"ENCUENTROS", CON JOSÉ LUIS BENLLOCH

“A esta casa no llegan los toreros pidiendo toros, aquí nos debemos a la afición”

APLAUSOS les ofrece hasta el lunes, en cuatro capítulos, el "Encuentro" que José Luis Benlloch mantuvo con José Escolar el pasado invierno y que publicamos en nuestra edición en papel, en los números 1993 y 1994. A continuación, la tercera parte del amplio reportaje
José Luis Benlloch
viernes 13 de enero de 2017

CAPÍTULO I: “La nobleza no es bravura, lo bravo no es noble”

CAPÍTULO II: “Los únicos que podrían quejarse de las fundas son los toreros. Nunca los han visto más astifinos”

-Hasta Valdetiétar no llegan los toreros pidiendo toros.

Lo ha dicho José Escolar y me apetecía arrancar esta segunda parte de la entrevista con una frase definitoria de su ganadería. No era necesario, por obvio, que lo confirmase el ganadero, pero se lo puse sobre la mesa: ¿Los toreros piden tus toros?… y naturalmente saltó. Ya se sabe que los escolares se mueven por otro canal de distribución, por la línea de los empresarios.

-Aquí nos debemos a la afición que es quien exige a las empresas que vengan a casa. De los toreros no tenemos noticia.

-¿Y eso es ventaja o desventaja?

-A mí me gusta que sea así. Me parece lo más natural y es lo que conozco. Lo prefiero así.

“Hasta Valdetiétar no llegan los toreros pidiendo toros. Aquí nos debemos a la afición que es quien exige a las empresas que vengan. De los toreros no tenemos noticia”

-¿Crees que es injusto, crees que los ganaderos de toreros tienen ventaja?

-Yo creo que en las ferias debería haber un sorteo y al que le tocase, pues eso, que le tocase. Como en el fútbol. Pero la Fiesta está como está, en realidad ha sido así siempre, y el torero que puede exige una ganadería a su gusto, para su triunfo y para su bien, también para su comodidad y a las ganaderías como las nuestras, las más duras, no las quieren, no son cómodas. Yo como torero haría lo mismo, pero como aficionado no lo comparto.

-¿En dónde está el reparo?… ¿a dónde crees que miran para no verlos?

-Sí los ven, sí. Ellos miran a los toros difíciles que salen por lo regular en ganaderías como esta y los ven. Es cierto que en estas camadas salen muchos toros complicados. Y qué necesidad tenemos de exponer tanto, se dirán ellos. Con los otros toros se juegan la vida también pero con estos mucho más.

-¿Y con los buenos de tu casa qué pasa?

-Cuando sale el bueno transmite mucho más que los otros. En ese caso disfruta el torero, disfruta el afi­cionado y disfruta el público. Ahí está el toro de Pam­plo­na como de­mostración. Lo malo es cuan­do no sale, ahí andamos todos de cabeza, sobre todo el que está delante, claro.

“Con los otros toros se juegan la vida también pero con estos mucho más. A cambio cuando sale el bueno transmite mucho más. En ese caso disfruta el torero, disfruta el aficionado y disfruta el público”

-Eres abonado en Las Ventas. ¿En qué tendido tienes la localidad? En­tién­deme la intencionalidad de la pregunta.

-Tengo el abono en el uno, sí.

-¿Allí sois serios o practicas las re­la­ciones?

-Madrid es serio en toda la plaza.

-Pensé que te sentabas en el siete.

-No me senté nunca allí. Me dio miedo. Allí hay muy buenos aficionados, muy buenos, algunos de ellos amigos míos, pero en ocasiones son excesivamente polémicos.

Hablamos en el poyete de la casa. Al amparo del sol serrano de mediodía que hoy luce espléndido. En la charla sale a colación otro de sus yernos, Roberto Gómez, comentarista deportivo y polemista de primer orden, en lo suyo figura de feria y hombre muy al día de la actualidad taurina con entrada en casas toreras no demasiado afines al encaste familiar. Nada, me consta, que menoscabe su jovialidad ni su debilidad pongo por caso por Tala­van­te. Roberto es un fenómeno y gran li­dia­dor con la oratoria, si fuese torero po­dría hasta con los tuyos, le digo al ganadero y el ganadero sonríe y asiente.

-Es muy divertido.

-Estábamos hablando de bravura.

-Yo la bravura la mido en el caballo. A veces veo que le dan una vuelta al ruedo a un toro que no ha sido bravo en el caballo y por muy bueno que haya sido en la muleta, hasta me molesta. A lo mejor estoy equivocado pero es como entiendo esto. Será que no soy moderno.

-Seguramente, bromeo.

-Yo no digo que no deba ser bravo en el último tercio, pero lo primero es el caballo y ante todo que tiene que emocionar en todos los tercios. Ya sé que eso no facilita las cosas, pero es como lo veo.

“Yo la bravura la mido en el caballo. A veces veo que le dan una vuelta al ruedo a un toro que no ha sido bravo en el caballo y hasta me molesta. Será que no soy moderno”

-Ya me dijiste que bravura y nobleza no casan mucho.

-Para mí no. Puede que alguna vez coincidan pero no es fácil. Yo lo que no quiero son esos toros facilones que vemos tantas tardes. La clave, te insisto, es que emocionen. Ese es el objetivo. El toreo es emoción y si el toro no emociona va contra la esencia. Eso de un toro noble o un toro pastueño a mí me suena mal. Si es bravo y fuerte no puede ser todo eso que se dice. No olvides que la Fiesta es para hombres va­lien­tes y toros bravos.

-Igual nos dicen que tú puedes ha­blar así porque eres un ganadero rico.

-Más o menos. A lo de rico me refiero.

“El toreo es emoción y si el toro no emociona va contra la esencia. Eso de un toro pastueño a mí me suena mal. Si es bravo y fuerte no puede serlo. La Fiesta es para hombres valientes y toros bravos”

-Ya.

-En realidad no necesito el toro para vivir. Soy hombre de campo, hijo de un hombre de campo, co­noz­co cómo hay que llevar las fincas y con esas armas defiendo económicamente la ganadería. Si perdiese dinero quizás no la tendría. A pesar de la ilusión que te hace, po­ner dinero en algo que cuesta tanto trabajo y tanto sinsabor es duro. De momento no me hago rico pero no me arruina.

Y EN EL ORIGEN, ALBASERRADA

Nos hemos levantado para acercarnos de nuevo a los cercados de los toros. La finca es llana, limpia, ni rastro de pie­dras, ni hay leña por recoger… Un águila perdicera nos sobrevuela. El ga­na­dero ante nuestra admiración co­men­ta la secuencia. Algo así como si hay bellotas y las hay, llegan las palomas y si hay palomas aparecen las águi­las de caza… Y luego están los bui­tres que llegan con las desgracias, muere un becerro y aparecen ocho o diez, no faltan nunca. Todo, ya ven, trans­curre en torno al toro bravo, para que luego los anti se olviden de la gran aportación de la Tauromaquia a la bio­di­versidad. Lo que costaría en caso con­­trario me pregunto. En plena reflexión aparece una fila de grullas cruzando el cielo como si llevasen un GPS de alta precisión. Julián dispara su nikon para inmortalizar el momento. Otra ma­ra­villa de la naturaleza, ¡qué belleza!

-Vayamos al origen de todo. ¿Lo de Victorino te vino o lo compraste…, lo fuiste buscando o aprovechaste la ocasión?

-Me vino. Cuando ya quise ser ga­nadero de bravo tenía lo de Con­treras de mi padre e incluso me ofrecieron otras ganaderías pero no me ilusionaba ninguna de esas posibilidades. Así que cuando tuve la ocasión de comprar albaserrada lo aproveché. Ese era el encaste que me gustaba. Ese sí.

Para iniciar la aventura, hay que re­cordar, compró lo de Domecq de la Riva, eliminó el ganado y se quedó con el hierro que luego lo cambió por el que luce actualmente una J y una E a lo que añadió una corona para diferenciarlo del de su padre. Todo eso sucedió allá por 1981 y en la compra de las albaserradas, me cuenta Escolar, en­tra­ron vein­ticinco vacas con el hierro de Victorino y el semental Jaquetón que habían salido directamente de casa del ganadero de Galapagar. Además venía otro semental con el nombre de Ma­ce­te­ro y unas cuantas vacas más que ya habían sido aprobadas en tienta por los nuevos dueños a lo largo de los dos años que habían estado en sus manos. Todo en conjunto completaba un total de cuarenta vientres y dos sementales. Las vacas iniciales se las había vendido Victorino a Leopoldo Picazo de Ma­li­brán, que murió precipitadamente y, a pesar de que la viuda se las ofreció de nuevo a Victorino y de la filosofía de es­te de no querer que la simiente de sus albaserradas se esparciera por otras casas, circunstancias económicas en aquel momento impidieron que las pu­diese recuperar. Un comprador intermedio, un labrador de Móstoles, entró en ac­ción y compró las vacas que posteriormente le vendió a Escolar. “Él era más aficionado que ganadero y yo te diría que las compró pensando en mí”.

-¿Fue fácil el trato?

-Sí. Bien. Le di casi todo lo que me pidió, así que más fácil imposible. Era muy amigo mío, sabía de mis cualidades y le hacía mucha ilusión que me las quedase yo. Él era realmente agricultor y se dio cuenta pronto de que no lo podía sacar adelante. El acuerdo nos vino bien a los dos.

-Y si te pregunto cuánto pagaste por vaca.

-No te lo digo porque no me acuerdo.

-Bien toreado.

-Di que pagué lo suficiente para hacerme con las vacas. Segura­men­te le costaron a él más que a mí. Date cuenta que cuando Leopoldo le compró a Victorino este estaba en pleno auge, así que calcula.

-Tú lo del trato lo manejas bien.

-¡Hombre, venimos de familia del trato! A mí me gusta.

-A mí también. En ocasiones no está bien visto o bien valorado.

-Es verdad, ocurre eso y no lo entiendo. En todos los órdenes de la vida es conveniente que haya gente de trato para que sepan llegar a acuerdos en cualquier momento. Yo lo he vivido mucho en casa con mi padre. En ocasiones aunque no fuese en su beneficio personal, aunque no fuese su negocio, echaba una mano para que hubiese trato. Se trataba de armonizar las cosas, de acer­car los intereses de la gente. Eso lo he mamado yo al igual que mis hermanos, lo llevamos en la sangre.

“En todos los órdenes de la vida es conveniente que haya gente de trato para que sepan llegar a acuerdos. Se trata de armonizar las cosas, de acercar los intereses de la gente”

-Digo yo que los tratos hay que apretarlos.

-Cuanto más mejor, pero en su momento y lo justo, ese es el arte.

-Lo ha dicho acompañado de una sonrisa franca.

-A beneficio de uno y de todos, añade.

A esa primera compra le añadió José Escolar un lote de becerras eralas de Carmen Espinal de Blázquez y poco después compró más de lo mismo, esta vez a Paco Camino, en am­bos casos puro santacoloma que llevó por separado con lo de albaserrada porque, aunque en la misma línea, era otra hechura, otro tamaño, otros pitones, otro modo de embestir…

-Lo santacoloma era para novilladas y festivales así que fui cruzando hasta que se solaparon las dos líneas. Desde 2005 las diferencias o los porcentajes que cada animal tiene de cada rama sólo los puedes encontrar mirando en los libros. Ahora mismo está todo mezclado, es un mismo encaste, son escolares.

-¿Cómo se reparten las cualidades que aporta cada línea al toro de Escolar?

-Pienso que santacoloma aporta la casta, es un toro más listo, mientras que albaserrada tiene más clase. Cuando sale un albaserrada bravo que se quiten todos los de­más. Su forma de embestir haciendo un surco por el suelo y su manera de repetir no hay ganadería que las supere.

-¿Dices que la casta es de santacoloma y la clase de albaserrada?

-Sí, sí, aunque la gente piense que es al revés yo te digo que es así. Lo tengo experimentado.

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