La Revolera

Sin permiso del siete

Paco Mora
miércoles 01 de junio de 2011

César Jiménez abrió la puerta grande con el voto en contra del tendido siete, a cuyos ocupantes no pidieron permiso quienes sacaron el pañuelo para solicitar la oreja…

César Jiménez abrió la puerta grande con el voto en contra del tendido siete, a cuyos ocupantes no pidieron permiso quienes sacaron el pañuelo para solicitar la oreja del quinto de la tarde para Jiménez. "Rodalito", segundo toro de la tarde, elevó a lo más alto el pabellón del hierro de Peñajara. Bravo, noble, repetidor, arrastrando el hocico por la arena y haciendo el avión en algunos momentos, el de Alcalá de Henares, con buena colocación y templando las embestidas del que fue su gran colaborador, tuvo la suerte, no exenta de mérito, de compartir la emoción que provocó en el público el que será muy posiblemente el toro más bonancible para el torero de todos los que se hayan lidiado en el serial isidril de hogaño. La oreja, solicitada por evidente mayoría, sumada a la que le cortó a su segundo de Carmen Segovia, de mucha menos calidad pero que le sirvió para abrir la puerta grande. Puerta grande que les sentó como un dolor de muelas a los aficionados del tendido siete, que le montaron una parrala importante al público del sol donde la faena de César levantó mayor entusiasmo, traducido en pañuelos blancos que decidieron la salida en hombros del torero.

Los cuatro toros restantes sacaron genio y resultaron broncos –puro Baltasar Ibán de los peores tiempos- en su comportamiento frente a las telas, algunos de ellos con evidente peligrosidad para la integridad física de sus matadores. Así las cosas, no hubo lugar para el triunfo de Eugenio de Mora ni Javier Cortés, que bastante hicieron con matarlos pronto. De Mora, a costa de un puntazo en una mano, y Cortés salvándose por los pelos de la voltereta en varias ocasiones.

Tardaremos tiempo en olvidarnos del toro "Rodalito" de Peñajara, que por cierto llevaba el nombre de un torero de La Roda (Albacete) de principios del siglo XX (compañero y paisano de Mancheguito y Almanseño), que ya retirado consiguió un trabajo en la embajada española en Roma y allí murió, valetudinario ya.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando