La revolera

Recital de El Fino de Córdoba

Paco Mora
sábado 13 de mayo de 2017

En la finca El Ayozo, en un paisaje paradisiaco, allí donde se funden las provincias de Ciudad Real y Albacete, me fue dado vivir este viernes la esencia del toreo grande del capote y la muleta de Finito de Córdoba ante un Fuente Ymbro de lujo

En la finca El Ayozo, en un paisaje paradisiaco, allí donde se funden las provincias de Ciudad Real y Albacete, me fue dado vivir este viernes la esencia del toreo grande del capote y la muleta de Finito de Córdoba. ¡Qué conocimiento más exacto de los toros y de los terrenos! ¡Qué temple, qué ritmo, qué armonía en las muñecas del torero cordobés! Viendo conjugar en aquel hermoso paisaje, entre nubes y carrascas, la aquilatada técnica, el buen gusto, la despaciosidad, el poderío, la puesta a punto, la torería y el dominio de la escena del Fino, en el quinto novillo, uno no tenía más remedio que sobrecogerse con aquella máxima expresión del arte del toreo.

La estocada perfecta en el hoyo de las agujas fue la rúbrica ideal a una faena para el recuerdo. Así está Finito de Córdoba, ese gran torero que tienen sentado unos empresarios mercantilizados y sin sensibilidad para aquello con lo que se enriquecen. Y luego dicen que el público no va a los toros… ¡Si son ellos los que están haciendo de la Fiesta un espectáculo anodino manteniendo en el paro a lo mejor de la torería andante! Y es que prefieren las medianías que no pueden exigir a darles paso a los que de verdad tienen catadura de figuras. Con ellos tendrían que repartir y así se quedan con todo.

Ocho novillos de Fuente Ymbro, cinco buenos, uno extraordinario y dos potables y sin problemas propiciaron dos faenas de muleta macizas, valientes y de notables calidades de Miguel Ángel Perera. Otras dos de David Mora en las cuales dejó patente que han quedado atrás los fantasmas de la terrible cornada de hace tres años en Madrid y otras dos de López Simón, en las cuales, además de evidenciar sus grandes progresos, volvió a colocarse en esas cercanías en las que se encuentra como pez en el agua.

En fin, un día inolvidable y de grandes sensaciones el vivido en esa fiesta privada de “El Ayozo” un viernes de mayo, de vegetación lujuriosamente verde, donde tuve la suerte de poder admirar la madurez de tres toreros y la confirmación de un grande al que han colocado palos en las ruedas unos mandamases egocéntricos y ambiciosos.

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