El Palco

La gran verdad del Toreo

Rafael Comino Delgado
sábado 14 de mayo de 2016

Mientras haya un toro bravo y hombres como Talavante y Roca Rey, ni todos los antitaurinos del mundo, ni todos los políticos antituarinos, ni nadie podrá abolir esta Fiesta tan grande y tan de verdad, como no hay otra

Ayer día 13 de mayo dos hombres, aunque tal vez podríamos decir, por edad, un hombre y un niño, cruzaron la línea roja, tras la cual la vida corre muchísimo peligro. Quiero decir que se jugaron la vida sin trampa ni cartón. Naturalmente me refiero a Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey.

Talavante ya es un hombre hecho y derecho, figura del toreo consagrada y rico. Andrés es prácticamente un niño (no ha cumplido los veinte años) y acaba de llegar al Toreo, pero en la plaza se comporta como un hombre y como una gran figura. Tiene toreo y agallas para disputar a quien haga falta uno de los puestos más destacados del escalafón.

Alejandro cortó una oreja a un toro que tuvo movilidad, peligro y transmisión. Un toro muy difícil al que plantó cara jugándosela de verdad y logró sacar de donde aparentemente no había. Si Talavante, después de probarlo por ambos pitones se va por la espada y lo mata , hasta hubiera sido aplaudido, porque se veía que no había posibilidad de faena lucida, pero apostó , cruzó la raya, expuso una barbaridad y al final le obligó a pasar a regañadientes unas cuantas veces; suficientes para cortarle una oreja, a mi parecer de mucho peso.

El sexto toro, del Conde Mayalde, desde el principio demostró claramente que no tenia clase alguna, la cabeza por las nubes, y peligro por ambos lados. Roca Rey también decidió cruzar la raya y vaya si la cruzó. Hasta meter el corazón en un puño a las 24.000 personas que llenaban la Monumental de las Ventas, más los millones que veían la corrida por Canal +. Parecía imposible que el toro pasara, pero fue obligado a pasar, gracias a la muleta y al corazón del torero. Varias veces estuvo prácticamente cogido, especialmente al pasárselo por la espalda. La plaza entró en ebullición y era un manicomio. Se rindió al peruano y le pidió las dos orejas con muchísima fuerza, por lo que el presidente, que se lo pensó demasiado, no tuvo más remedio que sacar los dos pañuelos. No es que se las diera, es que eran suyas.

Alejandro y Andrés demostraron, una vez más, la gran verdad del Toreo. Dos hombres se jugaron la vida porque así lo decidieron.

Eso no se hace por dinero; lo que ayer hicieron Alejandro y Andrés en las Ventas, se hace porque se lleva dentro un profundo sentimiento torero (más fuerte e intenso que el instinto de conservación del ser humano), una pasión de artista, un deseo irrefrenable de expresar ante un toro su arte, su verdad. Esos hombre pudieron expresar ayer su pasión ante miles de personas, y para ello decidieron libremente y conscientemente jugarse la vida y ganaron, pero hubo muchas posibilidades de que salieran en una ambulancia, o peor.

Qué ahora vengan los antitaurinos, con su falso y enfermizo animalismo, con su mentira, con su misantropía y digan que “eso es maltratar a un animal”; animal que está diseñado para pelear, para atacar y cuyo deseo es coger al hombre. Pero el hombre torero esquiva con arte y con mucho corazón sus embestidas, creando así una obra de arte que supera a todo lo conocido, que emociona hasta límites insospechados, porque todo lo que allí ocurre es verdad; el hombre se juega la vida de verdad, porque él quiere hacerlo, porque es capaz de hacerlo, solo por el deseo de expresar su sentimiento torero.

¡Antitaurinos del mundo!: Si Vds. no son capaces de sentir, si les falta sensibilidad para comprender este excelso arte, déjennos vivir, dejen de decirnos lo que debemos hacer, dejen de querer programar nuestras vidas, dejen ya, de una vez para siempre, de creerse los dueños de nuestras voluntades y sentimientos, dejen ya de molestar a quien piensa diferente. Y entérense de una vez que: ¡mientras haya un toro bravo y hombres como Talavante y Roca Rey, ni todos los antitaurinos del mundo, ni todos los políticos antituarinos, ni nadie podrá abolir esta Fiesta tan grande y tan de verdad, como no hay otra! .

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