El Quiebro
El Ratllat, con estilo clásico, frente a un toro en VillaviejaEl Ratllat, con estilo clásico, frente a un toro en Villavieja

Todo un clásico

Ramón Bellver 'El Blanco'
miércoles 21 de septiembre de 2011

Año 1995. Siete de septiembre. Puzol. Con 15 años de edad me llevó mi padre a ver los toros. Salí de casa con la ilusión de poder rodar alguno, y me llevé algo mejor…

Año 1995. Siete de septiembre. Puzol. Con 15 años de edad me llevó mi padre a ver los toros. Salí de casa con la ilusión de poder rodar alguno, y me llevé algo mejor, conocí a uno de los mejores rodadores que ha dado la tierra valenciana. Fernando Ferrer, “El Rallat”. Lo recuerdo como si fuese ayer, y eso que ya ha llovido. Salió un toro de Carlos Núñez de pelaje burraco, y al poco de estar suelto corrió callejón arriba hacia la zona de las vías. Me fui en su busca con la esperanza de encontrarlo lo más sólo posible al final del recorrido, y sabía que para eso tenía que correr mucho. Emprendí mi carrera y tras dejar a muchos aficionados atrás pude ver al toro que continuaba corriendo. Tras él, a pocos metros, le seguía Fernando. Yo pude llegar a su altura, y él se extrañó que un chiquillo tan joven pudiera seguirle el ritmo a él mismo y al toro. Llegó el toro al final del callejón, se colocó Fernando en medio de éste para esperarlo, me miró de reojo, vaciló un poco y me dijo: “Niño, vente aquí”. Yo, sorprendido, no lo dudé, y recuperando el aliento tras la larga carrera, me coloqué a su lado, al alimón. “No te muevas”, me dijo, y yo allí, más quieto que un palo, vi llegar aquella mole. Me aparté al mismo tiempo que el maestro. No quería quedar mal, sentía y siento una gran admiración hacía él. Cuando pasó el toro me dijo: “Bien chaval”, y yo más contento que unas pascuas asentí con la cabeza. Al poco, llegaron ya todos los rodadores, pero yo ya tenía mi premio, me había puesto delante del toro y con una leyenda al lado. Cuento esta anécdota para que se hagan una idea de lo buena gente que es este hombre, cualquiera hubiera pasado al toro sin más, y a mí ese alimón me enseñó mucho. Ha sido como nuestro papá taurino, siempre nos ha dado buenos consejos, y algún puro a tiempo, que no han venido mal. Embolador, cantaor de “albaes”, rodador, enlazador y sobre todo buen aficionado. La comisión de la calle San Roque de Villavieja, la cual tiene una sensibilidad especial para estas cosas, le rindió un sincero y merecido homenaje, y sirvan estas líneas como complemento a ello, porque Fernando “El Rallat” es más que un rodador clásico, hace las cosas con conocimiento, con afición y con verdad, sin regalos de cara a la galería, con sencillez y temple, como es él. Todo un clásico.

¡Enhorabuena maestro!

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