La pincelada del director

El pliego de Valencia, una oportunidad perdida

José Luis Benlloch
jueves 09 de octubre de 2014

Si decimos que el canon ha bajado de cuatrocientos mil a doscientos mil suena bien, pero si miramos alrededor suena a coste excesivo si no a ofensa. Pregúntense a cuántas actividades culturales les cobran las administraciones canon o alquiler. ¿Para qué declararon la Tauromaquia bien de interés cultural?… ¡Auuuuuuuh!

Con el nuevo pliego de Valencia se aprecia un sensible intento de actualización pero aún así tengo la sensación de que no se ha acabado de aprovechar la oportunidad para darle a la plaza un empujón hacia la superficie de la realidad. Me consta que al diputado Isidro Prieto, técnicos y timoratos, gente nada comprometida con la Tauromaquia, más amiga de la tranquilidad institucional del que no digan, que de la apuesta, no le dejaron ir más allá en la mejora y el resultado es una pena de consecuencias imprevisibles. Me explico. Si decimos que el canon ha bajado de cuatrocientos mil a doscientos mil suena bien pero es una verdad a medias teniendo en cuenta que esos doscientos es cifra de partida que sólo la imprudencia empresarial sabe dónde acabará, pero si miramos alrededor suena a coste excesivo si es que no entra en el territorio de la ofensa.

Para entender mi lamento basta con preguntarse a cuántas actividades culturales, aquí y allá, en cualquier parte de España, les cobran las respectivas administraciones canon o alquiler que viene a ser lo mismo. Sin salirnos de Valencia podríamos preguntar lo que cobra la Generalitat o la misma Diputación o el Ayuntamiento por el Teatro Principal, el Palacio de la Ópera, el de la Música… la pregunta es capciosa por sabida, no cobran porque no alquilan y entonces hay que preguntarse cuánto les cuesta a ellos, es decir a nosotros y no me parece mal, cada localidad ocupada. No hagan la cuenta, no comparen, porque se cabrearán. Ya ven, no les cobran pero sí pagan gestores y además asumen la responsabilidad directa del balance final. En el toro en cambio cuando decimos que se avanza, significa que hemos conseguido que en principio se pague menos. ¡Oooooh!

Naturalmente no estoy defendiendo los dividendos de los empresarios, estoy defendiendo la calidad del espectáculo: la correlación es fácil de entender, a mayor posibilidad económica mayor posibilidad de montar carteles de interés y hay interés o no hay público y si no hay público vienen los que todos sabemos y plantan la bandera del abolicionismo con toda la tranquilidad; y estoy defendiendo también algo tan actual como la necesidad de dinamizar la economía de las ciudades, no se puede obviar que una feria buena, una feria con interés pone en marcha una ciudad. En Valencia pasó no hace tanto en la depauperada Feria de Julio a la que de un día para otro le quitaron cincuenta años de decadencia para gozo de hosteleros, comercios y demás sectores paralelos. Ahora en Valencia han puesto al fresco esa posibilidad por doscientos mil euros que no son nada en los presupuestos provinciales, mucho menos, la mitad de lo que cuesta un partido de básquet en Castellón, dicho como ejemplo porque lo han pagado. También podríamos decir que esa política discriminatoria nos convierte a los aficionados en ciudadanos de segunda si nos comparamos con los que acuden a otros a centros culturales, pero eso ya hace tiempo que lo sentimos en carne propia. Dicho lo dicho y como preguntar no es ofender: ¿Para qué declararon la Tauromaquia bien de interés cultural?… ¡Auuuuuuuh!

Por lo demás el pliego cuida la Escuela con vacas y festejos que es la manera más noble de subir el canon; reduce el número de festejos, lo que alivia a abonados y empresarios a la espera de que haya más madera en el escalafón a riesgo, eso sí, de dejar la temporada capada; y reduce sensiblemente la posibilidad de licitar bajo el argumento de viejas y poco afortunadas experiencias.

Y si le he dedicado este espacio al pliego de Valencia, más de uno se lo preguntará, es porque Valencia sigue siendo, esperemos que por mucho tiempo, pieza clave en la temporada española y porque eso mismo vale para todos los pliegos de España.

Artículo publicado en su Revista APLAUSOS Nº 1932

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