La página de Manolo Molés

A corazón abierto

Manolo Molés
viernes 18 de agosto de 2017

Escuchar a Néstor en la radio es uno de esos documentos reales en los que el periodismo cumple su papel de altavoz de una verdad que debe ser contada y conocida. Néstor fue agua clara. Como lo fue Iván en los ruedos. El público merece saber estas cosas y el periodista tiene, tenemos, tengo, la obligación de que se escuche, se lea y se vea.

Pocas veces se habla a corazón abierto. Pocas se abre ese corazón para aguantar el dolor, la realidad, la catástrofe de la muerte de un ser tan cercano y querido. Todo, toda una vida, un sueño, un trabajo, una ilusión, un mañana se puede desplomar en unos segundos. Como pasó en Pozoblanco (eran tiempos encima de horribles enfermerías y fallos de seguridad), como pasó en Colmenar Viejo, ahí donde no había ni un segundo de esperanza, ni médica ni milagrosa, porque estalló el corazón de Yiyo. Como once meses antes en Teruel, la muerte urgente se llevó a Víctor Barrio. Ahora ha sido en Francia, un toro de Ibán, un quite, un mínimo error y apenas parecía un percance leve y ni siquiera Néstor, su amigo, su apoderado, su hermano de vida, el que le tocaba ser duro en la calle y en los despachos en la defensa de Iván, sus contratos y su futuro, mientras el torero nunca bajaba la bandera de la ambición y de la competencia negada en los cenáculos de los grandes negocios. Ni siquiera Néstor creyó que era el final.

Escuchar a Néstor en la radio es uno de esos documentos reales en los que el periodismo cumple su papel de altavoz de una verdad que debe ser contada y conocida. Néstor fue agua clara. Como lo fue Iván en los ruedos. El público merece saber estas cosas y el periodista tiene, tenemos, tengo, la obligación de que se escuche, se lea y se vea.

Ahora Iván es más grande aunque ya no hay remedio. Pero sabía de la vida y de la muerte, de los sueños y los avernos, de las verdades y las mentiras, de los amigos y de los contrarios, de todo sabía Iván y por eso no bajó nunca la bandera y escribió esa carta a Cayetana, su esposa, y a Néstor, su hermano de pasión, de triunfos y de zancadillas, que de todo hubo en la viña del toreo.

A una entrevista como la de Néstor, el periodista tiene poco que añadir. Tal vez un par de cosas para que se entiendan mejor porque siempre hay alguno que coge las bombas con papel de fumar y eso tiene el peligro de quemarse por desconfiado. Yo he dicho que Pamplona no le dio el minuto de silencio que se merecía Iván. Y lo explico. Pamplona es la feria del toro, plaza llena, peñas y el resto. Ahí es donde hay que hacer ese minuto. No en una novillada. Pamplona es de toros. Y en ese festejo menor no hay ni peñas. O sea, que no me vale. Tiene tufillo de “no vaya a ser…”. Con Fandiño muerto en una novillada sin los habituales de un día de toros. Hay galones que se deben de cuidar aunque ya no estés vivo. La novillada es una tapaderita… Y yo, amigo, digo lo que siento porque sé que debo hacerlo. No tengo nunca ningún otro interés. Y en el caso de Pamplona, menos. Voy, iré y defenderé siempre esa feria y a esos tres magníficos que la rigen gratis y a tiempo completo. Saben que les valoro mucho. Pero el minuto de silencio en la novillada era una tapadera para no hacerlo a plaza llena, incluidas las peñas. Y en la vida hay que dar siempre el pecho. Si no me importara esa feria, me callaría como hacen otros. No va por ahí, amigo…

FERRERA, TAN TORERO, TAN GENIAL DE PUREZA, DE TALENTO, DE VALOR

Señorío y torería. La de Ferrera. Suple a Manzanares, que por cierto acertó con pasar por el quirófano y la operación fue un éxito. Antonio, el de Extremadura, le suplió en El Puerto. Y estuvo tan torero como ahora es, en ese momento genial de pureza, de talento, de valor, de torería, de técnica y de personalidad. Tres orejas y salió a pie porque “el puesto” era de Manzanares e iba camino de la operación. Detallazo que le sale del alma. Pero no es justo criticar a Roca Rey por salir a hombros esa misma tarde. El peruano no sustituía a nadie, estaba en el cartel y tenía derecho a esa salida a hombros. Cada cosa en su sitio.

Por un segundo vuelvo al minuto de silencio de Pamplona. A mí no me gustan tampoco las chapuzas… Las cosas bien hechas, bien parecen. Chapuzas no… y no me tires de la lengua.

MÍRENSE AL ESPEJO, POR FAVOR… EL PODER ENGENDRA MONSTRUOS

Por cierto, enhorabuena a los Lozano, sobre todo a Eduardo, por mantener alto el último pabellón taurino importante de Galicia frente a la burrez de tanto neopolítico y sus mareas. Los Lozano han ganado mucho dinero pero casi todo lo han invertido en el toro: fincas, ganaderías, apoderamientos y ese bastión gallego que no dobla la rodilla por esa familia de taurinos. A veces hay que agradecer a los que laboran y mandar a paseo a los que no dan un palo al agua. Los Lozano son taurinos con aciertos y errores, pero los prefiero a otros muchos.

Y unas palabras a Cristina Narbona, jefa del Partido Socialista, hija de un gran aficionado y escritor, Francisco Narbona, corresponsal de Radio Nacional de España en Roma, y María Francisca Ruiz, corresponsal también en Roma del diario Pueblo. Escribimos de los años sesenta. Ojo. El padre, gran aficionado a los toros, ahí están sus escritos. Y ahora que preside el PSOE más cercano a Podemos se radicaliza porque la política parece que debe ser así, en lugar de una mano abierta al pueblo. Ayer hija de aficionados a los toros, hoy vomita contra la Fiesta, mañana Dios dirá. Mírense al espejo, por favor… el poder engendra monstruos…

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando