La Pincelada del Director
Madrid, viernes 27 de septiembre de 2019Madrid, viernes 27 de septiembre de 2019

El toreo florece en otoño

Rufo, Tomás, en Madrid ganó su partida con las cartas del buen toreo; el distinguido Polope en Algemesí puso pausa, piano, piano, al griterío de las peñas ¡atención, se torea!; El Niño de las Monjas se agarró al palo de los bemoles; Montero, que ha llegado por caminos muy novelescos…
José Luis Benlloch
martes 01 de octubre de 2019

Llegados a estas alturas de la temporada, a caballo entre el verano y el otoño, mandan las ferias de las novilladas, especie de clavo ardiendo al que se agarra el futuro del toreo esperando un Mesías, y pesan lo suyo, mucho, las dos grandes referencias del toreo, Madrid y Sevilla, que con sus grandes entradas son en este caso clavo ardiendo para defender que la Fiesta sigue interesando a un sector numeroso de españoles a poco que le ofrezcan platos de interés. Es fruto de estos tiempos, interesan los grandes sucesos y lo que no interesan son las medias tintas. No somos una excepción, sucede en el toreo, en el tenis… y hasta en el rey fútbol, que llega a penalizar a los que con la entrada en el bolsillo y pagada se quedan en casa si no juega un grande. Es un gran problema que nadie acierta a resolver y se agrava por momentos porque o hay clase media o no habrá elite en un futuro próximo, pero a ver quién le pone el cascabel al gato. En el toreo, que es lo que nos atañe, desde la intransigencia es imposible, lo matamos; desde la condescendencia absoluta se nos meriendan en cuatro días; y este ten con ten vigente no acaba de resolver el problema de sostenibilidad -su equivalente es la pervivencia- que nos empuja hacia los cuarteles de invierno con tal fuerza que no se puede negar la recesión. En cualquier caso hay que levantarse del pesimismo y seguir.

En Madrid la tarde del mano a mano hubo llenazo -para los acontecimientos sí hay público- y dos hombres, Perera y Ureña, dispuestos a decir la última palabra. ¡Y vaya si la dijeron!

Por todo ello, estos días son clave por trascendentes. Después de dejar atrás las ferias, una, y otra y otra que no se acuerdan de las novilladas ni por jayeres (pasta) que no los hay ni por el qué dirán, lo tienen asumido, si dicen que digan, ha llegado la paridera. Es momento para nacer e incluso para renacer, ahí está Rufo, Tomás, en Madrid nada menos, ganando su partida con las cartas del buen toreo; ahí está el distinguido y pausado Polope en Algemesí poniéndole pausa, piano, piano, al griterío de las peñas ¡atención, se torea!; El Niño de las Monjas en el mismo Algemesí, agarrado al palo de los bemoles, transitando por la otra vía artística, se podría decir que dándole volumen al griterío de las peñas que no dudaron en hacerle propio; y me hablan, no es la primera vez, de Montero, que ha llegado en este tramo de la temporada por caminos poco academicistas pero muy novelescos -sus vídeos de las capeas impactan como impactaron siempre tales hazañas y ahora más aún con las redes- y en un plis plas, en Villaseca y en Arnedo, ha puesto al toreo de muestra como si un pointer hubiese detectado la liebre. Y no son los únicos, a mí Plaza, Fernando, con el novillo complicado de Fuente Ymbro, me gustó por su firmeza y un valor sereno que siempre fue un arma potente; y en Algemesí, no lo vi, Diosleguarde me cuentan que estuvo a un muy buen nivel que repitió días después en Tamames. Seguro que hay otros más, que alguno de estos puede ser que no sea, esa es una ley del toreo, puro misterio, pero los mentados son los que de alguna manera estos días nacieron al calorcillo del verano de San Miguel… la paridera de otoño. Ya sé que me dirán que son pueblos, y sí, lo son, pero hay que hacerlo y no todos son capaces de sobreponerse a esos ruedos, en el caso de Algemesí cuadrilátero, de esas dimensiones, donde todo se sale de los parámetros.

Suena bien el discurso de la nueva presidenta de la Comunidad. Es importante que todos esos planes pasen de los despachos a la realidad. Si Madrid late, late el toreo, si Madrid tose, nos morimos de una pulmonía

En Sevilla no hubo gracia, lo leerán páginas más adelante, y en Madrid la tarde del mano a mano hubo llenazo -para los acontecimientos sí hay público- y hubo sobre todo vergüenza torera, responsabilidad y dos hombres, Perera y Ureña, esa es la antigüedad, dispuestos a decir la última palabra. Se explicaron por encima de las circunstancias, que en estos casos son los toros y el ambiente de Madrid. Ureña cuajó al bueno y se rebeló contra el malo. Ese de Vázquez, contra lo que siempre cabe esperar en toro de esa divisa, fue duro, manso y desagradecido. Tanto que lo de Ureña fue picar y picar piedra -¡lo que cuesta ser figura!- para no alcanzar más premio que el reconocimiento del público, que no es poco premio pero no es todo lo que buscaba el diestro ni lo que se necesita para derribar muros ni siquiera lo que se necesita para ganar cuota en las aperturas de los informativos. Llega a embestirle tres veces y se cuela en las escaletas de las teles. Lo de Perera tuvo el mérito superlativo de no rendirse a un ambiente que se le había puesto injustamente en contra. Insisto, injusta e incomprensiblemente. Si era por el histórico no se entiende, es de los toreros que más veces ha abierto aquella puerta grande; si era por lo ocurrido esa misma tarde tampoco, porque al primero mismamente lo había toreado al natural francamente bien; si era por joder ya es más fácil de comprender, así que unos se empeñaron en amargarle la tarde y él en rebelarse -lo hizo ante los micros y con la muleta- y en su último toro acabó poniendo la plaza como correspondía. Una caldera en ebullición, la gran mayoría emocionados y otros, algunos, achantados. Y lo que definitivamente no se entiende es que con tanto amor propio y tantas agallas no mate toros tan trascendentales como el de ayer.

Miguel Abellán como director de la cosa va a ser clave, es debutante en los despachos pero a diferencia de anteriores experiencias que nunca acabaron de funcionar, es gran conocedor del toreo y su realidad

Y en torno a todo ello me gustó el discurso, de momento el discurso, suena bien, de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid. Es importante que todos esos planes pasen de los despachos a la realidad. Si Madrid late, late el toreo, si Madrid tose, nos morimos de una pulmonía. Miguel Abellán, como director de la cosa, va a ser clave, es debutante en los despachos, pero a diferencia de anteriores experiencias que nunca acabaron de funcionar, es gran conocedor del toreo y su realidad. Tocaba, era necesario, un cambio así. Tarea tiene por delante.

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