La crónica de Benlloch en Las Provincias

Expectación no correspondida

José Luis Benlloch
jueves 19 de marzo de 2015

No es que se viese venir la hecatombe, al contrario el cartel tenía argumentos de sobra para llenar la plaza y si no se llenó a buen seguro que se debió a la inclemencia meteorológica. Si hablamos desde la trastienda, era cartel made la FIT…

Esta vez no hubo milagro Morante. Ni estasis. Ni quintaesencia. Ni la gente salió toreando de la plaza salvo los que querían quitarse el frío de encima. Eso pasa, entra dentro de los desenlaces previsibles de una tarde de toros pero si te toca a ti te… pues eso, que nos tocó, ajo y agua. No hay que mosquearse por ello, sencillamente porque las cosas extraordinarias como las del pasado sábado, ese toreo embrujado de Morante que puso al planeta toro en alerta sensitiva, no pueden suceder todos los días a riesgo de dejar de ser extraordinarias. Y aún así, el de la Puebla en ambiente tan desabrido como el de ayer, dejó un manojo de muletazos sueltos, despaciosos, solemnes, reunidos, no muchos pero los suficientes para recordarnos la clase de genio que es y lo que nos estábamos perdiendo por mor de un lote de toros, los que pidió él hay que advertirlo, que no le dejaron hacer ni le inspiraron ni dejaron satisfechos a nadie, así que en el pecado si es que hubo pecado, que sí lo hubo, iba la penitencia.

¿Qué cual fue el pecado?… la presentación. Fue un lote de toros de esos que teniendo todos los componentes objetivos del toro bravo, peso, edad, genealogía y demás exigencias reglamentarias, aparentes fuerzas e integridad, al menos aparente, no imponían, ni embestían y cuando alguno lo hacía le faltaba chispa, emoción, ahora se le llama carbón, eran toros planos, despersonalizados, que no es que sea cosa que les gusten a las figuras pero si una corrida no tiene que ser buena prefieren que sea como la de ayer, de las de no crear problemas, de tal manera que los disgustos sin son sin sustos son menos disgustos. Esa fue la tónica general de una tarde en la que hasta las ovaciones y las broncas sonaron un tanto artificiosos.

No es que se viese venir la hecatombe, al contrario el cartel tenía argumentos de sobra para llenar la plaza y si no se llenó a buen seguro que se debió a la inclemencia meteorológica. Si hablamos desde la trastienda, era cartel made la FIT, la fusión empresarial hispanomejicana que ha auspiciado Alberto Bailleres, ya saben, un potentado mejicano con sitio destacado en la ranking Forbes, que de un día para otro reunió veintitantas plazas y un manojo de toreros que puso a todos, afición y profesionales, en estado de alerta. Y aunque antes de comenzar a caminar la experiencia se ha bajado del tren Simón Casas, todavía mantiene fuerzas y plazas para que nadie lo quiera perder de vista. Ayer mismo todo era made la FIT, los toros de Zalduendo y los tres espadas… cartel completo y no les voy a decir que sea bueno o malo, pero eso siempre tiene su morbillo y despierta maledicencias y chascarrillos sobre todo de los que andan al margen. Así que por ese lado había interés. Desde el lado del aficionado, se valoraba mucho la vuelta de Morante tras su gran faena, ese era el gran reclamo y se contaba igualmente con Talavante, del que hablan y no acaban de su paso por Olivenza y de su madurez artística afinada en el invierno allende las Américas y por si había que recurrir al gran publico, todos somos pocos, estaba Paquirri en proceso de reaparición, así que la oferta era buena o muy buena pero todo se puso bien pronto del revés. De buena mañana, agua. Tanta que hubo que suspender la novillada de promoción y debió frenar la taquilla. Por la tarde en lugar de agua se impuso ese frío marcero al que no nos acostumbramos. Y por si éramos/eran capaces de sobreponerse a tanto condicionante, le abrieron la ventana al viento que sopló en rachas de las que tanto mosquean a los lidiadores e incomodan al personal. El resultado fue el que fue, más cerca de tostón que del esperando triunfo, el que menos convenía al relanzamiento de la plaza y la consolidación de la formula FIT.

El primero de Morante y Morante no se gustaron. Suele pasar en toreros que tanto dependen de la inspiración y el publico se enfadó y lo abroncó aunque sin acritud, daba la sensación que silbaban porque va en el guión, al mínimo mosqueo de Morante se le silba y como hubo varios mosqueos y cierta inhibición, le silbaron repetidamente. Por el contrario cuando se ve a Morante que quiere se le aplaude con fruición incluso de más, y es lo que pasó en el quinto, que Morante quiso y le aclamaron con fruición y con razón y hasta con cierta exageración. Por esta vez no pudo lucir con el capote y eso si es pena grande.

Talavante rozó el triunfo grande. Encontró eco en el publico desde el principio, desde que se abrió de capa con unas tijerillas en el tercero, en el arranque de faena ese mismo toro cuando citó de largo con la muleta plegada para torear al natural, cuando intentó escapar de los golpes de viento toreando sobre la derecha, puto viento que fue frenando el despegue de la fana y cuando volvió a la zurda para cuajar un par de naturales de mucha enjundia. Poco para lo que pudo ser. Ya les digo, maldito viento. El sexto que se puso los pitones como dos alcachofas, no le dio opciones, fue toro probón y descompuesto que a esas alturas del festejo no inspiraba nada.

Rivera estuvo que no estuvo, la lesión de Olivenza, las temporadas de descanso, el ambiente tristón de la tarde y sus propias maneras le pesaron en exceso y sus faenas no lograron ir más allá de una discreta discreción.

CRÓNICA PUBLICADA EN EL PERIÓDICO LAS PROVINCIAS

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