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Samuel Navalón, el pasado viernes en Valdemorillo. Foto: Javier ArroyoSamuel Navalón, el pasado viernes en Valdemorillo. Foto: Javier Arroyo

Nek y Samuel, historias que ilusionan

Pedro Toledano
lunes 12 de febrero de 2024

La competencia entre matadores, sobre todo si es leal y apasionada como sin duda será/es el caso de Nek y Samuel, siempre ha resultado de lo más atractiva y por consiguiente de lo más rentable, artística y económicamente. En realidad es lo soñado. Y lo testado. Basta con repasar algunas de las más orladas páginas de la historia del coso de la calle de Xàtiva, para confirmarlo. En la memoria ocupa lugar de honor aquella temporada de 1950, en la que los jóvenes Litri y Aparicio despertaron tanta pasión entre la afición valenciana, que la entonces célebre y pletórica Fira de Juliol se montó sólo con novilladas.

Tal y como recoge la historia, el ambiente fue tan favorable y la pasión que despertaron entre los aficionados tan intensa, que en ese mismo octubre la joven pareja tomó la alternativa en el mismo marco de manos del genial Joaquín Rodríguez “Cagancho”. Pero aquel final de temporada tuvo más atractivos, el 5 de octubre se anunció otro mano a mano, este con el valiente y dominador Dámaso Gómez, llamado el León de Chamberí, con el debutante Pablo Lozano, quien, por su poderío con la franela, se hizo acreedor a lucir el sobrenombre de “La muleta de Castilla”. Y aún hubo más, todo un broche de lujo. El 19 de noviembre -hasta esa fecha llegaba la temporada- se organizó un festival homenaje a Juan Belmonte y Vicente Barrera. Con toros de Victoriano de la Serna, actuaron el propio De la Serna, Domingo Ortega, Rafael Ponce “Rafaelillo”, Antonio Bienvenida, Rafael Perea “El Boni” y Diamante Negro. El paseíllo, a petición de los actuantes, lo capitanearon los homenajeados envueltos en un clímax emocional de los que por si solo valía la entrada.

Nek Romero dio la cara en Valdemorillo. Foto: Javier Arroyo

Mucho ha llovido desde entonces, aunque siguieron produciéndose casos notorios que vienen a avalar que los tiempos pueden cambiar pero la esencia de la fiesta de los toros, que no es otra que la apasionada entrega a la que se refirió el admirado crítico Pepe Alameda, hace que los públicos nunca pierdan el foco sobre tan simpar manifestación artística. También queda en la memoria otro momento referencial por su trascendencia en el que los protagonistas fueron dos toreros de Albacete, Juan Montero y Pedro Martínez “Pedrés”, quienes lograron que el palenque valenciano volviera a lucir reiterados llenos hasta las banderas.

Esta añorada retrospectiva nos viene al pelo para manifestar el interés que la aparición de los novilleros Nek Romero, de Algemesí, y Samuel Navalón, de Ayora, está despertando, no sólo entre sus respectivos paisanos, sino por estar llamando la atención entre la afición en general, la de Valencia y la de más allá, que gusta seguir a quienes tienen que tomar el relevo de las grandes figuras. El novillero de la Ribera llama la atención por abrazar la ortodoxia que rige en el toreo de entrega, templanza y ajuste, mientras que el espigado torero de Ayora se distingue por atesorar gran técnica, largo repertorio y gran disposición. Los dos están anunciados por separado en el serial de Fallas. El pasado viernes en Valdemorillo, alternaron juntos y pudimos comprobar que la mecha de la competencia está encendida. A partir de ahí, ellos y los empresarios tienen la palabra para reeditar viejos laureles.

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