El Palco

Usted es torero

Rafael Comino Delgado
martes 24 de enero de 2012

Tras la publicación del artículo “Torear una al año” he hablado con varios hombres que decían ver reflejada su vida en lo que allí se dice. De entre todos uno me ha impactado sobremanera, por lo que, muy brevemente, referiré el caso.

Un amigo me dice que hay un señor, amigo suyo, que tras leer el artículo le gustaría conocerme. Acordamos una cita y me presenta a un caballero de 85 años (representa muchos menos), natural de Salamanca, aunque reside en la provincia de Cádiz desde hace más de 55 años, impecablemente vestido con  pantalón gris plomo, camisa celeste claro, chaqueta azul marino intenso, con pañuelo blanco en el bolsillo de arriba a la izquierda y un elegante pañuelo de seda pulcramente anudado al cuello; botines negros, limpios hasta decir basta. No le sobra un gramo de tejido adiposo, anda derecho como un junco, cabeza erguida, pecho por delante y, para su edad, muestra abundante pelo cárdeno cuidadosamente peinado.

Tras el saludo de rigor, don Ángel, que así se llama, manifiesta, en un perfectamente pronunciado castellano, que se emocionó al leer el artículo porque narra exactamente lo que él ha vivido y vive cada día, pues en su juventud llegó a torear 11 novilladas sin caballos, pero eran los años de la postguerra y habían muchas necesidades, en su casa eran nueve hermanos, su padre enfermo, y él tenía que ayudar para sacar adelante la familia. En definitiva, las circunstancias le llevaron por otros derroteros, y no pudo cumplir su sueño de ser torero de postín. Sin embargo, continúa viviendo en torero, pensando en torero y, desde que se jubiló, entrenando todos los días (anda de 7 a 8 kms. y torea de salón). Es algo superior a sus fuerzas, me dice, hasta el punto de que muchas veces sueña que va a tomar la alternativa en la Glorieta de Salamanca y que sale por la puerta grande.

Hablamos de muchas cosas, me contó que no se cansa de ver toros, que está enganchado al Canal 69 y, finalmente, con voz algo quebrada y ojos humedecidos, me dice, ¡cómo me arrepiento de no haber continuado, de no haber sido torero! Debo confesar que también yo sentí cierta opresión en la garganta y le contesté: ¡Don Angel usted ha sido, es y será torero mientras viva!

Solemnemente aseguro que es lo que siento y pienso. Toreros son todos los profesionales (matadores de toros, novilleros, con y sin caballos, banderilleros, picadores), otra cosa diferente es que triunfen o no, que sean más o menos artistas, o más o menos valientes, pero son toreros, y particularmente pienso que torero es todo aquel que tiene ese sentimiento, que lo experimenta profundamente, que piensa y vive en torero, pues al cabo somos lo que sentimos, lo que vivimos. Para ser médico, arquitecto o abogado, pongo por ejemplo, es necesario cursar y aprobar unos estudios, pero no hay cursos o máster de sentimientos, estos se tienen o no se tienen. Ser torero es un sentimiento que a veces puede realizarse en la vida y vivir de ello y otras no, por tanto todo aquel que quiso de verdad ser torero, que lo siente, porque lo lleva marcado en sus genes, es torero aunque no haya podido triunfar.

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