández han abordado en un riguroso ensayo una serie de asuntos capitales para adecuar el sentido de la lidia a la sensibilidad de los públicos actuales. El ensayo, ganador de la última edición del prestigioso premio internacional Doctor Zúmel, que es único en su género, debería trascender y plantearse a fondo entre los distintos estamentos del toreo. Urge una reforma.
– Fernando Gil Cabrera y Julio Fernández Sanz acaban de ser galardonados en la trigésima edición del premio literario-taurino internacional Doctor Zúmel. Su trabajo no ha sido un asunto trivial, sino provocativo en el mejor sentido del término: “¿Cómo adecuaría la lidia al Siglo XXI?”
– Los autores aportan un chorro de sugerencias: conviene tratar de acortar los tiempos muertos de la lidia; hay que encontrar un equilibrio en la suerte de varas; hay que reducir los fallos con la espada y la agonía del toro; hay que cambiar la tecnología de las puyas, banderillas y espadas…
– Sin la emoción como ingrediente básico, el espectáculo taurino no se sostiene. “Tiene que existir un peligro cierto representado por el toro y una incertidumbre del desenlace de su encuentro con el torero”. Sin riesgo, no hay emoción
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