Partiendo de la base de que de toros no saben ni las vacas, hay que continuar insistiendo en que el peor enemigo de la Fiesta Brava es actualmente la escasa casta (llámesele fiereza si se quiere) de que está haciendo gala la mayor parte de la ganadería brava española. Quedó patente en la Feria de Fallas de Valencia, y se ha confirmado en la Feria de Abril de Sevilla.
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