LA PINCELADA DEL DIRECTOR

Una baraja de categoría

José Luis Benlloch
domingo 25 de diciembre de 2022
Este año y los anteriores se ha podido disfrutar de una baraja de toreros, me gusta el término, tiene mucho de albur, exige corazón, talento, conocimiento, amplia, ases, reyes, caballos…

La temporada ha tenido nombres muy señalados. De muy buenos toreros. Puro lujo, no se avergüencen de reconocerlo, una galería de nombres de lo más variado ha recorrido los ruedos españoles y franceses y han ayudado a sostener los pilares de un templo que intentan socavar los de siempre, los antis que no cesan -¡cansinos!-, los dirigentes que no se mojan o simplemente chapotean de aquel lado -¡lerdos!- y los pesimistas que tampoco es que jueguen a favor por mucho que digan.

Yo sé que los buenos aficionados tienen que ser exigentes, que todo no puede valer, naturalmente, que es un gustazo polemizar, yo el primero, que el arte de la tertulia va inherente a la condición de aficionado, que las vanidades se alimentan del no, no y más no; que todo es mejorable, claro, hasta la mejor faena en torno al velador de un café la podemos poner en solfa, pero este año y los anteriores se ha podido disfrutar de una baraja de toreros, me gusta el término, baraja, tiene mucho de albur, exige corazón, talento, conocimiento, el que no expone no gana, eso es torería de la cara, exponer, exponer, exponer… pues hemos disfrutado de una baraja de toreros amplia, ases, reyes, caballos… Hay que reconocerlo porque es de justicia y porque lo que no es sano ni mucho menos justo es esperar a que se retiren para ponerlos en valor. Ahora sonrío cuando escucho los halagos que se le dedican a los grandes de los setenta y los ochenta, justos pero tardíos. Al mismísimo Camino le decían lo de la mandanga y que si toreaba ligero; a El Cordobés, ahora blanqueado, hay que ver la cantidad de veces que lo negaron, no se escapaba nadie y ya no digamos los ases de la generación posterior, la de los Paquirri, Dámaso, Manzanares, Capea… Y ahora son dioses. Justo pero tarde. Maldito vicio hispano.

Este año los ha habido de arte y qué arte, de valor, los ha habido de muchas agallas y toda la vergüenza torera que se necesita para lucir estrellas de figura, también han brillado los de mucho corazón, los que hacen valer el talento y el amor propio, la gente joven que apareció con ansias de comerse el mundo, que es lo que se pide a los jóvenes, no me olvido de los toreros macerados a lo largo de los años que tienen metido en los pliegues de sus engaños una educación torera que en cuanto hay posibilidades la hacen lucir. Y podría seguir. No es triunfalismo es orgullo de una realidad que es mejor de lo que se reconoce, cosa distinta son las estructuras, el individualismo, incluso el cortoplacismo, inherente al toreo que hace que ni siquiera se planteen la posibilidad de una planificación coherente. Las clasificaciones que claro que no son todo, dicen mucho. En ese excel van por delante los que están en la mente de todos. Morante, Roca, Juli, Luque, Manzanares… pero a ese remate de la pirámide le ha seguido una base amplia, muy interesante, en la que hay un grupo de consolidados de mucha categoría y una base emergente que hace pensar lo mejor para un futuro inmediato. Un cuerpo de escalafón que hacen fuerte al conjunto. Son los Rufo de deslumbrante aparición, Marín cada vez más consolidado, vaya espada, el clásico Urdiales, De Justo que apostó una vez más a la heroica, Cayetano que entre que se va y no se va deja constancia de sus cualidades ¡hay que ver lo que ha dejado atrás!, Aguado y Ortega a los que a lo mejor les pedimos una regularidad que no va con su estilo salvo que seas Morante y algo parecido se podría decir del más tierno Téllez; el espectacular Ferrera que dejó un manojo de grandes faenas; no me olvido porque todos tenemos nuestros gustos personales no digo debilidades porque sería desmerecerlo, a Curro Díaz y como he sido mucho de Sierra Morena voy a traer hasta aquí a Adrián de Torres, ambos con Linares hondo y minero como marca de origen. Obviar a Juan Leal, ojo al francés, a Román a Escribano a Pinar a Sergio Serrano, a Esaú, sería obviar el valor y de siempre solo con el pasaporte del valor se han transitado por las ferias y estos tienen valor y algo más, lo mismo que Perera o Ureña a los que tengo la sensación final que pusieron más de lo que recibieron en el conjunto del ejercicio; y no sería justo olvidar a un torero, El Fandi, que lleva veinticinco años sin decepcionar a sus partidarios. Y el que cumple lo que promete está cumplido; y seguro que me olvido de alguno más a los que la realidad pondrá por encima de las referencias. Lo dicho, no ha sido mal año. 

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