Con esta magistral frase podría quedar resumido el inmenso patrimonio taúrico que Don Ángel Peralta Pineda deja al noble arte de torear a caballo.
En efecto, si Joselito, Juan Belmonte, Domingo Ortega, Marcial Lalanda, Manolete, Antonio Ordóñez, Curro Romero… fueron figuras históricas en el toreo de a pie, en el toreo a caballo, uno de los más grandes es, sin duda, Ángel Peralta.
Don Ángel Peralta o el Centauro de La Puebla, como le definió Antonio Pérez-Tabernero fue un auténtico revolucionario, innovador e inventor de nuevas estrategias tácticas, recursos técnicos y suertes del toreo a caballo moderno. En su faceta como domador, consiguió notables avances en la doma y preparación de caballos toreros. Con él comienzan a sustituirse las agresivas embocaduras de etapas anteriores por otras mucho más suaves y con menor mando. También es pionero en estabilizar, dirigir y dominar a sus caballos utilizando el contacto sobre la montura, las piernas y la cintura. Y, algo muy importante, dotó a sus corceles de un temple y una versatilidad hasta entonces desconocida.
En el apartado creativo, de sus múltiples aportaciones cabe mencionar la creación de numerosas suertes, entre las que conviene destacar: torear sin cabezada, suerte del “caracoleo”, colocar banderillas por el lado izquierdo, poner banderillas cortas a dos manos y, con toda seguridad, la más conocida, la suerte de la rosa.
Alternando con los distintos apartados relacionados con el campo bravo y el toreo a caballo, Don Ángel, asimismo, consiguió triunfos notables como letrista de sevillanas, escritor y actor de cine.
“Gaviota”, “Favorito”, “Príncipe”, “Ingenioso”, “Aviador”… fueron algunos de sus caballos toreros que hace tiempo galoparon hacia el cielo. Ahora, al reunirse con Don Ángel, se sentirán especialmente reconfortados por tener la posibilidad de interpretar con más pureza que nunca esa suerte que con tanto romanticismo y torería regaló al toreo a caballo como es la suerte de la rosa.