La Pincelada del Director.- Por José Luis Benlloch

Parte de incidencias: malas -alguna buena- y ocurrentes

José Luis Benlloch
martes 08 de agosto de 2017

Ahítos de arrimones e -inas como estamos, llega un tipo como Ferrera, saca de la montera la paloma de la creatividad y la torería y al mundo se le ponen los ojos como platos y lo clásico parece nuevo…

Sobresalto en la clínica. Manzanares al quirófano. Las cervicales, como ya sabrán. Porrazos y volteretas pasando factura. Escribo a la espera de los diagnósticos médicos. En sus manos está la temporada del alicantino. La historia es tan vieja como el toreo, la buena/mala suerte no hace distingos y cuando mejor estaba el maestro, un zasca de los de verdad. Unos las firman y otros las torean. Ya ven, hasta inventaron un refrán. Pero por muy interiorizado que se tenga, cuando llega duele a los propios y pone en alerta los resortes del señor sistema a la caza de las sustituciones. Tema, por cierto, de lo más recurrente todos los años. Más de un espada de tronío sacó cabeza por esa vía. Esta vez, por ahora, Ferrera, Talavante, Cayetano, han sido los primeros agraciados, Marín, Bautista y Castella, los siguientes. No han elegido mal. Dada la calidad de los puestos a repartir tampoco cabe esperar que haya muchos en el bombo, en unos casos porque los hay poco proclives a aceptar sustituciones y en otros porque no los invitan. Sin salirnos del tema incidencias, recordar que en Palma se dio la penúltima -me resisto a decir última- corrida de toros según la disparatada ley de los locunos del govern balear, que no quieren toros, ni turismo, diría que ni rey ni patria ni estado ni ni ni… Como si les hubiese ido mal hasta ahora. Vaya tropa, vaya drama tenemos con esta gente. Y como los del chiste, en realidad son de chiste si no fuese por las consecuencias, esto no quedará así, esto se hinchará, querrán hincharlo.

En Palma se dio la penúltima -me resisto a decir última- corrida según la disparatada ley de los locunos del govern balear, que no quieren toros, ni turismo, diría que ni rey ni patria ni estado ni ni ni… Como si les hubiese ido mal hasta ahora

FERRERA.- Por lo demás el arranque de agosto tiene pausa y buenas expectativas. Ferrera arrancó la temporada de verano en El Puerto a gran nivel, un manzanarista por un Manzanares en ese carrusel de sustituciones que se avecina. El extremeño demuestra cada día que su transformación artística no fue una nube de verano en el secarral de los alardes y las rarezas en que habita el toreo. Ahítos de arrimones e -inas como estamos, llega un tipo, saca de la montera la paloma de la creatividad y la torería y al mundo se le ponen los ojos como platos. ¡Ohhh!… y lo clásico parece nuevo. Así que por mucho que el señor sistema se haya puesto de lado con Ferrera, acabarán teniendo que hacerle un hueco en las grandes citas. Y más después de lo sucedido en El Puerto. ¡También en el sur! debería ser su nuevo lema y en Pontevedra, también en Pontevedra. Y el día que perdamos la fe en esa posibilidad, mejor nos largamos de esto. Aunque no creo que sea necesario, felizmente el toreo de inspiración sigue teniendo sitio de honor en el imaginario de los aficionados. Faenas hay, cientos, de precisión mecánica, de mucho curro, de gran mérito pero de las que diez minutos después sólo quedan los números, que si tres que si cuatro orejas… que está bien, muy bien, pero esto es otra cosa. El propio Ferrera si echa la vista atrás lo podría confirmar. En esto, por encima de doctos y demás especímenes, lo que siempre cotizó, lo que sobrevivió a las modas, es la capacidad para tocarle la fibra a la gente.

Y a propósito de Pontevedra, el reconocimiento a la última plaza gallega que se mantiene en pie frente a los ni ni ni que salen por todos lados. Además de Ferrera, Juli y Roca Rey -que recupera día a día su vuelo andino- ayudaron a mantener encendido el pebetero de las emociones.

CAMPILLO/VENEGAS.- El sábado las alertas del móvil, qué haríamos sin móvil, me anunciaban un nuevo mensaje vía whatsapp. No había texto, sólo una alocución y un algo que invitaba a escucharla. Se trataba de un grito de desesperación, un alegato desgarrado, también orgulloso, nada faltón, contra la injusticia tantas veces repetida en el toreo y no por eso menos dolorosas ni menos chocante. Era la voz de un hombre que creyó en un hombre, su penúltima intentona de sacar adelante un torero en el que creyó, creer es la clave en estas aventuras, creyó y nunca le dejó mal así le fuese la vida en ello. Es Juan Carlos Campillo pidiendo atención y justicia para Venegas.

El whatsapp trajo el grito de rebeldía de un apoderado dolido por la soledad que le impone el sistema. Tiene razón, no es justo que jugarse la vida en Madrid no tenga recompensa

“Los amigos desaparecen, el entorno desaparece y el olvido se hace cada vez más latente. El apoderado se encuentra en la soledad, nadie te llama para contratarlo y desde las ferias donde ha sido triunfador de forma heroica, tampoco…”, dice Campillo muy dolido con la realidad antes de advertir: “Nosotros no nos rendimos donde otros se rinden. Vamos a dar un paso más, con la misma rotundidad con la que se la ha jugado el torero cada vez que ha comparecido en Madrid. No nos pueden derrotar tan fácilmente”, acaba su alegato.

No era la primera vez que escucho cuestiones semejantes pero sí la primera vía whatsapp. Aquí o avanzas o palmas en la rutina. Campillo y Venegas volaron por encima del tópico y han puesto en el tapete del mundo su cruda realidad. Suerte.

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