El ganadero manchego Daniel Ruiz ha recibido la noticia -a pesar de conocer el estado de salud del maestro Dámaso González- como “si me hubieran echado un jarro de agua fría. Yo sabía que estaba malo pero cuando me lo han dicho es como si me hubieran echado un jarro de agua fría por encima”.
La amistad sincera con el torero surgió desde los inicios de ambas vocaciones, la taurina y la ganadera tanto en Dámaso como en Daniel Ruiz dado que ambos son contemporáneos y de edades similares. En este sentido, el ganadero se detiene a recordar cuando comenzó sus primeros pasos en el mundo del toro el “León de Albacete” y se dejaba caer por la finca de Alcaraz para intentar torear alguna becerra: “Conocí a Dámaso desde muy joven porque nos llevamos un año aproximadamente como diferencia de edad y como él quería ser torero, venía mucho a mi casa… Recuerdo que lo conocí con doce o catorce años, un recuerdo imborrable. Venia con su jersey de cremallera, sus zapatillas de aquella época y unos pantalones jeans. En aquel momento, mi padre encerraba becerras para sus amigos pero cuando éstos no querían ponerse delante de ellas, ahí estaba Dámaso para darles unos pases y torear…”.
En lo personal, Daniel Ruiz y Dámaso González siempre han sido grandes y buenos amigos. El ganadero destaca su lealtad a los amigos y, sobre todo, el amor a su tierra, Albacete: “A mí me tenía un cariño especial. Él era muy de Albacete. Estaba muy comprometido con la Fiesta. Era un hombre muy de Albacete que, además, fue un figurón del toreo en una época donde estaban Capea, Manzanares… en realidad fue un torero de todas la épocas. En este sentido, fíjate si era buena gente que la primera corrida de toros que yo lidié con lo anterior, la mató él con Capea y Galloso en Villarrobledo. Recuerdo que Dámaso, por ayudarme en mis inicios, tuvo que convencer a Capea para que se anunciase con él y matar mis toros y así era él: entregado, amigo, honesto, leal… Dámaso lo convenció por hacerme un favor a mí y la torearon un 18 de agosto cortando él cuatro orejas y un rabo. Después, es imborrable su toreo con la mano derecha. Era poderoso. No tenía rival. Hacía faena al toro bueno, al malo y al regular, y los cuajaba en todos los sitios”.
