El pleito de Zaragoza es, en cosa de toros, un encuentro o desencuentro a varias bandas. Está en juego el desalojo o la permanencia de los inquilinos de la plaza de toros. Primer protagonista, la Diputación Provincial, propietaria y arrendadora de la plaza, y los hechos han demostrado que dueña maniatada por maniobras obstruccionistas en los juzgados. Segundo actor y coprotagonista, los inquilinos, la empresa arrendataria, Serolo, la misma que en los últimos diez años lo fue, lo ha sido o lo sigue siendo en Valencia, Alicante, Albacete, Puerto de Santa María, Palencia, Burgos y Vitoria, plazas todas de propiedad pública.