SU ÚLTIMA ENTREVISTA EN APLAUSOS

Ponce: “En una actividad en la que te juegas la vida, cada uno es libre de hacer lo que quiera”

José Luis Benlloch
martes 29 de junio de 2021
Recuperamos la conversación que mantuvieron en diciembre de 2020 el torero valenciano y el director de esta casa, José Luis Benlloch, con motivo del regreso de la edición en papel de APLAUSOS tras la pandemia

Las normas obligan. Eso que llaman confinamiento perimetral impide los desplazamientos. Así que hablamos por teléfono. Se me hace extraño. No debe chocar, es un año de rarezas. El maestro se restablece de un reparador y obligado paso por el quirófano. En esta ocasión y por vez primera puede obedecer las recomendaciones médicas sin urgencias ni plazos. No hay temporada (inmediata) que ha sido el mantra que mandó en la vida de Enrique Ponce. Temporada española, temporada americana, de Fallas al Pilar, del Acho limeño a la Monumental azteca y vuelta a empezar, vuelta a las Fallas o a la Magdalena si es que no amanecía antes allá por Olivenza y ya metidos en harina seguía hasta San Lucas en su querido Jaén. Eran tiempos en los que la temporada acosaba, temporada, temporada, temporada, torear, torear, torear… Prohibido hasta resfriarse. Este año no. Así que descansa más que tranquilo, sereno. Digo yo que no se encontrará. El tiempo dirá, pero esta vez el invierno se antoja largo. Lo que el bicho de la lidia imposible, ese número 19 de raro nombre y peor ralea, permita.

Él fue la última portada de Aplausos antes de que se bajase el telón de la temporada maldita, ese 2020 que nos ha dejado sin lágrimas, sin muchos amigos, sin economía y a expensas de tantos y tantos sin-valores. Ahora hemos querido volver con él con intención de poner un punto y seguido a los buenos tiempos y porque, una vez más en su carrera, otro mantra de este Ponce, ha acabado líder de tan extraña temporada en la que ha abanderado la resistencia.

-Rara, dura, difícil, venenosa, cruel… ¿Qué diríamos de esta temporada última?
-Tuvo un poco de todo eso y cosas peores pero yo destacaría la parte positiva. Que se hayan podido celebrar corridas de toros cuando en un principio parecía que iba a ser imposible ha sido muy positivo. Fue todo un reto ante algo desconocido, nos enfrentábamos a una situación y unas circunstancias diferentes a todo lo que conocíamos hasta ahora que exigían unas dosis de solidaridad tremenda y se dieron toros. Nadie sabía cómo iba a poder resolverse aquello y se resolvió. Eso ha sido lo bueno.

“Toreaba sin saber lo que iba a ganar pero lo tenía claro, quería y debía torear. Me comprometí solidariamente con el toreo y con mi cuadrilla porque para ellos no pasar la temporada en blanco más que importante era necesario”

-Se logró pasar del agobio y la nada a tener la sensación, al menos la sensación, de que hubo temporada.
-Al final se ha toreado más de lo que en principio esperábamos a pesar de que mediada la temporada en Andalucía se incrementaron mucho las restricciones, se redujo drásticamente la asistencia de público y eso lo complicó todo aún más. En esas circunstancias ya se hizo imprescindible la ayuda de la televisión.

-La tele tantas veces controvertida esta vez fue clave.
-Con su ayuda conseguimos que al menos no costase dinero. Fue una gran ayuda. Hay que reconocerlo.

-Hablemos del dinero, santa palabra, manejarlo en estas circunstancias cuando apenas hay se me antoja la fórmula/misterio a descifrar.
-Yo toreaba sin saber lo que iba a ganar pero lo tenía claro, quería y debía torear. Me comprometí solidariamente con el toreo y con mi cuadrilla porque para ellos no pasar la temporada en blanco más que importante era necesario. Bajo esas premisas de solidaridad con el toreo y con mi gente afronté el año.

-¿Llegaste a tener que volver a casa sin nada, sin cobrar?
-Sin cobrar no, pero con muy poco, sí. Era consciente de la realidad y al acabar cada corrida se hablaba, se repartía y se aplicaba solidaridad. Era así. Hubo tardes en pueblos en los que entraban seiscientas personas y en esas circunstancias había poco que repartir. Pagabas los gastos, las cuadrillas y quedaba muy poquito. Pero no era algo que tomase en cuenta, lo que yo quería, mi objetivo por encima de todo, era echar la temporada adelante, que no dejase de haber toros. Había que mirar por los intereses del toreo más que por los propios.

-¿Entendías aquellas restricciones de público?
-Claro que las entendía, la salud es lo primero pero hubo un momento en que me parecieron excesivas. En las últimas corridas redujeron muchísimo los aforos y cuando estás viendo que en otros lugares de encuentro las distancias son menores, incluso en recintos cerrados… las restricciones que se aplicaban en las plazas de toros te tenían que parecer excesivas a la fuerza. Había que tener en cuenta además el comportamiento de los aficionados que se ha demostrado ejemplar y parecía que eso no se valorase. Yo creo que se pudo llegar al cincuenta por ciento de los aforos y todo hubiese sido más llevadero, más fácil, pero se decidió así y hay que aceptarlo.

-¿Y a nivel personal cómo lo viviste?
-Traté de que fuese una temporada más, un año en el que creciese delante del toro. No había por qué desaprovecharlo. Aunque en la plaza no había mucha gente, teniendo en cuenta la presencia de la tele tenías que pensar que la había. Pero tampoco eso fue gran problema, ya sabes que yo me motivo conmigo mismo, incluso en el campo, pero es verdad que había tardes en las que tenías que torear para ti.

-¿Cómo valoras las posturas distintas a las tuyas?… me refiero a las de no torear y quedarse en casa a esperar.
-Cada uno es libre de hacer lo que quiera. No me voy a meter en la manera de pensar de otros toreros. Yo lo vi así y otros lo vieron distinto, ya está. En una actividad en la que uno se juega la vida como es nuestro caso, esas decisiones son muy personales y cada uno debe ser libre de tomar un camino u otro. Yo no soy de juzgar a nadie, no debo.

“Aunque en la plaza no había mucha gente, teniendo en cuenta la presencia de la tele tenías que pensar que la había. No fue gran problema, yo me motivo conmigo mismo, incluso en el campo, pero sí, había tardes que tenías que torear para ti”

-¿Te ha compensado?
-A mí sí. He crecido como torero y como hombre. Hemos vivido una realidad difícil de la que no había precedentes y la hemos resuelto. Eso enriquece. Ha sido una campaña que jamás olvidaré. En mi trayectoria ha habido temporadas muy buenas pero de esta me siento especialmente orgulloso. Con tantos problemas como ha habido, con tanta enfermedad, viendo cómo se moría la gente, se hacía todo muy complicado, todo era especialmente difícil y llegar hasta aquí es para estar orgulloso.

-Supongo que sí habrás notado un rebaje en la tensión crítica, en estas circunstancias en la plaza todo iría más a favor de obra.
-Allí salía el toro y partir de ahí no cabía rebaje. Es cierto que no se ha toreado en plazas de máxima presión como Valencia, Sevilla, Madrid… pero ha habido plazas importantes y estaba la tele… y en una temporada como esta tenías al mundo taurino pendiente de lo que sucedía toreases donde toreases. En la plaza la gente también exigía, no iba pensando en que ibas haciendo un esfuerzo, no era esa la postura y me parece lógico. Y en cuanto al toro recuerdo la corrida de Victoriano del Río en Nimes que fue una corrida de Sevilla e incluso en algunos pueblos encontré corridas fuertes. Cuando salía el toro era todo igual que siempre, diría que te olvidabas de las mascarillas.

-¿Si me quedo con aquella locura que te atacó en Granada con las dos rodillas en tierra pegándole pases a un toro estoy señalando tu mejor tarde del año?
-Sí pero yo no me olvidaría de la tarde de Nimes. Fueron las dos cumbres de la temporada y no quiero dejar de lado la de El Puerto, que fue muy bonita por el marco y por cómo lo jaleó el público.

“La salud es lo primero pero viendo que en otros lugares de encuentro las distancias eran menores, incluso en recintos cerrados… las restricciones que se aplicaban en las plazas de toros te tenían que parecer excesivas a la fuerza pero se decidió así y hay que aceptarlo”

-Verte puesto de rodillas, descargado, comido de ansia, arrebatado… muchos pensaron/pensamos: a este hombre se le ha ido la cabeza.
-No era la primera vez. En Málaga la tarde de Crisol también lo hice después de que indultasen el toro.

-Y en Teruel la tarde de los adolfos, lo que no quita para que siga pensando lo que pensé.
-Hay momentos en que esas cosas surgen y quedan bien. No es locura. Sobre todo si lo haces despacio, con los riñones metidos… queda bien. Desde la operación de la rodilla no lo había hecho porque no podía arrodillarme hasta ahora.

-A propósito, esa ansiada regularidad que tanto persigues, estar bien en todos los toros sean de la condición que sean, me pregunto si no va contra el factor sorpresa… Treinta años de matador y haciéndole faena al noventa por ciento de los toros da pie a que los éxitos dejen de ser noticia, es lo contrario de lo que puede suceder con otros casos.
-Es que ese soy yo. Trato de adaptarme a cada toro y sacarle lo mejor a todos. Y la sorpresa también puede surgir con ese tipo de toros difíciles con los que nadie espera que haya faena y de pronto resulta que sí hay faena importante. Eso también es sorpresa. La gente espera de mí que al toro complicado le saque el máximo partido. Eso forma parte de mi tauromaquia y no hacerlo también sería sorpresa, solo que mala. Yo no soy capaz de decir, a este no.

-¿Si esperases al toro bueno no mejoraría la calidad media?
-No, no. Cuando sale el bueno lo toreo lo mejor que puedo imprimiéndole sentimiento y alma; y cuando sale el malo… a ese trato de imprimirle conocimiento y valor, por eso soy quien soy en el toreo. La calidad no se pierde porque te impongas con el malo. Además…

-¿Sí?
-Lo de toro bueno o malo es muy relativo. Nosotros lo tenemos claro cuál es uno y cuál el otro, pero seguro que hay aficionados a los que el toro que les gusta es el que a ti te parece malo. Porque les transmite más o porque les resulta más interesante. Y no podemos obviar que ver cómo un torero es capaz de estar a la altura ante un toro complicado y torearlo bien también se puede considerar una sorpresa. ¿No?…

-Sorpresa según quién sea.
-Bueno.

-Frecuentemente nos quejamos de que las faenas hoy día son excesivamente largas.
-Yo siempre he pecado de hacer las faenas largas, lo reconozco. En ocasiones ha sido un error que se volvía en mi contra. Pasaba los toros de faena y luego a la hora de matar no me ayudaban, pero es como yo lo sentía. Si estás toreando a gusto a un toro bueno no mides el tiempo, yo es que no me doy cuenta. Se me hace corto. A veces delante de uno malo con tres tandas menos no se me hace largo, se me hace eterno.

-¿A ti esas cosas te pasan?… parece que todo sea fácil, que no sufras.
-Claro que sufro. Con el malo encuentras la satisfacción de imponerte pero pasas miedo, eres consciente de que un error se paga caro.

-¿Y si beatificamos a Juan Pedro?… San Juan Pedro de Lo Álvaro podríamos decir.
-¡Hombre, beatificarlo!… Es una ganadería con la que he triunfado muchas veces pero no solo yo, todos los toreros tienen varios toros de Juan Pedro en su vida. Estamos hablando de una de las grandes ganaderías de España durante muchos años. A mí me ha ido muy bien, hemos hecho un binomio triunfal.

-¿Entonces lo beatificamos?
-El malo es malo en todas las ganaderías, lo que pasa es que en esta el malo malo sale poco. En ese sentido lo podemos beatificar, pero que conste que yo tengo cornadas de toros de Juan Pedro y no las tengo de Samuel o de Victorino, y he matado unas cuantas de esas. Todas las cornadas que tengo son de ganaderías de las llamadas buenas, la mayoría de la rama domecq.

“Ha habido temporadas muy buenas en mi trayectoria pero de esta me siento especialmente orgulloso. Con tantos problemas como ha habido, con tanta enfermedad, viendo cómo se moría la gente, llegar hasta aquí es para estar orgulloso”

-Plazas de máxima exigencia como Valencia, Sevilla, Madrid, Bilbao… el año que viene se antojan imprescindibles, debe haber toros y posiblemente haya que adaptarse en las negociaciones ¿Tú estás dispuesto?
-Sí, sí. Esas plazas, estoy de acuerdo, el año que viene tienen que dar toros y hay que hacer un esfuerzo para que sea así. Todos, los empresarios y los toreros. Dejar pasar otro año sin toros en Valencia, Madrid, Sevilla, Bilbao… sería fatal. Entiendo que las ferias no podrán tener la misma dimensión pero dar tres, cuatro corridas en Fallas, con todas las medidas de seguridad, y algo parecido en Sevilla… se me antoja imprescindible.

-¿Con cuánta gente?
-A partir del cincuenta por ciento estaría bien.

-Así que…
-Así que tendremos que hacer un esfuerzo. Todos.

-¿Tu postura sería la misma que este año?… ¿aquello de que si hay que ceder se cede sigue estando activo?
-Sí, sí. En una temporada de estas no puedes tener la pretensión de ganar mucho dinero. Hay que ir con realismo y solidaridad. Luego si hay, hay; y si no… no hay. Esa es la actitud a la hora de negociar. Este año nunca pedimos un fijo. Decíamos vamos para adelante y a ver qué pasa. Claro que eso exige total transparencia por parte del empresario y de todo el mundo.

-¿Políticamente os habéis sentido huérfanos?
-Es un tema complicado, estamos viviendo unos momentos políticos difíciles y en un principio sí nos sentimos ninguneados por el Ministerio de Cultura. Aquello nos hizo reaccionar y afortunadamente encontramos una repuesta favorable. En situaciones como esa se demuestra que el mundo del toro mueve muchísimo, mucho más de lo que nos quieren reconocer.

-¿No estás disgustado con la postura oficial?
-Tenemos un Gobierno que no apoya la tauromaquia, eso es evidente, pero por comunidades cambia la cosa, las hay en donde sí han apoyado y han tratado de poner los medios para que se celebren corridas, y eso hay que valorarlo. Tenemos que entender la presión que puede tener un presidente de Comunidad o un alcalde a la hora de decidir y los ha habido que han dado la cara y han tirado para adelante.

-A cada cual lo suyo.
Eso.

-Tiene vida el toreo.
-Por supuesto. Se ha visto en este tiempo. La gente estaba con unas ganas de toros tremenda. Ha habido muchas tardes en las que las entradas que se podían vender volaban. Se sentía que había ganas de toros.

-¿Crees que ha faltado unidad en el toreo para resolver los problemas?
-Es algo que siempre está en cuestión pero en este caso sí la ha habido. Yo creo que los toreros hemos estado más unidos que nunca. En las reuniones que hemos ido teniendo, en los grupos de chats… se sentía esa unidad. En ese aspecto se ha conseguido lo que nunca. Hablo por los toreros. Por parte de los empresarios, los de plazas grandes han estado un poco asustados y no se han mojado. Se pudo hacer más. Ahí está el ejemplo de Nimes, que es una plaza grande y Simón echó para adelante e hizo una gran feria con todos los problemas que había.

-Después de tantas diatribas con las teles a lo largo de los años, su papel este año ha sido fundamental.
-Yo siempre he sido partidario de que se televisen corridas siempre y cuando sean corridas de interés. Eso hace afición. Que las teles lleven los toros a las casas es muy importante. Y tiene gran acogida. Este año se han batido récords absolutos de audiencia. Eso para que luego digan si interesan o no los toros. Los directivos de las teles también se han dado cuenta, saben que los toros les son rentables y que les vale la pena que estén.

-¿Y a partir de ahora…?
-Toca esperar a ver cómo evoluciona la situación. Se actuará según nos vaya dejando el virus.

-¿América?
-No.

-Eso es un cambio radical en ti.
-También viene bien un descanso.

-Miras hacia atrás y después de treinta años igual te da vértigo todo lo vivido, qué he hecho te puedes decir.
-Yo siempre miro hacia adelante. Vivo el presente y estoy atento a las cosas que están por llegar. Eso es lo que hay que hacer.

-¿Qué esperas, qué más puede llegar?
-No sé. Ni siquiera sé hasta cuándo voy a seguir toreando. Ahora mismo toreo para ir a más, para pulir y perfeccionar mi toreo porque siempre se puede mejorar aunque parezca que no y yo soy un perfeccionista, así que… Este año ha habido dos o tres tardes en las que di un pasito más y eso me alimenta. Por otra parte, me encuentro fuerte y siento que la gente tiene ganas de verme, que es cuestión importante a la hora de plantearte qué vas a hacer. Si sientes que tienen ganas de verte te dices hay que seguir.

-¿Reinventarse es la clave?
-Ese es uno de los secretos para mantenerse arriba. Si te conformas se ha acabado. Tienes que reinventarte, tienes que estar fresco para interesar. De mí esperan siempre un algo más y trato de darlo. Eso supone por mi parte un sacrificio pero no me importa, yo me preparo y sueño con mejorar, con reinventarme como dices, aunque siempre dentro de mi concepto, que es algo a lo que no renuncio. No voy a cambiar a estas alturas.

-¿De qué mejoras te sientes más orgulloso, quizá de tu toreo de capa?
-Te diría que sí. En los principios me costó más y ahora me siento muy a gusto y cuajo muchos toros. Es lo que más he pulido.

-¿Hay un Ponce para cada edad?
-Mi concepto siempre ha sido el mismo pero el Ponce de ahora no tiene que ver con el Ponce de los primeros años. Ahora busco una parte de mi interior que en los primeros años ni sabía que existía. Busco el sentimiento y el toreo interno que sale del alma, y que te invita a suavizar las embestidas, a ralentizar cada momento que estás delante del toro. Ahora tiendes a limpiar todo, a que todo aflore con alma, con sentimiento, que es lo que realmente transmite. No es fácil de explicar pero se siente y la gente lo siente, es un extra.

“Valencia, Sevilla, Madrid, Bilbao… esas plazas el año que viene tienen que dar toros. Todos tenemos que hacer un esfuerzo. Dejar pasar otro año sin toros sería fatal. Yo estoy dispuesto”

-¿Si este año o el que viene sale un Lironcito o un Osiris lo dejamos pasar?
-No creo. No soy un torero que no se comprometa con un toro malo y lo deje pasar. No soy de los de otro día será. Eso no va con mi condición. Si me saliera ahora otro Lironcito estaría igual que entonces, por lo menos de actitud. La gente espera eso de mí y ante una situación así lo valora mucho más. Este año en Fuengirola me salió uno con mucho peligro y me valoraron mucho.

-Y cuando sale un chico nuevo te interesa, te mosquea, te da igual, le das paso…
-Cuando sale uno arreando me alegra. Eso es fundamental para la Fiesta. No es fácil que suceda pero cuando sucede me gusta medirme con ellos. Ese tipo de competencia entre los que salen arreando y el poso y la madurez de los que estábamos aquí, el contraste entre esas dos versiones es muy interesante y ahora hay toreros buenos en los dos bandos. A mí esas situaciones me motivan mucho. Sabes…

-¿Qué?
-Llegar a un patio de cuadrillas y sentir que te miran con admiración y respeto gusta, es lo que me sucedía a mí cuando llegué y me ponía al lado de Manzanares, de Capea, de Ortega… Yo creo que a ellos también les motivaba entonces ver mi admiración.

-¿Se puede admirar a un compañero con el que compites o eso solo es pose?
-Claro que se puede admirar, de hecho todos admiran a alguien, lo que pasa es que no siempre lo dicen, pero claro que admiran. Yo creo que es el marketing del torero lo que invita en ocasiones a no reconocer un espejo. Yo no tuve problema, siempre dije quién era mi espejo cuando aún estaba en activo y lo que le admiraba, era algo que se sabía.

-Se puede decir que ese espejo era paisano.
-Sí, sí. Fue una de las fuentes en las que bebí, digo una porque bebí de muchas fuentes. Yo siempre traté de sacar lo mejor de los toreros que me gustaban. Luego trataba de adaptar aquello a mi concepto. En ocasiones esa admiración es recíproca, en las dos direcciones. Y luego hay toreros que no te gustan tanto y no los admiras aunque sí los respetas.

-A propósito de los espejos habrá un hilo conductor en tus influencers. ¿Antes de Manzanares quién estaría?
-Camino, El Viti… son dos conceptos que me gustan mucho. De Ordóñez he visto menos… hay menos imágenes y cuando me meto en las videotecas me encanta Manolo González, que hacía cosas muy bonitas, lo mismo que Pepín Martín Vázquez.

-En el toreo hay compañerismo, esa es una realidad muy reconocida, siempre se habla de ello, pero supongo que la amistad será más difícil.
-Compañerismo sí hay. En la plaza siempre se está dispuesto a hacer un quite e incluso a jugarte la vida en ello; luego la amistad es otra cosa, ya depende de muchas cosas. Cuando hay rivalidad en la plaza parece más difícil que se produzca, aunque no es imposible: las hay históricas como la de José y Juan, que se escondían para que no se frustrase la pasión de sus seguidores.

“Que las teles lleven los toros a las casas es muy importante. Y tiene gran acogida. Este año se han batido récords absolutos de audiencia”

-¿Quién fue tu competidor de referencia?
-Tuve varios según los tiempos que viví, dependió de cada momento. Del principio diría que Rincón. Esa fue la rivalidad más fuerte que tuve. Llegó a trasladarse a América. Yo venía arreando y él había triunfado muy fuerte. Él quería mantener ese sitio y yo iba a por él. Fue una porfía muy encendida en las dos direcciones. Luego con Joselito hubo también una rivalidad muy bonita. Toreamos muchísimo juntos con aquel cartel de los tres tenores. Fueron tres años seguidos llenando hasta arriba todas las plazas. Habría que hablar también, por descontado, de Juli, un gran torero con el que competí muy directamente. Con José Tomás pudo haberla habido más fuerte de lo que la hubo, pero él decidió retirarse, estuvo cinco años apartado y cuando volvió toreó poco y no hubo pie a esa rivalidad en la plaza, la hubo en la calle y la hay. Y ahora la mantengo con los últimos que han llegado.

-Eres competitivo.
-Está claro, se ha demostrado.

-¿Hubo alguno que te llegase a obsesionar?
-Hombre a obsesionar… con Rincón hubo mucha rivalidad. Salíamos los dos a revienta calderas, era de llegar al patio de cuadrillas y estar ya mirándote mal.

-¿Como para hacerse una putada?
-Eso no, pero no le perdonaba un quite. Él tampoco. Tampoco me alegraba de su triunfo, él seguro que tampoco del mío. Esas cosas sí hacía, pero cabronadas nunca hice, ni a él ni a nadie. Molestar a un toro a sabiendas de que podía perjudicar no lo hice nunca, pero sí entrar en quites aunque el toro no ofreciese muchas cualidades para ello. Yo entonces hacía todos los quites. Y se los hacían a los míos.

-A propósito de los quites, la tarde de los samueles en Madrid con Joselito quedó para la historia. También que aquel día dejásteis a Rivera al margen, eso fue una faena.
-No fue premeditado. Surgió así simplemente. Fue la temporada en la que la competencia entre Joselito y yo estaba más viva. José había salido a hombros unos días antes en Madrid, yo estaba defendiendo mi sitio, Francisco confirmaba la alternativa y aquello surgió así. En ningún momento hubo por parte de nadie un desprecio hacia Rivera. Joselito pudo invitarle porque era su toro pero se centró en nuestra rivalidad.

-Después de tantos años en activo no solo sigues con el apoderado de siempre sino que le has dado continuidad con la generación siguiente… Ahora es Juanito, el otro Ruiz, tu compañero en Navas cuando llegaste queriendo ser torero aunque torero ya lo eras. No creo que haya muchos casos en la historia.
-Mi caso es muy particular. Comencé con Juan siendo un niño. Salimos los dos de la nada y nuestra relación en ese aspecto fue como muy romántica. Nunca pensé en cambiar. Y ahora su hijo, Juanito, está muy involucrado, se preocupa de que todo salga bien, porque apoderar a un torero no es solo firmar los contratos, es estar pendiente de todo y él lo está. En estos momentos es el apoderado ideal para mí. Estamos muy contentos los dos.

-¿Qué hay que pedirle a un apoderado?
-Que mire sobre todo por los intereses del torero. Que actúe independientemente. Por ejemplo, no puede haber cambio de cromos ni otras cuestiones al margen del torero.

-No fuiste de pelearte mucho con los empresarios.
-Nos hemos peleado cuando hemos tenido que pelearnos, pero Juan no era de pelearse mucho. Diría que siempre mantuvimos un equilibrio. Fueron muchas las veces que en las negociaciones las cosas quedaban en tablas, ni para ti ni para mí. Las hubo también en que apretamos y otras si había que ayudar ayudábamos. Ahora mismo a cualquier empresario que le preguntes te hablará bien de mí y eso me compensa más que el hecho de haber ganado un dinero más o menos. Es algo de lo que me siento orgulloso. Yo noto ahora un cariño y un respeto.

-¿Así que no guardaste ninguna factura, aquello de decir vale, pero a la próxima…?
-A veces sí. Y ellos lo han entendido. Ceder en unas ocasiones da fuerza para otras negociaciones.

-¿Nunca sentiste que te habían fastidiado?
-Por mi situación no ha sido fácil pero en alguna ocasión sí he sentido que me han querido cortar la cabeza.

-¿Quién ha sido el más duro contigo?
-Dicho sin rencor, pero hubo algunos años, dos, tres, que con los Choperita las cosas no fueron bien. Luego se normalizó todo y al final hubo una gran amistad entre nosotros.

-Se torea como se es y se negocia como se torea.
-Yo creo que sí. Al final son sentimientos, en esas situaciones eres tú mismo y tu forma de ser.

-Una leyenda que te acompaña: eres muy duro con los toros a la hora de valorarlos… no te gusta ninguno o muy pocos.
-Pero eso no es verdad. No, no. Yo he tapado siempre a los toros pero si me piden una explicación la doy y en esos casos he dicho los problemas que podría tener un toro pero también las virtudes. Cuando ha salido uno bueno he sido el primero en cantarlo. De hecho ahí están todos los que he indultado. Insisto, no soy de los que he hablado mal de los toros, pero en una trayectoria tan larga como la mía ha habido rachas de toros muy malas, de esas de tener que decir voy a ir a un vudú a que me hagan una limpia. Así hasta que llegaba un día en que ya, por fin, te embestía uno y te ponía la moral alta. Son rachas de seis o siete tardes en las que te ves perdido… pasa cuando toreas mucho.

-¿Cómo llevas las críticas?
-Bien. Será por todas las hostias que me han dado que he tenido que aprender a sobrellevarlo, porque a mí me han dado y fuerte. En cierto modo me alegro, es un síntoma de que he estado arriba. La crítica cuando vas de pobrecito es menor, cuando vas de grande entonces te dan fuerte. Al principio me dolían mucho, luego con el tiempo aprendí a relativizar las cosas y a no darles tanta importancia. Para ello me ayudó mucho el tener seguridad en mí.

“¿Que cómo valoro las posturas de no torear?… Cada uno es libre de hacer lo que quiera. En una actividad en la que te juegas la vida, esas decisiones son muy personales y cada uno debe ser libre de tomar un camino u otro. Yo no soy de juzgar a nadie, no debo”

-Las críticas suelen ser el paño de lágrimas, el saco en el que descargar todas las culpas propias cuando no se quiere ver la realidad.
-En algún caso puede ser… Pero te pueden llegar a hacer mucho daño, sobre todo en los principios y luego también, aunque al final es cierto que eres tú quien tiene la clave para darle la vuelta a la situación. También tienen su lado bueno, en ocasiones esas críticas te ayudan a superarte. Si todo el mundo te adula puedes llegar a pensar que eres el más grande, que no puedes ser mejor y en esa coyuntura puedes caer en el conformismo. Hay que tener humildad para aprender y mejorar día a día, y para eso las críticas ayudan. Así que aunque me doliesen mucho agradezco las que me hicieron sin acritud y con criterio porque en algunos momentos me ayudaron a crecer.

-¿Necesitas adulación?
-No, para nada. Es más, me da vergüenza cuando me adulan. Para bien o para mal yo sé dónde estoy y no necesito que nadie me adule. Al contrario lo mismo, las críticas y las maledicencias es algo que también he aprendido a digerir. Prefiero pasar como uno más, aunque a veces entiendo que no pueda ser.

-Seguro.

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